El 11 de septiembre financiero. Lecciones de la crisis bancaria

catakrak chim pum

Madmaxista
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Un saludo,

Si este artículo ya se ha puesto, pues lo quitais.
Aviso, es bastante largo. No está entero porque no cabe en el mensaje.

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=57137

Alan Woods
El Militante

El reciente caos de los mercados bursátiles mundiales es una manifestación de la turbulencia general que es la característica más destacada de la época actual. En la última semana, hemos presenciado casi el colapso de Northern Rock, el quinto banco más grande de Gran Bretaña. Cuando se supo que el banco había tenido que recurrir a un préstamo de emergencia del Banco de Inglaterra para evitar su colapso, miles de personas furiosas hicieron cola durante todo el día para retirar su dinero del banco.

Es la mayor crisis bancaria de Gran Bretaña desde los años treinta. En realidad, habría que remontarse ciento cincuenta años atrás para encontrar una situación similar en un banco británico. La última vez que hubo una crisis financiera de esta magnitud fue en 1866, fue una situación de "pánico", como solían llamar a la recesión en el siglo XIX. Las dramáticas escenas no tenían precedente en la historia reciente británica.

Northern Rock había adoptado el modelo desarrollado por muchos bancos importantes de EEUU. En lugar del método tradicional de mantener el capital suficiente para respaldar los préstamos, dependían de los inversores en el mercado para la financiación a gran escala de sus hipotecas. De esta manera, el banco evitaba la inconveniencia de mantener las reservas suficientes para devolver el dinero a sus depositantes. El resultado parecía bueno y la empresa iba bien. En sus libros tenía hipotecas valoradas en unos 100.000 millones de libras, pero todo era en el mejor de todos los mundos capitalistas posibles. Funcionaba en la medida que la gente no exigía su dinero. Mientras la economía crecía la situación podía continuar, pero si los depositantes pedían su dinero en efectivo, el banco no podía pagarles porque simplemente no tenía su dinero. Se lo había prestado a otras personas para que compraran casas, los que adquirieron estos prestamos pagan una cierta cantidad de dinero cada mes en concepto de recibo de hipoteca, pero nunca podrán devolver de una vez todo el dinero prestado.

Como consecuencia, a pesar de que el valor en los libros era de 100.000 millones de libras, el banco fue incapaz de pagar unos cuantos miles de millones a sus clientes sin la ayuda del gobierno. No tenía reservas, sus activos no tenían liquidez y no tenían un valor de mercado apreciable. En el momento de la verdad, el quinto banco de Gran Bretaña solo tenía un valor sobre el papel de miles de millones imaginarios, pero los depositantes exigían su dinero en efectivo. Los 100.000 millones de libras en activos inmobiliarios se convirtieron en una pesada losa al cuello que les arrastraba hacía el fondo.

Un giro de ciento ochenta grados

Alistair Darling, Ministro de Economía británico, intentó garantizar a los ahorradores que Northern Rock era solvente y que tenía el apoyo del Banco de Inglaterra. En el pasado, este tipo de declaraciones del ministro y el gobernador del Banco de Inglaterra, habrían tenido el efecto calmar los nervios de los depositantes y accionistas. Pero en esta ocasión, estos sonidos tranquilizadores no tuvieron ningún efecto, la retirada de fondos y la crisis de Northern Rock continuaron.

La crisis ganaba impulso por momentos, como si fuera una enorme bola de nieve rodando hacia abajo por una colina. Las acciones de Northern Rock bajaron un 35,4 por ciento y la retirada masiva de fondos continuó a una media de 1.000 millones de libras diarias. El banco perdió una octava parte de sus depósitos en tres días, de haber seguido ese ritmo, el banco se habría quedado sin fondos el fin de semana.

Se suponía que esto no iba a ocurrir. Las noticias de la crisis de Northern Rock inmediatamente tuvieron un efecto en los otros bancos. En la bolsa, las acciones de los bancos sufrieron pérdidas importantes, el coste de los préstamos interbancarios alcanzó niveles muy elevados. Todo el sistema bancario británico estaba en peligro.

