En 1996 todavía no se veía la pirámide poblacional, los hijos baby boomers estaban incorporándose en el mercado laboral y algunos hasta se independizaban o peor, eran incitados por el entorno (pareja, familia o amigos pijoteras), aunque no vivieran en el inmueble y hasta sin consolidar la relación con la pareja. Quien no tuvo la suerte de romper con su pareja antes de 2007 la cagó con todo el equipo.
Pero tras 1996 se previó una demanda de vivienda por encima de toda razón. Lo que sí se hizo fue explotar el mercado de viviendas usadas donde se fueron a vivir latinoamericanos y demás inmis en condiciones lamentables, donde los españoles no querían vivir por las malas condiciones de habitabilidad. Incluso en barrios poco recomendables de nuestras ciudades le dieron un nuevo toque "étnico", y aunque siguieron siendo barrios conflictivos (en unos casos menos y en otros más), sí tenían demanda. Con ello, se conseguía algo que parecía difícil, ampliar el espectro de viviendas caras.
Mientras, los nacionales como iluso comprando vivienda nueva a precio de oro y calidades bastante por debajo de lo que ponían en el plano, sin sueldos reales que lo respaldaran o cobrando en neցro todo o parte del sueldo o las horas extras. La expansión hacia zonas periféricas rozó el despiporre, sin llegar a los niveles de Seseña, servidor recuerda bloques de pisos de cierto standing casi vacíos varios años después de su entrega en el año 2000-2002 (lo digo porque trabajé esporádicamente repartiendo publicidad por aquel entonces por zonas como aquella).
Por eso afirmo que se puede ir por debajo de 1996, de hecho algún que otro sector de localidades del cinturón de las ciudades o de pueblos que no sean precisamente cabeza de comarca ya han bajado respecto a esa época. A veces, incluso en los 80.
En 1996 no sobraban tantas viviendas. Y las que había eran las de siempre, turismo residencial de abueletes europeos para la playa. Nuestros mayores no pueden permitirse esos lujos salvo que sean de capas altas.