El otro día una vecina de mi progenitora le pidió ayuda con la olla. Le dijo que la había puesto pero que no salía vapor y que eso le preocupaba.
A mi progenitora le saltaron las alarmas y le dijo a la vecina que apagara inmediatamente el fuego y dejara enfriar totalmente la olla antes de abrirla. Luego le pidió que le enseñara la válvula. No la había lavado nunca, ni tenía idea de que existiera tal válvula. Metieron un palillo y salió cosa a palas.
Quizás le ha salvado la vida, porque si esta mujer no hubiera dicho nada a nadie a lo mejor la olla le habría terminado reventando.
A mí me dan miedo las ollas a presión. Yo gracias a Dios tengo tiempo para cocinar y lo hago todo a fuego lento, que me sabe mejor.