Dreamer
Madmaxista
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Un mes después y lo grave que debe ser el tema para que el día después del R.Madrid-Barcelona todos los diarios prioricen la portada a Fukushima! Destaco dos noticias de El Pais:
-Un reportaje pregúntando que está pasando a la tecnología nipona que se está viendo superada por la catástrofe.
-La editorial escrita desde un punto de vista más bien pro-nuclear...pero ni así les es posible esconder la gravedad del asunto.
Reportaje (muy largo):
Todos son culpables en Fukushima · ELPAÍS.com
REPORTAJE: ¿QUE ESTÁ FALLANDO?
Todos son culpables en Fukushima
El accidente nuclear hunde la imagen de Japón como país tecnológico. Los expertos reconocen una mezcla de negligencia y exceso de confianza en los mecanismos de seguridad, por parte del Gobierno y de la empresa que gestiona la central afectada por el tsunami
[...]El sector nuclear, en cambio, vivía con el convencimiento de que los accidentes no podían ocurrir. Que las centrales son seguras. Que Chernóbil (Ucrania, 1986) fue un desastre soviético, y Harrisburg (en EE UU en 1979), un problema de gestión. Sin embargo, Fukushima ha cambiado todo eso. Porque en Fukushima todos son culpables: la mala selección del emplazamiento, la optimista valoración de riesgo sísmico y de tsunamis, el diseño, la operación, la gestión de la emergencia y hasta de la información. Cinco semanas después, Japón no logra controlar Fukushima. Ni aventura cuándo podrá hacerlo. Ni siquiera tiene claro cómo atacar la refrigeración de la central y controlar el escape radiactivo. Y para la industria nuclear ese es el gran drama. Porque Japón no es Ucrania.[...]
[...]Tepco es una empresa gigante que suministra la electricidad al 40% del país. Como gran eléctrica, tiene mucho poder (eso no es exclusivo de Japón). Y como gran eléctrica ha fichado a muchos antiguos responsables del Gobierno. El último fue Toru Ishida, exdirector de la Agencia de Energía del país, agencia clave sobre la política nuclear, que en enero fichó por Tepco. En Japón, el retiro dorado de altos funcionarios y políticos en empresas con las que tuvieron relación es una tradición que tiene hasta un nombre, amakudari, literalmente "descendido del cielo". [...]
[...]Tsuneo Futami, director de la central de Fukushima en los años noventa y hoy profesor de ingeniería en la Universidad de Tokai, ha dicho a The New York Times: "Cuando dirigía la planta, el riesgo de tsunami ni se me pasó por la cabeza". La barrera contra el maremoto estaba diseñada para una ola de 5,5 metros. La que llegó a la central fue de 14 [...]
[...]Japón mantuvo el nivel 5 cuando era un clamor que, como mínimo, debía ser un 6. Japón lo admitió dos días después de unas elecciones locales en las que el partido en el Gobierno, el Partido Democrático de Japón, salió derrotado. Uno de los miembros de la Agencia de Seguridad Nuclear, Seiji Shiroya, ha admitido que él consideró que era un 7 desde el primer momento.[...]
[...]Las consecuencias de Fukushima son enormes y mundiales. En Japón, porque ha visto cómo 50 países restringían la importación por miedo a la radiación, porque hay extranjeros que se han marchado y porque Japón recibirá menos turistas. Además, un tercio de la generación eléctrica del país está parada (las nucleares del norte no han vuelto a arrancar), lo que ha causado apagones y problemas en todo el mundo: las grandes compañías de automóviles como Toyota, Nissan y Honda tienen problemas de suministro en sus plantas de Europa y EE UU.[...]
[...]Desmantelar Fukushima llevará más de diez años. El nombre perdurará durante décadas.[...]
Editorial:
-Un reportaje pregúntando que está pasando a la tecnología nipona que se está viendo superada por la catástrofe.
-La editorial escrita desde un punto de vista más bien pro-nuclear...pero ni así les es posible esconder la gravedad del asunto.
