Llega a casa tras una larga jornada laboral, hace horas que anocheció. Aparca su blanquecino Dacia o Nissan Qashqai en el parking comunitario de la urbanización Paco en la que pagó 300mil de ala por un pisito de dos dormitorios, terracita de 8m2, un baño y un aseo justo antes del estallido de la burbuja. Entra a casa y cuelga el abrigo que se compró en Zara en las rebajas de hace dos agostos. Abre su flamante frigorífico Becken. Tchssss.. Ummm, una Coca Cola Hacendado bien fresquita. Los 'pequeños placeres' de la vida están al alcance de cualquiera -se autoconvence no sin cierta resignación-, a continuación se dirige al salón pintado de bermellón, pistacho o calabaza y aleatoriamente decorado con cuadros de Ikea donde sale alguna chuminada de París o Nueva York.. Allí le espera despatarrada en el sofá chaise longue Conforama su querida Charo polifollada, más rubia que la novia de Odin, eso sí, no de nacimiento sino gracias al tinte de pelo Deliplus. En la tele OKI de 60 pulgadas sale Sálvame melocotón con el mariposón de Jorge Javier hablando de GH Vip 56 como si estuviera dando las campanadas de fin de año.
Saluda a su Charo esperando recibir algo de consuelo a su perversos vida y ella, casi sin levantar la mirada de su iPhone 4000XR6 ultimísimo modelo, responde con un ininteligible "gñé". "Salgo a correr" le espeta nuestro protagonista tras suspirar y calzarse las Kipsta que se compró la semana pasada. Antes de cerrar la puerta murmura "menos mal que en Decathlon hay ropa deportiva de calidad a buen precio".