El problema más serio era el riesgo de contagio y que éste llevara a un colapso bancario general. Casi ocurre. Otro gran banco, Alliance & Leicester, tuvo que hacer una declaración pública después de que sus acciones perdieran un tercio de su valor. La caída de las acciones de Alliance & Leicester también despertó los temores de sus clientes que comenzaron a retirar en masa sus ahorros, era la segunda vez que sucedía esta situación a un banco británico. El banco intentó responder a los rumores que le señalaban como el siguiente banco que necesitaría financiación de emergencia.

Bradford & Bingley tenía sobre su futuro otro gran signo de interrogación, sus acciones también bajaron bastante. Los dos bancos tienen relativamente pocos depositantes y utilizan los mercados monetarios para financiar sus préstamos. Las acciones de Alliance & Leicester perdieron 1.200 millones de libras de su valor de mercado.

Tradicionalmente, el Banco de Inglaterra habría prestado con tranquilidad dinero al banco para evitar el pánico y nadie lo habría sabido, pero las nuevas regulaciones bancarias hacen que esto sea imposible. El viejo mundo acogedor de los banqueros ha desaparecido para siempre. Ahora han entrado también en el torbellino frenético del capitalismo global del siglo XXI.

Sólo dos días antes del estallido de la crisis, Mervyn King, gobernador del Banco de Inglaterra, aseguró en una comisión parlamentaria que de ninguna manera el banco ayudaría a los bancos e inversores con problemas que habían invertido de una manera alocada y especulativa en préstamos sub-prime. Pero a los pocos días, el gobernador del banco tuvo que dar un giro de ciento ochenta grados.

Lo mismo hizo el Ministro de Economía cuando manifestó: "Sería necesario que nosotros, junto con el Banco de Inglaterra, ante la presente inestabilidad, pusiéramos las condiciones para garantizar todos los depósitos que hay en el Northern Rock. Eso significa que los ahorradores pueden continuar sacando su dinero, pero si eligen dejar su dinero en Northern Rock, éste estará garantizado y a salvo".

El gobierno estaba aterrorizado ante el peligro de contagio. Alistair Darling y relleniton Brown estaban nerviosos. A pesar de la supuesta autonomía del Banco de Inglaterra, el gobierno recurrió al gobernador del Banco de Inglaterra y le obligó a dar inmediatamente los fondos a Northern Rock. Darling dijo que si le obligaban, el gobierno utilizaría los bienes de Northern Rock para financiar los depósitos.

Los analistas de la City dijeron que sería el equivalente a la nacionalización del banco. El Tesoro también dijo que el gobierno apoyaría a otros prestamistas si era necesario, dependería de su situación financiera. ¿Qué significa todo esto? Frente a la amenaza de un colapso, el ministro tuvo que ofrecer una garantía de "respaldo monetario". La realidad es que el nuevo gobierno laborista estaba presentando un cheque en blanco, no sólo a Northern Rock sino a todo el sistema bancario.

¿Qué queda de la "economía de mercado"?

Debemos decirlo con claridad: hace unos días todo el sistema bancario británico estuvo amenazado por un colapso. Lo que hizo el gobierno fue un movimiento desesperado para evitar una catástrofe potencial y convencer a los ahorradores de que su dinero estaba a salvo. El gobierno ahora intenta encontrar un comprador para Northern Rock, pero no es seguro que tenga éxito. La situación es muy frágil y es posible que se puedan producir nuevas situaciones de pánico en cualquier momento. Más que una victoria, como pretende el gobierno, se tata de una tregua inestable. Ahora buscan un chivo expiatorio y piensan que lo han encontrado en el supuesto conservadurismo fiscal del Banco de Inglaterra.

