Condena pionera por «tocar las nalgas» a una amiga en Vitoria.
Un vitoriano pagará 3.500 euros por «abuso sensual» y desiste de recurrir al Supremo tras recibir los varapalos de un juzgado de lo Penal y de la Audiencia Provincial
Dentro de las cuadrillas de amigos también ocurren ataques sensuales. Un vitoriano acaba de desistir en su lucha judicial para eludir su condena por «abuso sensual». Hasta dos salas -el Juzgado de lo Penal 1 y la Audiencia Provincial de Álava- le señalaron por «tocar las nalgas» a una chica de su círculo más próximo.
Le quedaba la última bala del Tribunal Supremo, pero ha renunciado, por lo que el fallo es firme. Desembolsará 3.240 euros de sanción y compensará con otros 300 a su víctima, como estimó la primera sentencia el pasado octubre.
El tocamiento se produjo en febrero de 2021. Ella acudió a la llamada de este chico para ayudarle a volver a casa. Al parecer le había sentado mal mezclar alcohol y medicamentos. Hubo un abrazo a modo de agradecimiento, pero este varón «fue deslizando sus manos por la espalda hacia las nalgas (de la víctima) hasta llegar a tocárselas con ambas manos». Ante semejante acción, ella le apartó y se marchó. «Qué trastero más bonito tienes», vociferó su hasta entonces compadre. El incidente se produjo sin testigos, por lo que era la palabra de una contra la del otro.
«Tolerancia cero»
La joven denunció ante la Policía Local. Contrató a la abogada Raquel Rincón, que en colaboración con la Fiscalía ha logrado esta condena firme por «abuso sensual» pionera en Álava. En el primer juicio, el sospechoso negó los hechos y comentó que había sido diagnosticado de «ansiedad» debido a la judicialización de lo que entendía un malentendido.
La resolución de la Audiencia Provincial de Álava, que pone el punto final a esta historia, remacha que «la denuncia sólo perseguía hacer valer sus derechos, en línea con el sentimiento imperante en la sociedad actual que preconiza la tolerancia cero con comportamientos atentatorios contra la libertad sensual, independientemente de su gravedad».
Las dos resoluciones judiciales coinciden en que no existió un motivo económico por parte de la denunciante. Pertenecían a la misma cuadrilla desde hacía «5 ó 6 años». Había una sólida confianza mutua. Él solía tirar de ella en sus momentos de bajón.