Cuando oigo a españoles en 2023 hablar de burguesía, de señoritos, de cayetanos... en esos términos tan ridículamente casposos de película progre de la post-Transición siempre pienso que tienen que ser puñeteros viejos de 60 años o más, o a lo sumo 40 y 50tones acostumbrados al ambiente del típico pueblo de Andalucía interior donde impera siempre el mismo discurso sobre "EL RÉGIMEN";
"Her que en la Dirtadura te ligabas a una savala y si te pillaban un sereno morreandola en un parque te caia un multonazo que flipabas".
"Er que en la Dirtadura lorh curahh no non dejaban de ver berzahh en la terevizió".
Y etc, etc, etc...
Eso es todo lo reseñable del franquismo para ellos, realmente no saben mucho más. Y cuando hablan de lor zeñoritorhh y los burgueses demuestran la misma ignorancia solo que ahora la proyectan hacia el futuro en lugar de al pasado. Luego en la vida real al joven español le joroba Charo de Mier del departamento de RRHH, Loli Empoderetor o su casero Paulino el Centollos, fontanero jubilado que tiene 6 pisos cuéntame de cosa alquilados a 1.000'00 € cada uno. Los que te joroban cuando eres un español de a pie no son señoritos descendientes de marqueses o de la burguesía del siglo pasado, son charos y langostos, hijos de profesores de instituto, de cristaleros o de grises funcionarios.
Y no digamos ya como emprendas y tengas la suerte de que Hacienda te meta mano, vas a estar el resto de tu vida agradecido al ascensor social que ha permitido a la hija del gañan del pueblo, Saturnino, hacerse Técnico de Hacienda y meterte un puro de los suyos con condena a costas, recargos e intereses de demora. La charocracia nos condena a la pobreza mental, espiritual y material sin necesidad alguna de señoritos no de burguesía decimonónica.
