La policía Benetérita coreana es una policía militar con mucho predicamento en el País de la Placidez Mañanera o algo así. Verás que pescozón por no haberme documentao me da don Cosme, nuestro corrector ortográfico que no es automático sino que tiene gafas, bigote, mu mala leche
y una mano mu larga.
Sin embargo el sargento Kim estaba exento de tronchas y apatrullajes a deshoras y en el momento más inopinado, porque estaba adscrito a la Policía Judicial y por tanto exento y rebajado de cualquier servicio u ordenanza militar.
Ni de reservista o refuerzo.
De modo que solo se ponía el uniforme para impresionar.
Y también estaba exento de cualquier clase de compañero, ya que los de la Benetérita coreana van siempre por parejas, que es un deje del cuerpo.
Pero nadie en aquella comandancia, ni en tres o cuatro comandancias alrededor, podía presumir de haber sido compañero del sargento Kim ni siquiera un ratillo.
Las malas lenguas (radio macuto en la jerga militar) le presumían un pasado en Asuntos Internos, o de infiltrao de los de Aduanas, pero ahora solo rendía cuentas en la fiscalía y tenía paso franco en el despacho del Fiscal General de Pussan -que es la 2ª ciudad de Corea- incluso cuando el fiscal no estaba.
Saludó a la Moneypenny de la puerta y a la Ofelia del siguiente despacho que, como de costumbre, le hizo ojitos.
El despacho del Fiscal general estaba guardado por dos Cancerveras de las que echan los pulgares por delante cuando se ponen en jarras y dejan firmes a una compañía de bomberos de un bocinazo. Pero al sargento Kim le sonreían, le hacían ojitos y hasta usaban su tierno aegyo para darle conversación y retenerle un momentillo.
-No puedes pasar.
-¿Está reunido?.
-El que está reunido eres tú conmigo. A ver si me invitas a un café, aunque sea de máquina.
-Se pondrá celosa Moneypenny.
-Bueno, pasa. Ha dicho que no le esperes mucho si tienes que hacer.
-Le dejaré una nota de dónde voy a estar. Pero prepara café, que me tomo uno con vosotras.
El sargento Kim entró en el despacho y cerró la puerta tras de sí.
Fue hacia la mesa, usó su llave del primer cajón de la izquierda y en el doble fondo del cajón encontró una nota de puño y letra del fiscal que le decía:
Los de la Yakuza de Fukuoka en Japón piden nuestra colaboración. Son gente seria y formal y pagan bien. Hay un pico para ti.
El sargento Kim guardó la nota en su elegante chaqueta de lentejuelas a lo Elvis y salió a tomar un breve pero ameno café con las secretarias.
PD1.- Cualquier parecido con a realidad es pura coincidencia.
PD2.- Don
@Uritorco, me zankea postas que consisten en un puñetero video que no me ha costado una cosa elaborar, porque no lo he elaborado yo sino don Santigo, y a estos tochos que me cuestan media tarde ¿no es capaz de aplaudir la voluntariosidad del torero?.
Total que, o las zanquiúses no son representativas de ná, o usté no será mu "respetable", por mucho que haya pagado la entrada a esta arena o coso taurino.
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FREE ZOUHAM o abandonad toda esperanza.