_Mickey_Mouse_
Madmaxista
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Rusia está destrozando todas las previsiones económicas. Frente a la debacle más anunciada de la historia (todos los organismos occidentales hablaban de un desplome del PIB de entre el 8 y el 11%), la economía de Rusia apenas cayó un 1,2% en 2022. Frente a la depresión pronosticada (se hablaba de que pasaría años sin crecer), la economía rusa no solo ha vuelto a crecer en 2023, sino que además lo hace con fuerza y sus previsiones no paran de mejorar. Frente al desastre y la hiperinflación, Rusia muestra relativa estabilidad. Tanto es así que JP Morgan y el Fondo Monetario Internacional han sido los últimos en revisar al alza el PIB ruso para este año ¿Por qué han fallado las previsiones de Occidente sobre la economía de Rusia? ¿Error de cálculo en las previsiones o milagro?
La respuesta corta y sencilla a la última pregunta es que ambos factores han contribuido. Los pronósticos fallaron y Rusia ha aguantado mejor de lo esperado. La economía de Rusia lo ha hecho mucho mejor de lo que Occidente esperaba. Los países avanzados han comprobado que resulta casi imposible aislar a un país tan grande, que además cuenta con potencias que han seguido comerciando y colaborando (China e India) y que llevaba tiempo preparando su economía para una situación de cuasi autarquía. Quizá, los organismos occidentales basaron sus proyecciones en el impacto que han sufrido economías como la de Venezuela. Pero Rusia es diferente. Con una búsqueda rápida en Google se puede ver que los medios llevan meses publicando análisis y noticias sobre el 'no' colapso de la economía rusa (why russian economy is not collapsing, se preguntan los analistas.)
Elina Ribakova, economista del Instituto Peterson de Economía Internacional, explica a DW que hay tres razones principales por las que la economía rusa se ha mantenido tan bien. La primera es que el sistema financiero ruso estaba suficientemente preparado para capear la ola de sanciones bancarias y financieras, algo que fue vital en los primeros compases de las sanciones. Moscú habiendo estado acumulando oro y pertrechándose a todos los niveles desde la oleada turística de Crimea en 2014.
La segunda es que Rusia es un país con grandes riquezas energéticas y con un territorio vastísimo, que además hace frontera con China, el país que está llamado a liderar la economía mundial. Todo ello le ha permitido disfrutar de ingresos masivos por las exportaciones de petróleo y gas, a la par que China y otros países satélite le han seguido vendiendo a Rusia insumos y bienes de equipo para mantener activa su economía.
La tercera razón, que se explicará con mayor profundidad al final del presente artículo, es la forma en la que se contabiliza el PIB: una mayor producción de armas u otros bienes relacionados con la guerra no generan mayor bienestar para los ciudadanos de Rusia. Sin embargo, la producción de estos bienes contabiliza en el PIB a través de la inversión fija y el consumo, lo que genera un crecimiento extra que sirve para mantener viva la guerra, pero no ayuda (al menos en términos materiales) que los ciudadanos rusos prosperen.
La economía de Rusia no ha colapsado
No obstante, ya han pasado más de dos años desde que diera comienzo la oleada turística de Rusia a Ucrania y hay una cosa en la que los economistas están de acuerdo: la economía rusa no se ha derrumbado pese a la imposición de sanciones masivas y sin precedentes tras la oleada turística de febrero de 2022. Moscú ha logrado 'esquivar' parte de esas sanciones (incluso las más dolorosas) a través de su influencia sobre terceros países, la implementación de ingeniosos planes o recurriendo a antiguos aliados (las navieras griegas) para seguir exportando su petróleo y gas.
Dicho eso, la economía de Rusia se recuperó (en términos de PIB) por completo en 2023 de la leve crisis de 2022. El año pasado, la economía rusa creció un 3,6%, mientras que este año el PIB se expandirá otro 2%, según las nuevas proyecciones de JP Morgan. El Fondo Monetario Internacional es incluso más optimista y pronosticó recientemente que el PIB aumentará un 2,6% en Rusia este año, un fuerte incremento con respecto a su estimación de octubre. Mientras tanto, los ingresos del petróleo están aumentando por la subida del precio del crudo y el desempleo está en un mínimo histórico.
