Lo recupero y os dejo esta reflexión sobre el miedo a ser libre y la necesidad de seguir la corriente y encadenarse para el resto de la vida...
La libertad, el gran anhelo del ser humano, tiene un pequeño pero decisivo inconveniente, y es que provoca miedo. El miedo es un sentimiento innato, reflejo y legítimo. Sin embargo, para poder superarlo es primordial ser conscientes de su existencia. En el fondo es razonable que sintamos miedo a la libertad. Realmente es muy incómoda, porque nos obliga a pensar y a decidir. Resulta mucho más sencillo seguir unas directrices que nos dicten el tipo de modas que debemos seguir, a quién debemos votar, qué bebidas debemos tomar, qué deportistas debemos idolatrar, qué música debemos escuchar, qué películas debemos ver, en qué debemos gastar el dinero, qué noticias deben preocuparnos... en definitiva, cómo debemos pensar y actuar. El trato es sencillo: ellos deciden nuestras opciones de vida y a cambio nosotros no ponemos un pie fuera del redil. Ese es el peaje a pagar si no queremos pasar por el engorroso trabajo de pensar por nosotros mismos y ser dueños únicos de nuestra vida.
Ser libre significa a menudo ir contracorriente, circular por tu propia carretera secundaria paralela a las autopistas saturadas. Tu carretera es maravillosa, no tiene apenas tráfico, puedes pararte unos minutos a descansar y disfrutar del paisaje sin esperar a que aparezca un área de descanso. Está mal asfaltada y son pocos tus compañeros de viaje, pero te sientes VIVO. No resulta fácil escapar a las señales y carteles que cada pocos kilómetros te invitan a incorporarte a la autopista. Desde allí, las miradas de los conductores autómatas te interrogan; no comprenden por qué no te incorporas. Es muy probable que se consideren libres, pero están en una vía sin retorno sin ni siquiera haberse planteado la existencia de otros caminos. Y todo porque es más sencillo perderse entre la multitud que investigar modos diferentes de hacer el viaje.
La ignorancia da la felicidad. El "problema" surge cuando descubres algo increíble: la carretera secundaria. Entonces ya no hay remedio. Es imposible volver a la autopista sin ASFIXIARTE.