Reportaje (muy largo):
Todos son culpables en Fukushima · ELPAÍS.com
REPORTAJE: ¿QUE ESTÁ FALLANDO?
Todos son culpables en Fukushima
El accidente nuclear hunde la imagen de Japón como país tecnológico. Los expertos reconocen una mezcla de negligencia y exceso de confianza en los mecanismos de seguridad, por parte del Gobierno y de la empresa que gestiona la central afectada por el tsunami
[...]El sector nuclear, en cambio, vivía con el convencimiento de que los accidentes no podían ocurrir. Que las centrales son seguras. Que Chernóbil (Ucrania, 1986) fue un desastre soviético, y Harrisburg (en EE UU en 1979), un problema de gestión. Sin embargo, Fukushima ha cambiado todo eso. Porque en Fukushima todos son culpables: la mala selección del emplazamiento, la optimista valoración de riesgo sísmico y de tsunamis, el diseño, la operación, la gestión de la emergencia y hasta de la información. Cinco semanas después, Japón no logra controlar Fukushima. Ni aventura cuándo podrá hacerlo. Ni siquiera tiene claro cómo atacar la refrigeración de la central y controlar el escape radiactivo. Y para la industria nuclear ese es el gran drama. Porque Japón no es Ucrania.[...]
[...]Tepco es una empresa gigante que suministra la electricidad al 40% del país. Como gran eléctrica, tiene mucho poder (eso no es exclusivo de Japón). Y como gran eléctrica ha fichado a muchos antiguos responsables del Gobierno. El último fue Toru Ishida, exdirector de la Agencia de Energía del país, agencia clave sobre la política nuclear, que en enero fichó por Tepco. En Japón, el retiro dorado de altos funcionarios y políticos en empresas con las que tuvieron relación es una tradición que tiene hasta un nombre, amakudari, literalmente "descendido del cielo". [...]
[...]Tsuneo Futami, director de la central de Fukushima en los años noventa y hoy profesor de ingeniería en la Universidad de Tokai, ha dicho a The New York Times: "Cuando dirigía la planta, el riesgo de tsunami ni se me pasó por la cabeza". La barrera contra el maremoto estaba diseñada para una ola de 5,5 metros. La que llegó a la central fue de 14 [...]
[...]Japón mantuvo el nivel 5 cuando era un clamor que, como mínimo, debía ser un 6. Japón lo admitió dos días después de unas elecciones locales en las que el partido en el Gobierno, el Partido Democrático de Japón, salió derrotado. Uno de los miembros de la Agencia de Seguridad Nuclear, Seiji Shiroya, ha admitido que él consideró que era un 7 desde el primer momento.[...]
[...]Las consecuencias de Fukushima son enormes y mundiales. En Japón, porque ha visto cómo 50 países restringían la importación por miedo a la radiación, porque hay extranjeros que se han marchado y porque Japón recibirá menos turistas. Además, un tercio de la generación eléctrica del país está parada (las nucleares del norte no han vuelto a arrancar), lo que ha causado apagones y problemas en todo el mundo: las grandes compañías de automóviles como Toyota, Nissan y Honda tienen problemas de suministro en sus plantas de Europa y EE UU.[...]
[...]Desmantelar Fukushima llevará más de diez años. El nombre perdurará durante décadas.[...]
Editorial:
Fukushima, grado 7
El accidente dura más de lo anunciado y tendrá consecuencias duraderas para el sector nuclear
La semana pasada, justo un mes después del terremoto de magnitud 9 y el catastrófico tsunami que sufrió la costa noreste de Japón, la agencia supervisora de seguridad nuclear (NISA) elevó la calificación del accidente nuclear de la planta de Fukushima desde 5, considerada demasiado baja por la mayoría de los expertos, a 7. Esta es la máxima prevista para accidentes en instalaciones nucleares, que hasta el momento solo había sido asignada al caso Chernóbil. La magnitud de los daños para la salud de la población y los trabajadores de la central, así como el material radiactivo liberado, están lejos de alcanzar lo ocurrido en la planta ucrania, pero la escala de siete niveles no permite hacer demasiadas distinciones.
