Trabajo en un centro de salud y situaciones como la que se describe en el texto se ven a diario.
La consejería de salud hace llegar a los centros un listado de personas cuyo número de seguridad social figura de baja, al no estar cotizando y haber transcurrido el periodo de gracia (tres meses en la mayoría de los casos) que se concede.
Cuando el paciente en cuestión (o sus beneficiarios, les afecta lo mismo) acuden al centro, se les comunica que deben pasar por el Inss para arreglar su situación. Con el cambio que entró en vigor en enero, una buena parte tiene derecho a seguir con su número de ss sin más trámites. Hace llegar al centro de salud el certificado que le dan en el inss y el tema se soluciona en un minuto de reloj.
Si ese camino está cerrado, debe incluirse como beneficiario de algún familiar directo que sí figure de alta.
Y si tampoco hay esa posibilidad, queda la opción de solicitar la tarjeta sanitaria como persona sin recursos. El papeleo no es nada complicado pero tardan bastante tiempo en resolver la solicitud.
Todo este laberinto burocrático lleva funcionando así desde hace una buena pila de años. Pero ahora se le da más publicidad y, sobre todo, se toma con mucha mayor rigidez desde las respectivas gerencias.
Hasta hace cuatro días se advertía al paciente de que debía arreglar su derecho a la asistencia sanitaria. Una vez, dos, tres, cuatro. Y muchas personas pasaban de todo hasta que un día se sacaba el formulario para tramitar la facturación de la consulta y se le comunicaba que le iba a llegar a casa una broma de 70 ó 80 euros por cada visita.
Ahora ya no hay vista subida de peso y las instrucciones pasan por denegar la asistencia -salvo temas urgentes, claro- o bien facturar todo.
Lo de que todo español tiene derecho a la asistencia sanitaria gratuita es una leyenda urbana. Hay mil excepciones: mutualidades, accidentes deportivos, accidentes de trabajo, accidentes de tráfico, etc. Y, como el caso del que hablamos, todos aquellos a los que el inss no reconozca el derecho directo o como beneficiario.
Y hay que decir que el caos jurídico (desde el punto de vista de alguien bastante ignorante pero que lo sufre a diario) debe ser como para entrar a machete. Docenas de leyes, disposiciones, reglamentos y parches que provocan que se pueda tener que peregrinar por dos o tres organismos para arreglar algo que parece, en principio, sencillo.
Un saludo.