Bodega de postín, externaliza la contratación de la vendimia a través de ETT (salvo unos cuantos a los que ya nos conocían y tenían fichados). Condiciones de trabajo bastante decentes y salario apañado, de los que se veían en la burbuja. Ideal para estudiantes con ganas de ganar pasta rápido sin complicarse, como entonces era un servidor. Pero claro, es un trabajo duro: te revientas físicamente, te tiras el día cubierto de cosa, el tiempo de ir y volver, picaduras de insecto, quemaduras de sol, frío del carajo a primera hora...En fin, no es para cualquiera.
Primer día de campaña, empiezan a aparecer coches y buses en la bodega. Casi todo jovencillos, 90% hombres, estudiantes y chavales de pueblos de cerca. De repente bajan del autobús 4 palomas vestidas como si fueran a Wimbledon, todas de blanco o rosita claro, con vaqueritos, playeritos de paseo y gorrita fashion de marca. Una de ellas conocida del colegio, megapija de caricatura, repelente y alérgica al ejercicio físico. Me viene todo sonriente a contar que ella y sus chupiamigas han venido a sacarse unos dineritos para sus cositas (jijiji) y que la prima de una de ellas les había dicho que no era para tanto. Tenían como 20 años de aquella.
Como era de esperar, a la hora del bocata estaban doloridas de arriba a abajo, y a la hora de comer pidiendo que las llevasen de vuelta a la capital. Como el encargado no hizo caso a los pucheritos y lagrimones, empezaron a gritar histéricas y a insultarle en plan barriobajero, e incluso amenazaron con llamar a la Guardia Civil y biogenisarle. El encargado, gañán de pueblo patanegra, sacó su móvil ladrillaco y dijo que sin problema, que llamaba él mismo. Ahí se quedaron todo pilladas y una soltó un lastimero "vamos a dejarlo porque no queremos meterTE en problemas". Al final las vino a recoger el novio borjamari de una de ellas, con tan mala suerte de que se perdió por el camino y tardó como 3 horas en encontrar el puñetero camino de cabras en medio de la nada que bordeaba el viñedo en el que estábamos. Fue todo muy LoL.