He podido comprobar en mi propia familia que cuando una traspasa la barrera ya oficialmente forma parte del estado (consigue plaza...) su vida poco a poco se va convirtiendo en una absoluta zona de confort donde cualquier cambio supone un medio drama.
Si metes un cambio de paradigma que encima obliga a reinventarse, eso termina siendo un cortocircuito global.
Y por otra parte la propia estructura de la administración está creada de una forma que es la que es absolutamente imposible que se tomen buenas decisiones y/o soluciones rápidas. Como pasa en este caso con la tecnología y la educación, los que están reunidos decidiendo ni conocen las necesidades, ni conocen la tecnología, están atados de pies y manos por leyes absurdas y cuentan con el rechazo previo de todos los que tienen por debajo, más la presión de dar una solución política que quede molona en la portada de un periódico.
Es decir, que no se cumple ni una de las cualidades necesarias para tomar una buena decisión. Porque ni son las personas adecuadas, ni tienen el conocimiento, ni tienen los recursos, ni su incentivo es acertar. Qué puede salir mal.