Los banqueros y economistas han criticado la negativa inicial del Banco de Inglaterra de proporcionar apoyo a las instituciones financieras. Pero desde un punto de vista capitalista, actuó correctamente. De acuerdo con las leyes del mercado, si una empresa no tiene fondos, entra en bancarrota. El Estado se supone que no debe gastar el dinero de los contribuyentes para ayudar a empresas con dificultades. Si una empresa no es rentable, se la debe permitir que cierre y de esta manera toda la economía será más "ágil y mecánica". Es simplemente una expresión concreta de la lucha darwiniana por la supervivencia y, como sabemos, ¡el más apto siempre sobrevivirá!

Este principio se aplicó con extrema crueldad en casos como la industria automovilística británica (antes un sector floreciente de la manufactura del que no queda nada) o la minera. Los banqueros siempre son particularmente estrictos en esta cuestión. Pero una vez que la City londinense se ve afectada, los principios de "hierro" de la economía de mercado se derriten como una bola de nieve bajo el sol. Comparemos este comportamiento, con el que tuvieron tanto los gobiernos laborista como tory hacia las industrias manufactureras amenazadas de bancarrota y cierre. Los banqueros, inmediatamente, recurrieron al gobierno para que concediera ayudas estatales y éste, que no dudó en tratar con dureza a los mineros, a los trabajadores del automóvil, madres solteras, enfermos y enfermeras mal pagadas, rápidamente salió en su ayuda con la chequera dispuesta.

¿Qué queda ahora de esa pretensión de que los banqueros y los capitalistas merecen sus beneficios e intereses porque son valientes pioneros de la empresa privada que son recompensados por "correr riesgos"? ¿Dónde está el riesgo si, cuando llega la crisis, el gobierno inmediatamente hace frente a todas las pérdidas? Esta es la verdadera cara de la "economía de mercado". Cuando el mercado sube y los bancos consiguen grandes beneficios de todo tipo de acuerdos tramposos y especulativos, el mercado domina, pero cuando cambia el clima y comienza a soplar el viento frío, pronto olvidan todos los principios del mercado y exigen ayudas del Estado.

Las causas principales

Mike Whitney en Britain escribía lo siguiente sobre los recientes acontecimientos: "Parece un buen funcionamiento para un banco pasado de moda. Y, como en 1929, los propietarios de los bancos y el gobierno intentan calmar a sus clientes garantizándoles que su dinero está a salvo. Pero la naturaleza del ser humano es así, la gente no se tranquiliza fácilmente cuando piensa que sus ahorros están en riesgo. En ese momento la cuestión dominante es: los ahorradores quieren su dinero sin excusas". Y tiene razón.

En el arcano mundo de la banca, la confianza es un ingrediente esencial. El lema del Banco de Inglaterra desde el siglo XVIII ha sido: "mi palabra es mi fianza". Pero si la gente cree que no se puede confiar en los bancos para que cuiden su dinero y exigen su devolución, ¿qué ocurrirá con los bancos cuando los depositantes se apresuren para retirar sus ahorros? Eso es lo que hemos presenciado hace poco en Northern Rock.

La confianza es como la virginidad: una vez que la pierdes ya no la puedes recuperar. Ahora existe una enorme desconfianza no sólo hacia los bancos y el gobierno, sino también hacia todo el establishment. Esta situación es totalmente nueva en la sociedad británica y puede tener consecuencias importantes en el futuro, no sólo en el terreno de la economía, sino también en el político.

La verdadera causa de la crisis actual no es el alocado mundo de la especulación. La crisis de las sub-prime, como dice correctamente Greenspan, sólo fue el accidente a través del cual se expresó la necesidad. En el Daily Telegraph (17/9/07) Roger Bootle escribe:

"Además, con los propios costes de financiación de los bancos ahora muy altos y con el reconocimiento tardío de que el préstamo puede ser un negocio arriesgado, poco a poco, han cambiado el comportamiento del préstamo con sus clientes, y también entre ellos.

