Sí, pero en tu caso es un intento de bromear. En el caso actual es puro refuerzo de grupo para sacar vuestras incertidumbres e inseguridades, para miraros las verguenzas entre todos y ajustar vuestros diales de sensibilidad social.
Bueno, aquí haces de psicoanalista barato y haces un juicio de intenciones. Yo estoy de acuerdo con el puñeterodirector y no hace falta que me refuerce ningún grupo, si me dan el pasaporte a una hija te aseguro que si me quedan fuerzas al tío le abro la cabeza. Otra cosa es que a la hora de la verdad no pase porque como me dijo un Capitán de la Guardia Civil que estaba viendo que un etarra le estaba metiendo una bomba en el coche mientras él le tenía apuntando con la pistola: "es que dar de baja de la suscripción de la vida es más difícil de lo que parece".
Es así como funciono el nazismo, ¿no lo sabías?. Primero se hace un psicodrama nacional, o se crea una deuda o una herida, y luego, se siente la seguridad del grupo
El nazismo vino después de una Guerra mundial, una civil, y la depresión mundial del 29, pero una cosa es la doctrina nacionalsocialista, que como todas las doctrinas nacionalistas buscan un chivo expiatorio y un enemigo exterior, y otra muy distinta que un individuo mate en un momento dado. Se mata en la guerra porque te lo manda el sargento que mates, matas por salvar tu propia vida, y supongo que por la supervivencia en momentos extremos puedas dar de baja de la suscripción de la vida.
un día de repente se les despeja la mente y otros... llaman a una fruta, con un hacha y un congelador industrial preparado, porque dar de baja de la suscripción de la vida es un tema de hombruna o de tener pelotas, o de demostrar lo que se ha dicho en público al mundo
Yo alucino, según saco del texto, presupones que lo que hacemos en este hilo es darnos valor unos a otros para cometer un asesinato, como si el grupo nos eximiera de responsabilidad y nos diera fuerza y convicción para perpretar el delito!.
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Eso sí, lo de la fruta y el congelador, ni Stephen king hoiga!. Nadie ha hablado de dar de baja de la suscripción de la vida por tener más narices. Eso lo ha puesto/se lo ha inventado usted. Puedo estar de acuerdo en que el hilo es de mal gusto, pero hasta ahí puedo leer.
DE todas formas, como dicen por ahí, aunque se cumpla en un 0,0001%, todos llevamos un asesino dentro, y cuando digo todos es todos. Si ve que este hilo es peligroso porque es un detonante para que la gente mate, le digo que es tan peligroso como aquel orate que vio siete veces terminator y se fue directo a apuñalar a una médico a la Sala de Urgencias.
Al que le falta un hervor, poco le has de motivar para que haga una locura. Tarde o temprano salta el resorte y se produce el drama.
El asesino dentro de mí
Si el misterio es excitante en sí mismo, otro tanto ocurre con el crimen. Basta pensar en la multitud de obras literarias y cinematográficas -y no me refiero simplemente a las policíacas y terroríficas- que exploran y muestran, a veces de forma muy detallada, actos violentos. Sabemos que la violencia y el crimen son reprobables, pero al mismo tiempo nos atraen, despiertan nuestra curiosidad. Porque surgen del lado oscuro del ser humano y nos ponen en contacto con él.
¿Leemos novelas policíacas simplemente para satisfacer esa curiosidad morbosa y obtener placer? ¿O, como se ha dicho en muchas ocasiones, para alimentar al asesino que todos llevamos dentro (y así calmarlo)? Según Richard Alewyn, la lectura de novelas policíacas "posibilita [al lector] deshacerse de sus latentes instintos criminales de una manera inocente y no perjudicial. El lector de la novela policíaca, pues, se ve, sometido a la misma catarsis que conoce el espectador de la tragedia griega". Una valoración semejante postula Suso de Toro: "la novela negra es el lugar donde se encuentran el relato policial con el gótico. Seguramente comparten un mismo ‘pathos', el disfrute morboso de imaginar lo más horrible. Esto quizá nos devuelva a la función terapéutica del escritor de novela negra que escribe nuestras pesadillas, dando forma a nuestros temores subterráneos y haciéndolos comparecer para exorcizarlos". En otras palabras, a través del espectáculo de la violencia sublimamos nuestros instintos criminales reprimidos y así nuestro particular
Mr. Hyde descansa tranquilo en su rincón del inconsciente.
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