Ya para 2025, JP Morgan proyecta un crecimiento del 1,4%. Con estos datos se podría decir que la economía de Rusia ha crecido mucho más deprisa que la de la Eurozona en los últimos años, pese a que ha sido Bruselas quien ha impuesto las sanciones y Moscú ha sido el sancionado. Curioso, cuando menos. Pero no todo es oro lo que reluce. Más crecimiento no siempre es sinónimo de mayor bienestar.
La otra cara de la economía de Rusia
Por otro lado, también es justo señalar y destacar que buena parte del crecimiento económico de Rusia es producto del 'espejismo contable' que genera una inversión histórica en defensa, que dentro del PIB queda contabilizada como inversión y maquilla el dato de crecimiento.
El Kremlin ha aumentado el gasto en defensa hasta tal punto que el 40% de todo el gasto presupuestario en 2024 se destinará a defensa y seguridad. Se trata de una economía de guerra y, además, peligrosamente sobrecalentada, aseguran los expertos. Hay una creciente escasez de mano de obra (buena parte está ocupada en la industria de guerra o en el frente) y una inflación persistentemente alta.
"El buen resultado de la economía de Rusia refleja el intenso empleo de recursos en la guerra, ocultando el rendimiento deficiente del resto de la economía", aseguran desde Allianz. Además, Rosstat ha retenido datos reales de exportaciones e importaciones, pero estimamos a partir de la información disponible que el comercio neto restó alrededor de -2,5 puntos porcentuales al crecimiento general en 2023. Esto sugiere que las exportaciones reales tuvieron un desempeño significativamente peor que las importaciones reales el año pasado.
El sector de la guerra tira del PIB
Cuando se analiza el PIB por el lado de la oferta (los sectores que produjeron bienes y servicios), el crecimiento en 2023 se vio impulsado principalmente por una fuerte expansión de las industrias vinculadas a la guerra, la construcción y las ventas minoristas. Las industrias de guerra y la construcción en particular han aumentado en los últimos dos años, el incremento ha sido en 2023 del 35%, según el informe de Allianz. Por otro lado, la producción en los sectores del automóvil y del tras*porte aéreo estuvo muy por debajo de los niveles de antes de la guerra en 2023.
La caída de sectores como el automóvil se produce porque todos los recursos se están enfocando a la producción de armas y todo lo necesario para abastecer al ejército de Rusia en el frente de Ucrania. Sí, el PIB crece porque las armas son 'bienes' que se suman en la contabilidad nacional, pero realmente no generar una mejora de la población, ni tampoco son elementos que pueden ayudar a incrementar el PIB en el futuro, como sería el caso de la inversión en maquinaria y tecnología.
La evolución de la economía de Rusia es un claro ejemplo de por qué el PIB no siempre es el mejor indicador para analizar la prosperidad de una sociedad. Una economía cuyo PIB esté conformado al 100% por la producción de armas puede arrojar el mismo dato (tanto agregado como per cápita) que otro cuya producción sea más diversificada y esté compuesta por alimentos, electrodomésticos, sanidad... Este es un ejemplo extremo, pero que muestra cómo funciona el PIB y por qué está favoreciendo a Rusia en el corto plazo.
El futuro de la economía rusa
Con todo, los expertos de Allianz prevén que el crecimiento de la economía rusa se moderará hasta el 2,5% en 2024 (en línea con lo pronosticado por JP Morgan y el FMI) y seguirá perdiendo impulso en los próximos años. Los efectos de base se desvanecen y los datos mensuales de producción industrial y ventas minoristas sugieren que la expansión de la producción se ha desacelerado en los últimos meses. Además, aunque la guerra se encuentra atascada, Ucrania ha encontrado el punto débil de Rusia y no es exactamente el petróleo, lo que puede cambiar el futuro del país dirigido por Vladimir pilinguin. Pese a todo, mientras que la economía tenga capacidad para mantener su inversión y gasto en armamento, el PIB seguirá presentando tasas de crecimiento positivo.
"De cara al futuro, se prevé que la inflación se mantenga elevada, con un promedio aproximado del 6,5% este año (tras el 7,4% interanual en diciembre y enero), en parte debido a la escasez de mano de obra y al alto crecimiento de los salarios reales (casi +8% en 2023). Como resultado, el Banco Central de Rusia (BCR) debería mantener una política monetaria restrictiva", aseguran los analistas de Allianz. Además, los ataques de Ucrania a las refinerías rusas se han convertido en otro factor que puede impulsar la inflación ante la subida del precio del petróleo y los problemas para producir refinados.
