Fascismo es querer imponer tus ideales por la fuerza, por lo civil o por lo criminal, que es a lo que cada vez se parece más esta democracia, sin poner siquiera en tela de juicio que quizás el Begoño ha cometido delitos e intentar desacreditar a todos los que piensen que sí que los cometió, para intentar conseguir impunidad.
Querer imponer tus ideales por la fuerza es propio de casi todo, desde mi presidente de comunidad de vecinos hasta de Patxi o de López, por poner nombre y apellido al azar, si por él o ellos fuera.
Por eso, en las democracias se habla de los tres poderes, para que contrarresten las inevitables ínfulas del ser humano a dominarlo todo para que nadie le contradiga.
El querer imponer algo no es exclusivo del fascismo, como no lo es del comunismo, del socialismo o de la democracia parlamentaria, aunque lo practiquen. El fascismo solo es una opción más dentro de tales posibilidades de gobernar o administrar un grupo humano, comunidad o aglomeración de personas (que después se llamarán estado o se constituirán como nación, pero, en un principio, son un conglomerado de personas que quieren vivir juntas para mayor seguridad y posibilidades).
Quizá por ello, ahora, la lucha por el control del poder judicial (cuando, en teoría, les debería dar igual los jueces que estén allí), es algo inconcebible para alguien bien nacido, pues se supone que los jueces juzgan en justicia... pero, si ni ellos lo creen, y que por eso quieren poner a "jueces" de los suyos... pues los demás nos podemos dar por dolidos, pues sería evidente que los jueces no son justos, son de alguna ideología, querencia, simpatía, amistad... y no juzgan en o con justicia.