Todos sabéis que estamos mucho peor. Me hace gracia que nuestra longevidad sea gracias a la charo-sanidad pública, cuando la longevidad depende de nuestra genética, de la dieta mediterránea y de los grandes aportes de la sanidad privada, entre otras cosas.
Bueno, el vivir en un país en dónde toda la administración depende de gente con bata blanca, más mala leche que el perro de los Barskerville, y una forma de "trabajar" que es de república bananera hace que también tengamos, irónicamente, una resistencia sobre-humana al caos, la desidia, y el esperpento.
A un alemán lo pones en una sala de espera de un centro de salud, y ya puede haber ido a que le miren un uñero infectado, que se muere del ardor de estomago.
Nosotros hemos vivido tanto tiempo con el charo-patógeno que podriamos aguantar en medio del desierto de Irak sin comida ni agua tan rícamente.
Si en el imperio de Felipe II no se ponía el sol, no era por la gallardía de sus súbditos en las conquistas, si no porque ir en barco a las Molucas o conquistar Cuzco, seguro que era más fácil que aguantar a la Sancha, Aldonza o Jimena de turno.
Todos conocéis a gente que se ha muerto en cola de espera. Todos conocéis a alguien que se ha pagado un diagnóstico por la privada para no morirse esperando en la pública. Todos os habéis comprado material de óptica o arreglos ontológicos pagados de vuestro bolsillo. Ya veis que la óptica y la odontología están prácticamente privatizadas siendo de las cosas más necesarias.
Todo lo que tocan las charos lo convierten en M.
De eso no tengáis ninguna duda.
Ahora hablando en serio: Lo de éste país con la administración, especialmente en la Sanidad, es de auténtica traca.
Y lo más dolido es que ante problemas reales y dolidos, todo lo que se les pasa por la cabeza son más manifestaciones, más feminismo, y más escurrir el bulto y no asumir los errores propios.
En eso somos campeones absolutos a nivel mundial.
O, mejor dicho, campeonas.