En todo caso, la elevación de la calificación responde al hecho cierto de que cuatro de los reactores de Fukushima siguen emitiendo radiación al ambiente y no acaban de poder ser estabilizados en parada segura, muy en contra de las predicciones tras los primeros días del accidente. Si bien los niveles de radiación en la zona exterior de la central siguen disminuyendo, dentro del recinto la contaminación es elevada, no se ha conseguido parar las emisiones de forma completa y grandes cantidades de agua contaminada se escapan y acaban en el mar. Por otra parte, no pueden descartarse nuevos episodios de calentamientos locales de los núcleos de algunos de los reactores o las piscinas de combustible usado, con la posibilidad de nuevas explosiones o más emisiones de materiales radiactivos. El resumen de la situación es que el accidente ha durado más y está teniendo más consecuencias de lo esperado; de ahí el cambio en la calificación.
Cada vez resulta más claro que el accidente tendrá consecuencias duraderas sobre el sector nuclear. A las medidas tomadas por algunos países europeos de paradas de los reactores más antiguos se suma la iniciativa de proceder a exámenes de fiabilidad de las plantas en funcionamiento en Europa. De estos exámenes se extraerán consecuencias que aumentarán las medidas de seguridad, lo que implicará más costes, y extremarán las condiciones para la localización de las plantas. La posibilidad de daños diferidos en la salud de las personas y el enorme coste de la reparación de daños en este tipo de instalaciones, requieren medidas de seguridad exigentes. Lo ocurrido en Japón no puede sino comprometer el futuro, e incluso el presente, de esta tecnología energética.
El accidente dura más de lo anunciado y tendrá consecuencias duraderas para el sector nuclear
La semana pasada, justo un mes después del terremoto de magnitud 9 y el catastrófico tsunami que sufrió la costa noreste de Japón, la agencia supervisora de seguridad nuclear (NISA) elevó la calificación del accidente nuclear de la planta de Fukushima desde 5, considerada demasiado baja por la mayoría de los expertos, a 7. Esta es la máxima prevista para accidentes en instalaciones nucleares, que hasta el momento solo había sido asignada al caso Chernóbil. La magnitud de los daños para la salud de la población y los trabajadores de la central, así como el material radiactivo liberado, están lejos de alcanzar lo ocurrido en la planta ucrania, pero la escala de siete niveles no permite hacer demasiadas distinciones.
En todo caso, la elevación de la calificación responde al hecho cierto de que cuatro de los reactores de Fukushima siguen emitiendo radiación al ambiente y no acaban de poder ser estabilizados en parada segura, muy en contra de las predicciones tras los primeros días del accidente. Si bien los niveles de radiación en la zona exterior de la central siguen disminuyendo, dentro del recinto la contaminación es elevada, no se ha conseguido parar las emisiones de forma completa y grandes cantidades de agua contaminada se escapan y acaban en el mar. Por otra parte, no pueden descartarse nuevos episodios de calentamientos locales de los núcleos de algunos de los reactores o las piscinas de combustible usado, con la posibilidad de nuevas explosiones o más emisiones de materiales radiactivos. El resumen de la situación es que el accidente ha durado más y está teniendo más consecuencias de lo esperado; de ahí el cambio en la calificación.
Cada vez resulta más claro que el accidente tendrá consecuencias duraderas sobre el sector nuclear. A las medidas tomadas por algunos países europeos de paradas de los reactores más antiguos se suma la iniciativa de proceder a exámenes de fiabilidad de las plantas en funcionamiento en Europa. De estos exámenes se extraerán consecuencias que aumentarán las medidas de seguridad, lo que implicará más costes, y extremarán las condiciones para la localización de las plantas. La posibilidad de daños diferidos en la salud de las personas y el enorme coste de la reparación de daños en este tipo de instalaciones, requieren medidas de seguridad exigentes. Lo ocurrido en Japón no puede sino comprometer el futuro, e incluso el presente, de esta tecnología energética.