"Mientras tanto, hay signos de desaceleración en la economía global. En EEUU, el nivel de empleo, en general, considerado como el barómetro clave de la salud económica, cayó de manera absoluta en agosto por primera vez en cuatro años.

"En realidad, la reciente turbulencia de los mercados financieros no es la raíz de estos acontecimientos económicos. Lo que refleja es un debilitamiento general de la economía global que había comenzado antes de que los mercados se volvieran locos".

Sobre esta cuestión, al menos Bootle tiene razón. Las crisis financieras y la restricción del crédito no son la causa de la crisis económica sino su efecto. El ciclo capitalista de boom y recesión tiene causas más profundas. Mientras los capitalistas consiguen beneficios de la extracción de plusvalía hay "seguridad" y "confianza", el crédito se vuelve poco riguroso y es fácil de conseguir. Pero cuando el ciclo llega a sus límites y hay síntomas de que los buenos tiempos van a terminar, entonces esta confianza se "evapora".

Los niveles de especulación y capital ficticio inyectados a la economía durante el último período son como un veneno que debe ser extraído. Pero cuando intentan hacerlo, pueden con facilidad pinchar la burbuja y hacer que todo se desmorone. En ese momento, los acreedores comienzan a exigir el pago de la deuda y ya no están dispuestos a prestar dinero. Lo que exigen son tipos de interés más elevados. Esto reduce la tasa de beneficio y también la demanda. Lo que antes era efecto, ahora es causa y el ciclo emprende una espiral descendente incontrolable.

Esta situación es la que temen tanto la burguesía británica como la estadounidense. Por eso la Fed y ahora (de mala gana) el Banco de Inglaterra inyectan más inflación a la economía. Con ello puede que pospongan el día fatídico, pero sólo a costa de provocar después un colapso mayor y más profundo.

El casino mundial del capitalismo moderno

Hubo una época en que se consideraba a los banqueros respetables ciudadanos en los que se podía confiar para que cuidaran el dinero de otras personas. Llevaban trajes oscuros y recibían a la gente que quería conseguir un préstamo en salones de mármol, la sometían a un interrogatorio inquisitorial relacionado con aspectos de su vida. ¡Eso terminó!

Gracias a las reformas thatcheristas de los años ochenta y la desregulación de la City todo ha cambiado. Los banqueros ahora están totalmente absorbidos en el casino mundial del capitalismo moderno y son adictos al juego de los mercados bursátiles. El problema es que no juegan con su dinero sino con los ahorros de toda una vida y los fondos de pensiones de la gente corriente, fundamentalmente la clase obrera o la clase media.

En el punto culminante del boom, puede haber una crisis de los mercados bursátiles que sirva para sacar grandes cantidades de capital ficticio inyectados en el sistema durante el auge. Esta situación se conoce como "corrección" y se supone que tiene los mismos efectos beneficiosos que las sangrías (extraer el exceso de sangre de un paciente") se imaginaban tenían en la Edad Media. Pero como sabemos, la pérdida de mucha sangre a veces puede tener consecuencias desastrosas.

La crisis crediticia ya tiene efectos. Los bancos se han visto obligados a cancelar miles de millones de libras de deuda. El Banco de Inglaterra ha subido los tipos de interés cinco veces el año pasado hasta alcanzar el 5,75 por ciento actual. Ahora se escuchan los alaridos de dolor.

El aumento del coste del crédito no sólo afecta a los consumidores y propietarios de viviendas, también se alimenta de la tasa de beneficio de los capitalistas. Puede afectar en cierta etapa a la inversión, especialmente si se combina con aumentos de los precios de las materias primas como el petróleo.

Según Greenspan: "En Gran Bretaña, el mercado inmobiliario aún no ha cambiado y el consumo familiar está más sujeto a los cambios de tipos de interés que en EEUU". La inestabilidad de los mercados monetarios ha supuesto que el tipo real pagado por millones de familias, el llamado tipo variable estándar, en realidad haya subido a las nubes, sobre todo cuando el tipo bancario estaba ya en un 6,75 por ciento. Esta advertencia llega con el sistema bancario británico en crisis.

