Comparto un fragmento del texto, que recopila principalmente citas de diversos autores.
Europa está advertida, pero no es consciente
El interés de algunos intelectuales europeos por el islam y su historia se acrecentó en el siglo XIX, de modo que empezaron a desarrollarse estudios rigurosos sobre el Corán. Unos cuantos quedaron fascinados. Los que profundizaron más, sin embargo, no ocultaron sus observaciones críticas. Desde entonces, las investigaciones se han acelerado, hasta producir una verdadera revolución teórica en el último cuarto de siglo. Y a lo largo de todo el camino, voces de advertencia que buscan despertar a Europa del sueño romántico y de la ingenuidad.
A propósito de Alexis de Tocqueville (1805-1859), que estudió el Corán muy a fondo, escribe el presentador de la edición de sus Notas sobre el Corán:
"De la lectura del Corán, como vemos en sus notas, él saca la idea de que la religión de Mahoma posee no solamente una desafortunada propensión a multiplicar los llamamientos a la guerra y al asesinato de los infieles, sino que además deja poco espacio real a la libertad y a las libertades, sobre todo en la medida en que niega la existencia de «órdenes» diferentes, puesto que regula simultáneamente los dominios de lo ético, lo político, lo jurídico y lo social" (Alexis de Tocqueville, Notes sur le Coran [1838] et autres textes sur les religions).
Y prosigue subrayando que Mahoma, por un lado, trata de encauzar las pasiones humanas hacia fines desinteresados, pero "en cuanto a la parte egoísta, es mucho más visible aún. La doctrina de que la fe salva, que el primero de todos los deberes religiosos es obedecer ciegamente al profeta; que la guerra santa es la primera de todas las buenas obras… todas estas doctrinas, cuyo resultado práctico es evidente, se encuentran en cada página y casi en cada palabra del Corán. Las tendencias violentas y sensuales del Corán saltan a la vista de tal modo que no concibo que escapen a ningún hombre sensato. El Corán es un progreso sobre el politeísmo en cuanto que contiene nociones más nítidas y más verdaderas de la divinidad, y que abarca con una visión más amplia y más clara ciertos deberes generales de la humanidad. Pero apasiona y a este respecto yo no sé si no ha hecho más mal a los hombres que el politeísmo, que, no siendo uno ni por su doctrina ni por su sacerdocio, no agitó jamás las almas muy de cerca y las dejaba tomar su vuelo bastante libremente. Mientras que Mahoma ha ejercido sobre la especie humana un inmenso poder, que, en conjunto, creo que ha sido más perjudicial que saludable" (Alexis de Tocqueville, Notes sur le Coran [1838] et autres textes sur les religions).
Uno de los primeros investigadores en abordar científicamente el estudio del Corán, el orientalista escocés Sir William Muir, a mediados del siglo XIX, formulaba a un juicio tan lacónico como severo:
"La espada de Mahoma y el Corán son los más fatales enemigos de la civilización, la libertad y la verdad que el mundo ha conocido hasta ahora" (William Muir, La vida de Mahoma, 1861, IV: 322).
Hoy, no es un riesgo teórico entrevisto por mentes lúcidas, ni una realidad ajena allá en países lejanos. Está aquí. Todo hace presagiar que la continua irrupción de fiel a la religión del amores en Europa constituye una forma de allanar el camino a una islamización hostil por definición y potencialmente letal para la civilización europea. Y sin embargo, parece que muy pocos quieren darse por enterados, aunque no por falta de advertencias:
"Millones de personas modernas de la civilización blanca, es decir, la civilización de Europa y América, lo han olvidado todo sobre el Islam. Nunca han entrado en contacto con él. Dan por sentado que está decayendo, y que, de todos modos, es solo una religión extranjera que no les concierne. En realidad, es el enemigo más formidable y persistente de cuantos ha tenido nuestra civilización, y en cualquier momento puede llegar a ser una amenaza tan grande en el futuro como lo ha sido en el pasado. (...) Toda la fuerza espiritual del islam está presente todavía en las masas de Siria y Anatolia, de las montañas del Oriente asiático, de Arabia, Egipto y África del Norte. El fruto final de esta tenacidad, el segundo período de poder islámico, puede retrasarse, pero dudo que pueda posponerse permanentemente" (Hilaire Belloc, The Great Heresies, 1938).