Allegro ma non troppo
Creedme si os digo que cada palabra me cuesta, al menos, toda mi atención. Tanto leeros como expresarlas para vosotros. Y lo peor es que cada día más, como si mi destino estuviera lejos de aquí y de cualquier contacto meridianamente intelectual con nadie, con cualquiera. Condenada a habitar sola con ideas propias, también con recuerdos, y también generando pensamientos apoyados en palabras ajenas que los inspiran, afortunadamente conservo intacta mi audición que además se ha ido agudizando al extremo, a veces tanto que me resulta hiriente, tanto se agudizó que me corta e incluso hace sangrar profundamente.
Y después de tanto aún doy gracias por poder sentir, incluso tanto dolor a veces que llego a despedirme de quien me soporta, después despierto y vuelvo a escuchar tanto placer aunque solo sea buenos días como te encuentras, y no soy capaz de recordar como dolía, solo que era mucho, pero se pasó. Y así.
He estado creyendo ayudar a algunos niños, me sugirieron hacerlo, niños con verdaderos problemas. Estate por ellos Marta, me dijeron, que vean en ti que se pueden superar los problemas, tratamientos destructivos y las cirugías, eres un chica preciosa, que toquen tu pelo y verte tan bien les dará esperanza. Pero era mentira, la realidad es otra y son ellos quienes me han sostenido todo el tiempo. Y diría que es posible que sea este mi destino, soy una pieza de la existencia cuya virtud es su defecto o lo contrario, como una simple cuña que evita que el aire cierre alguna puerta. Ahí, tan aparentemente ausente de valor ya, pero férreamente eficaz en su desempeño, por simple que sea, fundamental para alguien, aunque sea solo para mí misma.