MonteKarmelo
Madmaxista
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* Busca comprador para reunir 18.000 euros antes del 10 enero y salvar su negocio
* Se define a sí mismo como "un juguete roto" del deporte español
Jaume Tomás Florit, campeón del ciclismo español de los años 80, saca la tela de los bolsillos de su pantalón y espeta: "Nada, no hay nada. No tengo un duro". Expresividad pura para explicar por qué ha decidido vender el puñado de medallas de oro que ganó como corredor profesional entre 1978 y 1983. "Debo alrededor de un millón de euros. Pero me urge conseguir 18.000 para pagar todo el alquiler atrasado de la tienda. Si no consigo esa cantidad antes del 10 de enero, se acabó", explica sin pararse quieto ni un minuto.
Se define a sí mismo como "un juguete roto" del deporte español. Empezó en el ciclismo a los 12 años y pasó al circuito profesional con 18. Una fractura de rodilla le obligó a retirarse con 23 años. Se truncaba así una carrera calificada por algunos medios de comunicación de la época de "promesa del deporte español". Ante esa situación, casado y con una hija, cambió su residencia en Burgos por su Mallorca natal. Decidió abrir un establecimiento de ropa para bebés con las ganancias obtenidas como ciclista, que él cifra en 10.000.000 de pesetas, "de las de aquella época". El trabajo de años le permitió expandir el negocio y abrir más tiendas por toda la isla. "Todo funcionaba bien. Ganaba dinero y lo disfrutaba. Yo sé qué significa coger un avión para irme un fin de semana a Nueva York para comprar una cartera de Cartier o de Gucci", rememora. "He pasado de la botella de Vega Sicilia al tetrabick de 0.80 céntimos", continúa, "pero eso no me preocupa. Yo soy feliz con mi pa amb oli (pan con aceite). Sólo quiero que alguien me ayude para sacar adelante a mi mujer y a mis hijas", insiste.
Todo se torció el pasado año. La solidez de su negocio y una fluida relación con los bancos le permitían mil y un caprichos. "Tuve una mala racha tanto personal como profesional", asegura. Y el buen rollo se truncó. "Gran parte de mis amistades procedía del mundo de la banca. Hoy, todos me han dado la espalda. Ni uno se ha dignado a ayudarme", se lamenta.
La subida de los tipos de interés que provocaron el encarecimiento del dinero cerraron el grifo también para él. Además, diversos problemas familiares se interpusieron en la gestión de sus tres establecimientos de ropa de bebé que disponía en el último año. Vendió uno y otro "se lo cedí a mi padre", explica, "así que en estos momentos no tengo esos ingresos". El cese de las pólizas de crédito se convirtió en una cadena de impagos. "Mi cartera antes portaba tarjetas Visa Oro y American Express. Tú pedías una ayuda y no había problema. Ahora, te mandan a paseo. Por ejemplo, una hipoteca de 500.000 euros que no debían haberme concedido, pero lo hicieron. Por supuesto, tampoco puedo pagarla", afirma. Tampoco los otros préstamos con otras entidades bancarias. "Me han quitado el Porsche. El Hummer lo tengo en orden de búsqueda y captura", enumera.
Florit se considera culpable de todo lo que sucede. "¿Que si he derrochado? Yo he disfrutado del dinero, todo el mundo lo ha hecho. Ahora entiendo que era un ritmo de gasto desmedido. Yo, a lo largo de mi vida, he tenido 39 coches", relata. "Ahora entiendo que nada de eso es necesario". No obstante, tampoco deja de insistir en que no es justo que nadie le ayude. "Cuando he podido, yo he ayudado a mucha gente". Recuerda que un día llamó a Catalina Cirer, ex alcaldesa de Palma para ofrecerle un excedente de 30 cochecitos de bebé. "Lo entregamos a una casa de mujeres protegidas. Yo mismo la acompañé. Nunca perseguí que se hablase de ello en ningún periódico. He donado mucho dinero y nunca he buscado publicidad alguna. Por eso, insisto en que no me merezco que todo el mundo me dé la espalda", lamenta. Y apostilla: "He subido arriba del todo y ahora estoy más abajo de debajo".