No obstante, el gran problema para Rusia llegará en el largo plazo (salvo que las previsiones vuelvan a fallar). Años de inversión en el ejército y en armas están restando potencial a los sectores y los bienes que sirven para generar mayor crecimiento futuro: maquinaría, tecnología, educación... En el corto plazo, el gasto público y la inversión militar pueden maquillar el PIB de Rusia, pero a largo plazo, la situación es cuando menos peliaguda para la economía de este país.
La respuesta corta y sencilla a la última pregunta es que ambos factores han contribuido. Los pronósticos fallaron y Rusia ha aguantado mejor de lo esperado. La economía de Rusia lo ha hecho mucho mejor de lo que Occidente esperaba. Los países avanzados han comprobado que resulta casi imposible aislar a un país tan grande, que además cuenta con potencias que han seguido comerciando y colaborando (China e India) y que llevaba tiempo preparando su economía para una situación de cuasi autarquía. Quizá, los organismos occidentales basaron sus proyecciones en el impacto que han sufrido economías como la de Venezuela. Pero Rusia es diferente. Con una búsqueda rápida en Google se puede ver que los medios llevan meses publicando análisis y noticias sobre el 'no' colapso de la economía rusa (why russian economy is not collapsing, se preguntan los analistas.)
Elina Ribakova, economista del Instituto Peterson de Economía Internacional, explica a DW que hay tres razones principales por las que la economía rusa se ha mantenido tan bien. La primera es que el sistema financiero ruso estaba suficientemente preparado para capear la ola de sanciones bancarias y financieras, algo que fue vital en los primeros compases de las sanciones. Moscú habiendo estado acumulando oro y pertrechándose a todos los niveles desde la oleada turística de Crimea en 2014.
La segunda es que Rusia es un país con grandes riquezas energéticas y con un territorio vastísimo, que además hace frontera con China, el país que está llamado a liderar la economía mundial. Todo ello le ha permitido disfrutar de ingresos masivos por las exportaciones de petróleo y gas, a la par que China y otros países satélite le han seguido vendiendo a Rusia insumos y bienes de equipo para mantener activa su economía.
La tercera razón, que se explicará con mayor profundidad al final del presente artículo, es la forma en la que se contabiliza el PIB: una mayor producción de armas u otros bienes relacionados con la guerra no generan mayor bienestar para los ciudadanos de Rusia. Sin embargo, la producción de estos bienes contabiliza en el PIB a través de la inversión fija y el consumo, lo que genera un crecimiento extra que sirve para mantener viva la guerra, pero no ayuda (al menos en términos materiales) que los ciudadanos rusos prosperen.
La economía de Rusia no ha colapsado
No obstante, ya han pasado más de dos años desde que diera comienzo la oleada turística de Rusia a Ucrania y hay una cosa en la que los economistas están de acuerdo: la economía rusa no se ha derrumbado pese a la imposición de sanciones masivas y sin precedentes tras la oleada turística de febrero de 2022. Moscú ha logrado 'esquivar' parte de esas sanciones (incluso las más dolorosas) a través de su influencia sobre terceros países, la implementación de ingeniosos planes o recurriendo a antiguos aliados (las navieras griegas) para seguir exportando su petróleo y gas.
Dicho eso, la economía de Rusia se recuperó (en términos de PIB) por completo en 2023 de la leve crisis de 2022. El año pasado, la economía rusa creció un 3,6%, mientras que este año el PIB se expandirá otro 2%, según las nuevas proyecciones de JP Morgan. El Fondo Monetario Internacional es incluso más optimista y pronosticó recientemente que el PIB aumentará un 2,6% en Rusia este año, un fuerte incremento con respecto a su estimación de octubre. Mientras tanto, los ingresos del petróleo están aumentando por la subida del precio del crudo y el desempleo está en un mínimo histórico.
Ya para 2025, JP Morgan proyecta un crecimiento del 1,4%. Con estos datos se podría decir que la economía de Rusia ha crecido mucho más deprisa que la de la Eurozona en los últimos años, pese a que ha sido Bruselas quien ha impuesto las sanciones y Moscú ha sido el sancionado. Curioso, cuando menos. Pero no todo es oro lo que reluce. Más crecimiento no siempre es sinónimo de mayor bienestar.
La otra cara de la economía de Rusia
Por otro lado, también es justo señalar y destacar que buena parte del crecimiento económico de Rusia es producto del 'espejismo contable' que genera una inversión histórica en defensa, que dentro del PIB queda contabilizada como inversión y maquilla el dato de crecimiento.
