LoQueNoCuentan
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En momentos como los actuales el pueblo busca donde no hay, tan sólo necesita un halo de esperanza que dé alas a sus pretensiones de mejora vital, en un contexto social, económico y político que contempla como cuasi irreversible. Las crisis son momentos de oportunidades políticas, momentos en que se puede apostar por el continuismo o por opciones renovadoras.
Así en la política como en la vida, se suele conceder la solución a aquellos que dada su falta de experiencia no han demostrado sus errores, porque en el humano siempre existe esa especie de ilusión infantil que hace creer que lo desconocido es eminentemente mejor que lo que se tiene. En esta teoría hay mucho de cierto pero otro tanto de mistificación, de placebo infundado, de disimulo y medias tintas, allí donde los arribistas hacen su agosto.
Este es el contexto en el que se mueve la sociedad española y occidental en plena era de suicidio, situación donde lo que se ve como alternativa se escoge no por gusto o filiación sino por lo que al humano le queda: esperanza.
UPyD, el fulgurante partido del que se desconocen unos objetivos transcendentales claros es una de esas vías de escape que los ciudadanos ven especialmente en tiempos de crisis, una de esas opciones que se pone un traje de tonalidad grisáceo pero que nunca se atreve a apostar por lo blanco o lo neցro. Esas medias tintas e indeterminaciones coinciden con las actuales bien pensantes mentes, que se encuentran abiertas a todo lo que suene a ese indefinido sustantivo: centrismo.
El que ve las cosas sin venda se pregunta qué es el centro, o extrapolándolo a la política, qué es un partido de centro, ya que, ese incólume sustantivo tan utilizado en la política ofrece posibilidades tan amplias que podríamos incluir a la totalidad del arco parlamentario español y occidental, puesto qué: ¿el PSOE no se define de centro? ¿el PP no hace lo mismo?¿no es acaso el centrismo la quintaesencia de nuestra actual democracia? El mito del centrismo es uno de las más abyectas causas de la indeterminación y de falta de solvencia pues se juega con la máxima democrática de no creer en soluciones que se tildan por la prensa de radicales y que, en su esencia, buscan una vuelta a la naturalidad, a la lógica hecha política.
El método de la prensa democrática para el descrédito o el apoyo a un partido es colgar sambenitos. A UpyD se le ha colocado muy convenientemente el sambenito de ser un partido centrista, un partido que no sabe dónde empieza ni donde acaba, convirtiéndolo en otro partido más oficial y oficialista.
El partido liderado por Rosa Diez está haciendo el papel de poli bueno, del que nunca ha roto un plato, del que no ha robado, del que está en desacuerdo con el despilfarro autonómico y con la desigualdad entre los españoles. Estos motivos, junto al inigualable hartazgo en décadas de la población española, están haciendo que ascienda vertiginosamente, porque lo impoluto de su no gestión le sirve para que el ciudadano medio, harto de ver en la cúspide a los partidos que le han desplumado durante cuarenta años, opte por ese partido que le da esperanza de cambio.
Las mentes independientes habrían de preguntarse el porqué de esa vertiginosa ascensión sin prácticamente cortapisa del propio sistema, porque tanto el grueso del arco parlamentario como la prensa oficial no se han cebado con UpyD, es más a UpyD se le deja estar porque conviene que esté. Quien crea que las salidas de tono de algunos de los representantes de los de Rosa Díez son dañinos para el sistema sigue viviendo en lo que le echan de leer los periódicos diariamente y no vive la realidad.
La transigencia ante UpyD se basa en un viejo método de desviación necesaria que el sistema ostenta en pro de salvaguardar su poder. De hecho, UPyD no es ejemplo pionero, ya que, en el Reino Unido ha sucedido exactamente lo mismo con los liberales, que han encontrado cómodamente un hueco entre los partidos tradicionales con la convenida y necesaria aprobación del sistema.
Ante ello, es obligación democrática el apercibirse de a qué partido se vota porque, por mucha anonimidad a la que la democracia invite, la responsabilidad de que ejerzan el poder los que lo ejercen en un momento u otro es de los ciudadanos que les votan, que suelen ser los mismos que después protestan sin incurrir en la perogrullada de que ellos son los culpables directos de la situación, pues son ellos los que votan a los de siempre los cuales seguirán gobernando como siempre.
Huele muy mal, a chamusquina, que a UPyD no se le haya tachado de fascista o de cualquier otro epíteto que tan manido y antidemocrático suena en nuestras ilustres mentes contemporáneas. Ni se le ha insultado en este sentido ni se le espera, ya que, UpyD representa uno de los más perfectos modelos de regeneración democrática, es decir, de reestructuración de la democracia, que no de su renovación y saneamiento.
El lector avezado ya sabrá a lo que me refiero, puesto que la higiene democrática contempla que en casos extremos como los que vivimos se cambien las siglas de los partidos gobernantes para disimular un cambio que no se da por el simple hecho de que esos partidos no atacan a los pilares ideológicos y, ante todo, económicos del sistema. Por eso, UpyD no plantea la solución a problemas fundamentales a nivel internacional como la revisión del modelo económico mundial, los flujos migratorios, el respeto a Occidente, la incentivación del gaysismo, la familia, el aborto, etc.; sino que, muy al contrario, apoya todos ellos y basa su ideario en la destrucción del modelo autonómico español como la premisa base de cara a sus votantes; lo que por otra parte es una pretensión inviable dadas las escasas fórmulas que plantea el partido para revertir tal situación.
UPyD tiene la costumbre que tienen el resto de partidos oficiales, puesto que quiere cortar las ramas sin plantear que el verdadero problema proviene de las raíces del árbol, es decir, UPyD como mucho maquilla, no ataca a lo esencial.
Pero, como la realidad actual se basa en la ficción que ofrecen los medios de masas, UpyD tiene mucho a su favor y muy poco en su contra por lo que irá tomando fuerza gracias a dos factores fundamentales y habituales: uno, la mediocridad de los votantes y su facilidad de convencimiento y, dos, la oficialidad y oficialismo con la actúa lo cual es condición sine qua non para vencer en política.
Por ello y por otros tantos motivos que alargarían en demasía el escrito, el sambenito de centrista, su modo de actuar y sus iniciativas están calando en una población que no ve que las ideas quiméricas de UPyD no harán sino del continuismo su política real.
Pro-Globalización, Pro-UE, Pro-Capitalismo... una joya... y muchos lo ven como alternativa.
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