También hay crecientes signos de que tras una década de casi crecimiento ininterrumpido, el mercado inmobiliario está desacelerándose de una manera espectacular. Según Rightmove y la Royan Institution of Chartered Surveyor, se ha producido una caída repentina de los precios.

El papel de la Reserva Federal

En su obra de 1966, Gold and Economic Freedom, Greenspan culpaba a la Fed de la Gran Depresión. Esta afirmación no es correcta. Los bancos no causan las depresiones, éstas son la consecuencia de la anarquía de la producción capitalista. Pero sí pueden exacerbar las crisis al inyectar durante un auge enormes cantidades de capital ficticio al sistema. Eso ocurrió en el período anterior al gran crack de 1929 y ahora ocurre a una escala incluso mayor. Citaremos las palabras de Greenspan:

"El exceso de crédito que la Fed bombeó a la economía se extendió por el mercado bursátil, desencadenando un espectacular boom especulativo. Cuando ya era tarde, los funcionarios de la Reserva Federal intentaron absorber el exceso de reservas y finalmente acabaron con el boom. Pero era demasiado tarde, en 1929 los desequilibrios especulativos ya eran arrolladores".

Resulta irónico que estas opiniones vengan de Alan Greenspan. Bajo su dirección, la Fed contribuyó de forma poderosa a las burbujas de EEUU y a su adicción a la deuda. El mantenimiento de tipos demasiado bajos durante tanto tiempo estimuló el boom crediticio y preparó así el camino para la crisis actual. Durante la mayor parte del período de 2002 a principios de 2006, los tipos "reales" realmente fueron negativos (por debajo de la inflación), la realidad es que se recriminaba a aquellos que no contraían deudas. Ahora Greenspan dice: "La raza humana nunca ha encontrado una forma de hacer frente a las burbujas". Admite que le pilló por sorpresa la locura de las sub-prime: "Aunque yo conocía que estaban sucediendo muchas de estas prácticas, en realidad no hice frente a esta situación hasta que fue demasiado tarde: en 2005 y 2006", estas son sus palabras al Daily Telegraph.

El resultado de las repetidas reducciones de los tipos de interés es un país que vive más allá de sus límites (los banqueros califican esta situación como riesgo jovenlandesal). De ser el mayor acreedor mundial, EEUU se ha transformado en el mayor deudor del mundo, su pasivo externo neto supera los 3 billones de dólares. La tasa de ahorro ha caído por debajo de cero por primera vez desde la Gran Depresión. EEUU año tras año ha mantenido un déficit por cuenta corriente del 6,5 por ciento de su PIB, a pesar de todo, la Fed miraba con complacencia cómo los compradores gastaban alegremente y acumulaban deudas cada vez mayores. Como resultado de esta situación, Asia y particularmente China han acumulado enormes reservas a costa de EEUU.

La crisis reciente ha revelado hasta qué punto los grandes bancos norteamericanos están metidos de lleno en la especulación. Particularmente ingrata era la práctica de comprar y vender deuda. Durante este boom, los bancos y las financieras estaban dispuestos a ofrecer créditos e hipotecas a muchas personas que no se lo podían permitir. En la medida que los tipos de interés estaban bajos (durante un tiempo incluso negativos) parecía un buen acuerdo. Sobre esta base, muchos trabajadores pobres intentaron comprar casas. Además, los bancos vendían paquetes de esta deuda a otros bancos que estaban ansiosos por comprar.

La "finanza estructurada" es el término que utilizan para un sistema supuestamente diseñado para distribuir el capital de manera más eficiente permitiendo a otros participantes en el mercado cumplir el papel que antes era considerado exclusivo de los bancos. En la práctica, es un timo gigantesco. Los préstamos hipotecarios inseguros y otros pasivos mágicamente se transformaron en activos (valores títulos) a través de la denominada "securitización". Era el equivalente financiero de los alquimistas que pretendían transformar el plomo en oro. Este sistema se basa en inversores que proporcionan los fondos a los préstamos hipotecarios que después serán vendidos como obligaciones de deuda garantizada o CDO.

