Es la conclusión a la que llego valorando a mi entorno, había un enfado evidente con el concurso y la participación de Israel, se pedía vehementemente el boicot, no había que ver Eurovisión, hoy compruebo tanto en mi entorno como en redes sociales, quienes más intensos estaban en promover el boicot, han visto el programa y todavía hoy, un día después, siguen hablando y criticando. Esto es algo habitual que casi siempre pasa.