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Destapan una lujosa y millonaria trama de fiestas sensuales con futbolistas casados
Ante casos así, el hombre normal tiene dos defensas:
- Guardar las distancias.
- Salir corriendo sin mirar atrás.
Si no se hace una cosa ni la otra deja de ser hombre. Pasa a ser un pelele libidinoso babeante sin voluntad propia, a merced de la voluntad de la nena.
Eso sí, toda la responsabilidad se la comerá él.