Esta locura se puso al descubierto con el colapso de Bear Stearns en EEUU. De repente nadie quería las CDO. Toda una serie de bancos muy conocidos tenían problemas. Por ejemplo, Lehman Brothers, quedó seriamente dañado por su excesiva exposición al mercado de las sub-prime, 2 billones de dólares, los préstamos inmobiliarios se habían dividido en "rebanadas y cuadritos" y convertido en paquetes de renta, normalmente en forma de obligaciones de deuda garantizada. Este banco el año pasado se llevó una gran parte de los 500.000 millones de dólares expedidos en CDO. Debido a estas práctica, el director, Richard Fuld, recibió una generosa retribución de 40,5 millones de dólares.

Todo fue bonito mientras duró, pero todo lo bueno llega a su final. El pánico en los mercados crediticios norteamericanos estalló en mayo cuando Bear Stearns informó de enormes pérdidas en dos de sus fondos de alto riesgo. Permitieron que uno de los fondos colapsara mientras rescataba el otro. En agosto, las ventas de nuevas CDO cayeron un 73 por ciento. Ahora la rentabilidad de los bonos de la deuda de Lehman es inferior a la deuda de Colombia. La cantidad total de dinero que Goldman Sachs y Morgan Stanley han tenido que inyectar se ha doblado desde febrero dejando apenas margen de beneficio.

Citigroup calcula que los cuatro bancos, incluido Merril Lynch, se han quedado con 75.000 millones de dólares en préstamos para "leveraged buy-outs" [N. del T. Comprar todas las acciones de una empresa pagándolas con dinero prestado a cambio de asegurar que las acciones serán compradas], contratadas antes de la restricción crediticia y que han sido incapaces de colocar en los mercados sin obtener abundantes pérdidas. Se ha producido un repentino aumento del endeudamiento de bancos procedente del programa de rescate de emergencia de la Fed. Miles de millones de dólares se han repartido a través de la conocida como "ventana de descuento". Igual que en Gran Bretaña, los bancos norteamericanos han pedido dinero prestado a la Fed porque no pueden cumplir sus requerimientos mínimos de reserva.

Parasitismo

Todo el sistema bancario ahora está hasta el cuello metido en el fraude y los engaños de todo tipo. Siempre ha sido así. En un boom, cuando la producción está a pleno rendimiento y hay mucho dinero, también se produce una lucha frenética por el crédito. El exceso de dinero y crédito en esta etapa del ciclo económico juega un papel positivo al engrasar el sistema y proporcionar mucha de la liquidez que se necesita.

Siempre en esto existe un elemento de especulación, como explica Marx. Cuando todo el mundo consigue dinero nadie se preocupa por mirar de cerca de dónde viene el dinero, o ni siquiera si es dinero real.

El economista inglés Gilbart ya en 1834 escribía: "Todo lo que da facilidades al comercio facilita la especulación. El comercio y la especulación en algunos casos son estrechos aliados, así que es imposible decir en que momento preciso acaba el comercio y comienza la especulación". En los tiempos de Marx se calculaba que posiblemente "nueve décimas partes de todos los depósitos en el Reino Unido podrían no existir más allá de los libros de cuentas de los bancos que respectivamente contabilizaban". (The Currency Theory Reviewed. pp. 62-63).

En este alegre carnaval de ganancias, todo el mundo está demasiado intoxicado con el espectro del enriquecimiento como para preocuparse por la letra pequeña. "Come, bebe y se feliz, ¡mañana estaremos muertos!" Ese es el lema de la burguesía en un período de boom. Sin embargo, cuando el boom pierde fuelle, estos procedimientos fraudulentos y triquiñuelas quedan al descubierto. En el futuro son inevitables más fracasos bancarios.