El Kremlin ha aumentado el gasto en defensa hasta tal punto que el 40% de todo el gasto presupuestario en 2024 se destinará a defensa y seguridad. Se trata de una economía de guerra y, además, peligrosamente sobrecalentada, aseguran los expertos. Hay una creciente escasez de mano de obra (buena parte está ocupada en la industria de guerra o en el frente) y una inflación persistentemente alta.
"El buen resultado de la economía de Rusia refleja el intenso empleo de recursos en la guerra, ocultando el rendimiento deficiente del resto de la economía", aseguran desde Allianz. Además, Rosstat ha retenido datos reales de exportaciones e importaciones, pero estimamos a partir de la información disponible que el comercio neto restó alrededor de -2,5 puntos porcentuales al crecimiento general en 2023. Esto sugiere que las exportaciones reales tuvieron un desempeño significativamente peor que las importaciones reales el año pasado.
El sector de la guerra tira del PIB
Cuando se analiza el PIB por el lado de la oferta (los sectores que produjeron bienes y servicios), el crecimiento en 2023 se vio impulsado principalmente por una fuerte expansión de las industrias vinculadas a la guerra, la construcción y las ventas minoristas. Las industrias de guerra y la construcción en particular han aumentado en los últimos dos años, el incremento ha sido en 2023 del 35%, según el informe de Allianz. Por otro lado, la producción en los sectores del automóvil y del tras*porte aéreo estuvo muy por debajo de los niveles de antes de la guerra en 2023.
La caída de sectores como el automóvil se produce porque todos los recursos se están enfocando a la producción de armas y todo lo necesario para abastecer al ejército de Rusia en el frente de Ucrania. Sí, el PIB crece porque las armas son 'bienes' que se suman en la contabilidad nacional, pero realmente no generar una mejora de la población, ni tampoco son elementos que pueden ayudar a incrementar el PIB en el futuro, como sería el caso de la inversión en maquinaria y tecnología.
La evolución de la economía de Rusia es un claro ejemplo de por qué el PIB no siempre es el mejor indicador para analizar la prosperidad de una sociedad. Una economía cuyo PIB esté conformado al 100% por la producción de armas puede arrojar el mismo dato (tanto agregado como per cápita) que otro cuya producción sea más diversificada y esté compuesta por alimentos, electrodomésticos, sanidad... Este es un ejemplo extremo, pero que muestra cómo funciona el PIB y por qué está favoreciendo a Rusia en el corto plazo.
El futuro de la economía rusa
Con todo, los expertos de Allianz prevén que el crecimiento de la economía rusa se moderará hasta el 2,5% en 2024 (en línea con lo pronosticado por JP Morgan y el FMI) y seguirá perdiendo impulso en los próximos años. Los efectos de base se desvanecen y los datos mensuales de producción industrial y ventas minoristas sugieren que la expansión de la producción se ha desacelerado en los últimos meses. Además, aunque la guerra se encuentra atascada, Ucrania ha encontrado el punto débil de Rusia y no es exactamente el petróleo, lo que puede cambiar el futuro del país dirigido por Vladimir pilinguin. Pese a todo, mientras que la economía tenga capacidad para mantener su inversión y gasto en armamento, el PIB seguirá presentando tasas de crecimiento positivo.
"De cara al futuro, se prevé que la inflación se mantenga elevada, con un promedio aproximado del 6,5% este año (tras el 7,4% interanual en diciembre y enero), en parte debido a la escasez de mano de obra y al alto crecimiento de los salarios reales (casi +8% en 2023). Como resultado, el Banco Central de Rusia (BCR) debería mantener una política monetaria restrictiva", aseguran los analistas de Allianz. Además, los ataques de Ucrania a las refinerías rusas se han convertido en otro factor que puede impulsar la inflación ante la subida del precio del petróleo y los problemas para producir refinados.
No obstante, el gran problema para Rusia llegará en el largo plazo (salvo que las previsiones vuelvan a fallar). Años de inversión en el ejército y en armas están restando potencial a los sectores y los bienes que sirven para generar mayor crecimiento futuro: maquinaría, tecnología, educación... En el corto plazo, el gasto público y la inversión militar pueden maquillar el PIB de Rusia, pero a largo plazo, la situación es cuando menos peliaguda para la economía de este país.