Desahuciados, sin casa e, incluso, con deuda pendiente
Eleconomista
4/04/2010 - 18:14
La banca embargará más en 2010
La pesadilla de algunas de las 350.000 familias que en los últimos tres años se han quedado sin casa comenzó el día que firmaron el crédito que, en teoría, les permitiría convertirse en propietarios. Cuando se comprometieron con una entidad bancaria, la economía parecía ir bien.
Según datos del Consejo General del Poder Judicial, las ejecuciones hipotecarias en 2008 fueron 58.000. Un año después se convirtieron en 114.000 y en 2010 se espera que alcancen una cifra superior a las 180.000, según recoge el diario El País en un artículo.
La suma total de las cifras anteriores asciende a 350.000. Esto significa que cada día alrededor de 500 propietarios se quedan de patitas en la calle por no poder hacer frente al préstamo hipotecario en el que se metieron.
Todas las alarmas saltaron cuando llegaron las vacas flacas a la economía y comenzó la sangría laboral en el mercado español, que acercará las tasas de desempleo a valores ligeramente inferiores al 20%.
Como consecuencia del paro, cada vez se ha hecho más cuesta arriba cumplir con las cuotas mensuales exigidas por los créditos bancarios. Los mínimos históricos en los que se mueve el euribor ha sido una tabla de salvación para muchos de los hipotecados pero, sin embargo, para otros ni siquiera esta ayuda ha sido suficiente.
La política practicada durante años por algunas entidades financieras de conceder créditos, con demasiada alegría, a personas de dudosa solvencia ha tenido también buena parte de culpa de la situación de desesperación en la que viven hoy en día muchas familias. De aquellas aguas -junto con la falta de controles públicos sobre estas prácticas y la inconsciencia de los mismos afectados, quienes se endeudaron por encima de sus posibilidades- llegan hoy estos lodos.
Según el Banco de España, el crédito hipotecario considerado jovenlandeseso alcanzó en septiembre pasado los 18.209 millones de euros.
Aún puede ser peor
Pero si la situación de las personas sobre las que pende una orden de embargo es dramática, ¿qué decir de quienes aún con la pérdida de su casa no cubren la deuda adquirida en su día con el banco?
Si el embargo de una vivienda no reporta el suficiente líquido para devolver lo prestado por la entidad financiera -los pisos han perdido valor en los últimos años- la obligación de seguir pagando no desaparece.
En estos casos, incluso quienes avalaron a los caídos en desgracia con sus propias viviendas corren el riesgo de perder las suyas.
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