El mensaje es magistral.
España está enferma de Francia. El mismo modelo radial, España capital Paris, es esquizofrénico, a sabiendas de que Madrid está rodeada de un auténtico desierto. Su homóloga francesa, en el vergel de Île-de-France y contigua al Loire, mantiene una continuidad urbana hasta su conexión con la Bleu banane.
¿Qué piensa usted de Alemania?
Es bastante perceptible en España un giro hacia el pensamiento alemán después de décadas de francofilia. Menos pretencioso, más sistemático, más serio y menos aquejado de esa soberbia francesa de creerse la única nación civilizada del globo, con ese aire siempre de deferencia hacia el resto de naciones.
La primera catedra de hispanismo en el mundo se crea en Alemania a finales del siglo XVIII. Concretamente en la Universidad de Gotinga en 1737. Shelling hizo una tesis sobre Huarte de San Juan y Schopenhauer la hizo de Baltasar Gracián. Hayr muchos más ejemplos, los hermanos Grimm, publicaron en Alemania romances que habían copiado previamente etc.
¿Un posible aliado en esa realpolitik de destrucción lo francés y lo ingles?
Madrid tiene que unirse con la "banana hispánica", es decir, la -hoy, bananera- Hispanoamérica, con enorme potencial aún sin materializar. Puede conjugarse con Lisboa y Sevilla en duplas que permitan la articulación entre el ejercicio y la meditación, entre el mar y la tierra, entrando por una desde el Atlántico, que sigue siendo uno de nuestros mares, y llegando después a la Meseta, una de esas plataformas hispánicas que funcionan como reservas de identidad, al igual que las sierras americanas, siempre en lo alto, lejos de los puertos y los mercaderes.
Sobre Alemania.
Contemos con que el recorrido natural de España, ante la dificultad de una expansión directa cruzando el Pirineo contra el Norte, es desparramarse por el Mediterráneo. Allí encuentra a Italia, otro aliado obligado -a pesar de sus problemas-, y a partir de ahí lo hispano se desdibuja, siendo Alemania, por la herencia del Sacro Imperio un posible camino; otros son llegar a los que son como nosotros, pobres pero fuertes (griegos, balcánicos...), o a los que también están amenazados (polacos, húngaros...). Por su parte, Alemania, cercada por Francia y Rusia, camina al sur, a Italia y ahí necesariamente se encuentra a España. Tiene también la tentación de recorrer los Balcanes, despedazarlos y avanzar por Turquía. Un camino que se encuentra de bruces contra el Islam, y que la islamiza, poco fértil en comparación con el Hemisferio entero -y cristiano- que brinda el camino español.
Alemania funcionó bien junto a España: casi dos siglos enteros de alianza entre las dos ramas de los Habsburgo. Alemania, desde luego, no es el Enemigo, como sí lo son Francia o Inglaterra. Alemania vive históricamente situaciones parecidas a las hispanas. Durante mucho tiempo, fue campo de batalla y de esclavos: justo lo mismo que la Hispanidad de hoy. El campesino alemán emigraba como lo hace el hispanoamericano. Su solución fue la misma que tenemos que aplicar nosotros: unificación e industrialización. Alemania es la gran tentación tradicionalista: muchos se hicieron germanófilos en la Gran Guerra. Desde luego, es preferible a lo que defendían los otros.
Pero no debemos olvidar a Lutero. Con él encontramos el alma oscura alemana y el motivo de las fracturas con lo hispano, que ahí están, y también el motivo del destrozo y caída de la propia Alemania, porque todos los que han abandonado a España -incluida la misma España- están destinados a acabar en el pozo. Se podrá matizar la valoración diciendo que Lutero es, más que enemigo externo, un enemigo interno, un separatista, un Bolívar, un Puigdemont. Y con eso, intentar modular el problema luterano, mantenerlo en casa, incluso con algo de cariño. Pero son lo que son: traidores, no pocas veces peor considerados que el peor de los enemigos. Y no acaba ahí. La esencia de Lutero se repite en mil y una herejías. Alemanes son Nietzsche, Marx, Kant, Krause, los austromarxistas, la Escuela de Frankfurt... tenemos nombres oscurísimos para aburrir, repitiéndose una y otra vez desde aquellas tierras. Y se replican aquí. El PSOE es un partido puramente alemán. Nuestro antiguo federalismo expansivo, imperial, se ha retorcido hacia un federalismo disruptivo, antiimperial, tendente a la atomización. En vez de un padre engendrando hijos, tenemos a un loco amputándose los miembros. Nos está gobernando el germanismo, que es otra suerte de indigenismo, con el mismo grado de infantilización, y de peligro suicida.
A veces parece que Alemania dejó de existir junto a España. El norte cayó pasto de los más selváticos y menos cristianizados, los prusianos, igual que la Guinea Española acabó en manos de tiranos de Mongomo, en las selvas del interior. El sur austríaco, abandonado a su suerte, dio tres pasos más y se derrumbó. Alemania intenta una y otra vez un imperio, pero ya lo tenía junto a España, y católico, sin estupideces como las que vinieron después. Nostalgia geopolítica. Supongo que la solución es darle la vuelta. No son la salvación, sino que debemos salvarles, como a todos, y a ellos más por nuestra conexión geohistórica y por sus tendencias suicidas. El Sur siempre ha civilizado al Norte. Tenemos que volver a hacerlo, seguir el camino -hoy filosófico, porque estamos descarnados- de las legiones y de los Tercios, cuando se paseaban por allí arriba. Recuperar la Alemania de Carlos, y enterrar para siempre la de Lutero.