BGA
Madmaxista
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Reitera una vez más el mismo mensaje. Poder, Capital, Pueblo, Dominación... son agentes y resultado. Cristo no luchó contra el poder porque su poder no es de este mundo. Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios, que es el espíritu, el alma, y en todo caso la voluntad de servir al único poder que importa. El poder no se auto referencia, se construye siempre en función de, en contra de o a favor de... No es un "valor" en sí mismo y depende de elementos distintos del poder para poder ejercerlo. Si usted altera el sujeto y el objeto del poder, no alterará un ápice el sentido del poder cuya sustancia es él mismo, porque siempre existirá quien lo administre y quien se ponga bajo su protección o en su caso, bajo su tiranía. Usted habla del poder en términos netos y atribuye a quien lo detenta atributos que no están en los dominados. Ese es su fallo; que no contempla que el poder corrompe y que por esa corrupción, quien antes ha sido pueblo suele ser el peor tirano porque conoce cómo es y qué ambiciona el estrato social del que sale. La vanidad y la soberbia, el engreimiento fácil, no son atributos del poderoso y solo del poderoso, como no es atributo de humildad ni de paciencia el ser pobre cuando tal condición se concibe como un fracaso que mira el éxito como un tesoro de autoridad, autoestima y estima por parte de otros sin que importe gravemente si es por interés, y de seguridad en no ser los primeros descartados, o mejor, en ser quien descarta a otros. Presupone virtudes en el "pueblo" que no están presentes en las personas. La suma no mejora la calidad de su partes...
Casualmente hoy es el Día de Cristo Rey. Uno debe saber quién es su Señor y debe preguntarse si tiene sentido el servicio personal a su Señor, o si cualquier señor vale si con ello él también prospera por las mismas vías que su señor.
La revolución cristiana es un tipo de revolución muy distinta que la que tiene en mente. Es una revolución en el Amor a Dios, a uno mismo y al prójimo como extensiones de Dios y en cierto punto de uno mismo. No es una revolución que se levanta en armas y no se cuestione el número de víctimas inocentes que atropellará a su paso. Es una revolución espiritual y como católico, eso quiere decir que "actúa" en el mundo de la materia. No es solo esperar al cielo, es sentir que Cristo es el Rey y que todo aquel que tiene a Cristo como Rey, merece mi confianza, aunque sea pueblo, rey, doctor en leyes, sabio, campesino u obrero de la construcción. En mi "hambre" mando yo y estoy aprendiendo a no dejarme llevar por los manjares del mundo.
Esa es la única y verdadera revolución. Así lo entendieron los primeros cristianos martirizados que no doblaron piernas ni cerviz ante el dueño de este mundo ni buscaron la revolución ni clamaron venganza. Si es capaz de apoyarse en el cristianismo primitivo, no se olvide nunca de esos ejemplos porque son los pilares "populares" de nuestra Fe. Ser auténtico borrego y parecerlo sin ser lobo, es cosa difícil de diagnosticar. Dese tiempo.
Todo lo demás, más o menos sofisticado, es una lucha por el poder por alcanzarlo a cualquier precio en la "confianza" de que nada ajeno a la vida física merece la pena ser tenido en cuenta. Esa conclusión "existencial" impide todo escape, que no es simple escapismo de ninguna responsabilidad, sino que es un escape al respecto de las fuerzas que gobiernan este" mundo". Quien no depende tanto de ellas, como el poderoso, o como el humilde por obligación, "ve" las cosas de otro modo y puesto que las ve, las entiende, las comprende y si es coherente, actúa en este mundo sobre tales convicciones.
Todo lo otro es un marear la perdiz; un baja tu que me subo yo, sea el "pueblo" como si su voz fuera única y concreta, o sea quien se erige en la voz del pueblo.
Digo yo que usted y yo seremos pueblo y sin embargo, convendrá conmigo las dificultades que tendríamos a la hora de hacer algo juntos, máxime tratándose de estas cuestiones que son las que a usted le interesan. No compartimos ni siquiera el diagnóstico como para ponernos de acuerdo en los tratamientos. Extrapole esta pequeña realidad que somos usted y yo, y dígame si tenemos alguna posibilidad de sumar nuevas voluntades y compromisos en el propósito de dar el poder al pueblo... De verdad, no entiendo cómo no se da cuenta del alto grado de idealismo que domina su espíritu.
Casualmente hoy es el Día de Cristo Rey. Uno debe saber quién es su Señor y debe preguntarse si tiene sentido el servicio personal a su Señor, o si cualquier señor vale si con ello él también prospera por las mismas vías que su señor.
La revolución cristiana es un tipo de revolución muy distinta que la que tiene en mente. Es una revolución en el Amor a Dios, a uno mismo y al prójimo como extensiones de Dios y en cierto punto de uno mismo. No es una revolución que se levanta en armas y no se cuestione el número de víctimas inocentes que atropellará a su paso. Es una revolución espiritual y como católico, eso quiere decir que "actúa" en el mundo de la materia. No es solo esperar al cielo, es sentir que Cristo es el Rey y que todo aquel que tiene a Cristo como Rey, merece mi confianza, aunque sea pueblo, rey, doctor en leyes, sabio, campesino u obrero de la construcción. En mi "hambre" mando yo y estoy aprendiendo a no dejarme llevar por los manjares del mundo.
Esa es la única y verdadera revolución. Así lo entendieron los primeros cristianos martirizados que no doblaron piernas ni cerviz ante el dueño de este mundo ni buscaron la revolución ni clamaron venganza. Si es capaz de apoyarse en el cristianismo primitivo, no se olvide nunca de esos ejemplos porque son los pilares "populares" de nuestra Fe. Ser auténtico borrego y parecerlo sin ser lobo, es cosa difícil de diagnosticar. Dese tiempo.
Todo lo demás, más o menos sofisticado, es una lucha por el poder por alcanzarlo a cualquier precio en la "confianza" de que nada ajeno a la vida física merece la pena ser tenido en cuenta. Esa conclusión "existencial" impide todo escape, que no es simple escapismo de ninguna responsabilidad, sino que es un escape al respecto de las fuerzas que gobiernan este" mundo". Quien no depende tanto de ellas, como el poderoso, o como el humilde por obligación, "ve" las cosas de otro modo y puesto que las ve, las entiende, las comprende y si es coherente, actúa en este mundo sobre tales convicciones.
Todo lo otro es un marear la perdiz; un baja tu que me subo yo, sea el "pueblo" como si su voz fuera única y concreta, o sea quien se erige en la voz del pueblo.
Digo yo que usted y yo seremos pueblo y sin embargo, convendrá conmigo las dificultades que tendríamos a la hora de hacer algo juntos, máxime tratándose de estas cuestiones que son las que a usted le interesan. No compartimos ni siquiera el diagnóstico como para ponernos de acuerdo en los tratamientos. Extrapole esta pequeña realidad que somos usted y yo, y dígame si tenemos alguna posibilidad de sumar nuevas voluntades y compromisos en el propósito de dar el poder al pueblo... De verdad, no entiendo cómo no se da cuenta del alto grado de idealismo que domina su espíritu.