Buenos días.
El relato como solución alternativa.
Occidente no puede detenerse. Si lo hace, vendrá la pobreza, el hambre, las revueltas, la violencia y la guerra. Las élites perderán su poder, sus privilegios y, probablemente, la vida. Las denominadas democracias occidentales quedarán en evidencia, “desnudas”.
Hay que aceptarlo. Salvo milagro, el SARS-CoV-2 no tiene una solución tangible, basada en hechos y realidades. Es una entelequia.
Quedan las soluciones alternativas a las reales. La única factible es la solución de las palabras, de las frases frente a los hechos. Es la “técnica del relato”, construir un relato que simule haber encontrado la solución a la esa época en el 2020 de la que yo le hablo, aunque sea ficticia.
Nuestros gobernantes y quienes les dirigen pueden parecer mediocres e incompetentes. No es exactamente así. Tienen a su disposición las mentes más brillantes del planeta, personas con una capacidad extraordinaria en la construcción de relatos alternativos.
No se trata de un guión establecido de antemano para luego ejecutar un plan al más puro estilo conspiranoico. La vida no funciona así, nunca sucede lo que se tiene previsto. Los constructores del relato trabajan sobre la marcha, van adaptando y construyendo el guión a medida que se van sucediendo los acontecimientos pandémicos, en tiempo real.
Una buena parte del relato ya nos la han “colocado” hábilmente a través de los medios de comunicación: todo lo relacionado con el origen del bichito, las formas de transmisión, las estadísticas, las medidas a tomar y las variantes. Queda rematar el relato, finalizarlo con una solución ficticia.
La solución alternativa vendrá dada por las palabras. Serán exactamente estas: “La OMS da por finalizada la esa época en el 2020 de la que yo le hablo” (aunque haya que vivir con determinadas medidas y prevenciones) Estas palabras, “fin de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo” serán poderosas y de ello se encargarán convenientemente los medios de comunicación. Occidente no se detiene, reanuda su marcha, probablemente por otros carriles nuevos y a gran velocidad. Y como en toda crisis, los pobres serán más pobres y los ricos serán aún más ricos y poderosos.
Es aquí donde encaja la campaña de vacunación masiva. Lo importante no es tanto si las banderillas sirven de algo, no sirven de nada o incluso pueden resultar perniciosas. Creo que ni siquiera los laboratorios lo saben, ante un bichito tan adaptativo, cambiante y difícil de entender.
Lo realmente importante es dar fuerza al final del relato, poner en valor la gran cantidad de ciudadanos banderilleados (ni siquiera el concepto “inmunidad de grupo”). Cuando el porcentaje de vacunación sea alto (incluso lo falsearán al alza) y los datos epidémicos den un respiro (coincida con una fase descendente) alguien dará la orden a la OMS para que comunique las palabras mágicas: “Fin de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo”.
Lo que quiero decir es que cuando eso suceda, no tendremos que estar necesariamente mejor que ahora, quizás peor y con más incertidumbre. Pero necesitan el pretexto de la vacunación masiva para darle mayor credibilidad a la solución ficticia.
Fin de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo y fin del relato. El siguiente ya será otro relato, preferentemente de un tema de gran relevancia que nada tenga que ver con el SARS-CoV-2. ¿Una guerra? ¿Un descubrimiento extraterrestre? Quién sabe, pero prepararos porque no os vais a aburrir. “¡El show debe continuar!”.
“Las personas siempre han contado cuentos. Mucho antes de que la humanidad aprendiera a leer y escribir, todo el mundo escuchaba cuentos. Y había narradores que los contaban mejor que otros, es decir, que la gente les creía más sus mentiras”. (Günter Grass)
Que tengáis buen día.