El pensador afirma sentirse “tan vivo como cuando tenía ocho o diez años. No hay nada de mi cuerpo que funcione bien, pero el núcleo de todo, el flujo de conciencia, está intacto. Nadie sabe lo que es morir, porque nadie volvió para contarlo. Un esbozo de fallo renal me permitió estar en zonas limítrofes pero volví, y lo curioso es que no me encontré con el miedo en ese camino. El miedo lo tengo más bien cuando más despierto estoy, y veo qué sencillo es ser arrasado por un ictus, vegetalizarse, no poder ni asearse. Todo el mundo debería tener un Smith and Wesson en la mesilla, o un barbitúrico de acción ultrarrápida, por si toca decir adiós y la vida no tuvo la bondad de cesar dignamente”.
Antonio Escohotado: “Todo el mundo debería tener un revólver en la mesilla por si hay que decir adiós”
Antonio Escohotado: “Todo el mundo debería tener un revólver en la mesilla por si hay que decir adiós”