Un ciclista mallorquín retirado vende sus medallas de oro para salvar su negocio | elmundo.es
* Se define a sí mismo como "un juguete roto" del deporte español
Jaume Tomás Florit, campeón del ciclismo español de los años 80, saca la tela de los bolsillos de su pantalón y espeta: "Nada, no hay nada. No tengo un duro". Expresividad pura para explicar por qué ha decidido vender el puñado de medallas de oro que ganó como corredor profesional entre 1978 y 1983. "Debo alrededor de un millón de euros. Pero me urge conseguir 18.000 para pagar todo el alquiler atrasado de la tienda. Si no consigo esa cantidad antes del 10 de enero, se acabó", explica sin pararse quieto ni un minuto.
Se define a sí mismo como "un juguete roto" del deporte español. Empezó en el ciclismo a los 12 años y pasó al circuito profesional con 18. Una fractura de rodilla le obligó a retirarse con 23 años. Se truncaba así una carrera calificada por algunos medios de comunicación de la época de "promesa del deporte español". Ante esa situación, casado y con una hija, cambió su residencia en Burgos por su Mallorca natal. Decidió abrir un establecimiento de ropa para bebés con las ganancias obtenidas como ciclista, que él cifra en 10.000.000 de pesetas, "de las de aquella época". El trabajo de años le permitió expandir el negocio y abrir más tiendas por toda la isla. "Todo funcionaba bien. Ganaba dinero y lo disfrutaba. Yo sé qué significa coger un avión para irme un fin de semana a Nueva York para comprar una cartera de Cartier o de Gucci", rememora. "He pasado de la botella de Vega Sicilia al tetrabick de 0.80 céntimos", continúa, "pero eso no me preocupa. Yo soy feliz con mi pa amb oli (pan con aceite). Sólo quiero que alguien me ayude para sacar adelante a mi mujer y a mis hijas", insiste.
Todo se torció el pasado año. La solidez de su negocio y una fluida relación con los bancos le permitían mil y un caprichos. "Tuve una mala racha tanto personal como profesional", asegura. Y el buen rollo se truncó. "Gran parte de mis amistades procedía del mundo de la banca. Hoy, todos me han dado la espalda. Ni uno se ha dignado a ayudarme", se lamenta.
La subida de los tipos de interés que provocaron el encarecimiento del dinero cerraron el grifo también para él. Además, diversos problemas familiares se interpusieron en la gestión de sus tres establecimientos de ropa de bebé que disponía en el último año. Vendió uno y otro "se lo cedí a mi padre", explica, "así que en estos momentos no tengo esos ingresos". El cese de las pólizas de crédito se convirtió en una cadena de impagos. "Mi cartera antes portaba tarjetas Visa Oro y American Express. Tú pedías una ayuda y no había problema. Ahora, te mandan a paseo. Por ejemplo, una hipoteca de 500.000 euros que no debían haberme concedido, pero lo hicieron. Por supuesto, tampoco puedo pagarla", afirma. Tampoco los otros préstamos con otras entidades bancarias. "Me han quitado el Porsche. El Hummer lo tengo en orden de búsqueda y captura", enumera.
Florit se considera culpable de todo lo que sucede. "¿Que si he derrochado? Yo he disfrutado del dinero, todo el mundo lo ha hecho. Ahora entiendo que era un ritmo de gasto desmedido. Yo, a lo largo de mi vida, he tenido 39 coches", relata. "Ahora entiendo que nada de eso es necesario". No obstante, tampoco deja de insistir en que no es justo que nadie le ayude. "Cuando he podido, yo he ayudado a mucha gente". Recuerda que un día llamó a Catalina Cirer, ex alcaldesa de Palma para ofrecerle un excedente de 30 cochecitos de bebé. "Lo entregamos a una casa de mujeres protegidas. Yo mismo la acompañé. Nunca perseguí que se hablase de ello en ningún periódico. He donado mucho dinero y nunca he buscado publicidad alguna. Por eso, insisto en que no me merezco que todo el mundo me dé la espalda", lamenta. Y apostilla: "He subido arriba del todo y ahora estoy más abajo de debajo".
Un ciclista mallorquín retirado vende sus medallas de oro para salvar su negocio | elmundo.es
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