La única diferencia entre el período actual y el pasado es la escala de la orgía de engaño y especulación. En el período pasado, enormes cantidades de capital ficticio se han inyectado el sistema a través del boom bursátil, la burbuja inmobiliaria y la extensión ilimitada del crédito y la deuda, hasta alcanzar niveles inauditos. Simplemente es un reflejo de la decadencia senil del capitalismo.

En su juventud, la burguesía, movida por la codicia de beneficio y la sed insaciable de plusvalía (el trabajo no pagado a la clase obrera), desarrolló las fuerzas productivas. Pero en el período de su decadencia senil no juega ningún papel progresista. Marx explicó que el verdadero ideal de la burguesía es hacer dinero del dinero sin necesidad de recurrir al fatigoso proceso de la producción. La burguesía ahora está contagiada de una enfermedad de la que no se conoce cura. En palabras del economista conservador inglés Roger Bootle:

"La verdad evidente es que los mercados financieros e instituciones económicas han sido indulgentes con esta loca oleada de codicia, ceguera y comportamiento de manada. En el proceso ellos han depositado sus millones. Ahora las consecuencias les ha dejado desnudos ante la enfermedad, desde sus lujosos templos a Mammon, para pedir de forma disfrazada una ayuda al Estado. No es muy difícil imaginar que habrían dicho o cómo habrían reaccionado ante a la idea de salir al rescate de los manufactureros de automóviles, constructores de barcos o mineros. Ahora que el sufrimiento está cerca ellos se quejan con un tono de recta indignación".

¡El propio Marx no podía expresarlo mejor! En el pasado, el capitalismo jugó un papel relativamente progresista al desarrollar las fuerzas productivas y crear la base material para una nueva sociedad: el socialismo. Pero hoy ya no ocurre así. Con la excepción de China (y algunas otras economías asiáticas) la burguesía no desarrolla las fuerzas productivas.

Marx señaló que el ideal de la burguesía es "hacer dinero del dinero", liberándose de la necesidad penosa de la actividad productiva. Ahora están cerca de conseguir este sueño. En Gran Bretaña, EEUU y en muchos otros países, se ha producido un profundo declive de la manufactura y un gran aumento del parasitario sector financiero y del sector servicios. Michael Roberts escribía hace poco:

"Nunca el capitalismo ha dependido tanto del sector financiero. Nunca el sector financiero ha contribuido tanto al beneficio. Marx lo denominó "capital ficticio". El boom de los años noventa y de los últimos cuatro años no se ha basado principalmente en la expansión de la producción real (al menos no en los países capitalistas desarrollados de la OCDE). No, se ha basado en el gasto masivo de las familias norteamericanas y británicas, financiado por un gran aumento de la deuda. Las familias ya no ahorraban, sólo pedían prestado.

"Ese es el caso de Gran Bretaña, un parásito financiero extraordinario. El capitalismo británico ya no es la sombra de lo que fue, ahora es un banquero gigante del mundo. Como tal, la economía capitalista británica es la más vulnerable a la crisis financiera global y podría suponer una recesión económica. Pero los trabajadores británicos y sus familias serán los que más sufrirán". (Michael Roberts. El camino rocoso hacia la ruina. http://www.elmilitante.org/content/view/4153/29/).

Greenspan se "explica"

Los economistas burgueses son incapaces de comprender las crisis, que son un resultado ineludible del capitalismo. Es bastante asombroso leer los cometarios de Alan Greenspan, el gurú de la economía burguesa moderna.

Sin embargo, Greenspan tiene razón en al menos una cosa. Dice que la crisis de los préstamos sub-prime en EEUU era "el accidente esperado" y tiene razón. Hegel explica que la necesidad se expresa a través del accidente: "si no existieran las sub-prime, habría sido otra cosa. Las sub-prime en EEUU era el eslabón débil de nuestro sistema. Si no hubiera pasado eso y no se hubiese roto esta fiebre, entonces habría sido algo diferente, hubiese ocurrido de una manera u otra".




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