Persisten los nubarrones sobre la deuda corporativa, en particular en lo que se refiere al sector bancario europeo. Moody's Economy ha puesto de manifiesto en su última comunicación un empeoramiento generalizado de los ratings de los emisores de Europa Occidental. Según ésta, de las 42 revisiones efectuadas por la agencia durante el mes de octubre, nada menos que 40 se saldaron con un empeoramiento de la calificación crediticia de los mismos.
La cifra es mala, como pone de relieve la agencia al compararla con lo ocurrido durante el mes anterior, cuando tan sólo hubo 18 bajadas de nota (de 24 revisiones efectuadas). En volumen, las nuevas revisiones se refieren a títulos de deuda emitidos por valor de 332.500 millones de dólares (263.600 millones de euros), de los cuales 313.700 millones de dólares (248.400 millones de euros) se ven directamente afectados por las bajadas.
Los bancos, responsables
El sector financiero es el principal responsable de esta situación, puesto que las incertidumbres a las que, a pesar de los planes de ayuda gubernamentales, se enfrenta el negocio han lastrado las perspectivas de impagos del Viejo Continente.
Tanto, que ninguna entidad financiera de la zona experimentó, durante todo el mes, una mejora de su calificación. Según la agencia "los emisores financieros de Europa occidental han tenido que pelear con el reducido acceso a la financiación y un incremento de las depreciaciones de activos potenciales", lo que en última instancia ha elevado –o, cuando menos, no ha mejorado– su perspectiva de impagos.
Ese ha sido, por ejemplo, el caso del grupo Dexia, que finalmente se saldó con la inyección de capital conjunta por parte de los Gobiernos belga y francés, además de la inversión recibida de manos del Gobierno holandés. Otras grandes entidades europeas como ING o Fortis, por citar dos del continente –y no hablar de los británicos–, han recibido ayudas públicas ante la dificultad de acceder a la financiación en los últimos tiempos, y puede decirse que la práctica totalidad de los planes de ayuda lanzados desde instancias públicas han buscado combatir, precisamente, el empeoramiento del acceso a los mercados financieros.
La situación española
Aunque nuestro país no destaca como uno de los mercados con más problemas –ahí está Islandia para ocuparse de que ese puesto de honor no quede desierto–, recientemente se han sucedido varias revisiones a la baja de las entidades españolas. Las últimas en producirse, hace escasos días, han sido las de Caja Burgos y Caja Cantabria.
En el primer caso, revisó el rating emisor de la caja de A2 a A3, y su rating de fortaleza bancaria (BFSR) a C-, desde C. De acuerdo con la agencia, el empeoramiento crediticio de Caja Burgos ha sido motivado por su alta exposición al inmobiliario y su gran concentración de riesgo en grandes promotoras, no sólo en relación con su capital y con el total de su cartera crediticia, sino también en comparación con rivales de un rating similar. Moody's resaltó el rápido incremento de su tasa de jovenlandesesidad (que se incrementó hasta el 3,31% en octubre, desde las tasas de 0,97% en diciembre de 2007) y la alta probabilidad de que sus activos sigan deteriorándose. A pesar de ello, la agencia ha reconocido el "enfoque conservador en la gestión de la base de capital" de la entidad, con un ratio Tier-1 del 9,45%, así como reservas que en el mes de junio alcanzaban los 263 millones de euros, lo que le da también un "colchón mayor que el de sus rivales".
En relación con Caja Cantabria,
Moody's Investors Service rebajó el rating emisor de la entidad a A3 desde A2, aunque afirmó el rating de fortaleza bancaria en C-, si bien con perspectiva negativa. Los motivos aducidos en este segundo caso han sido idénticos: gran exposición al inmobiliario, en especial a grandes firmas, y rápido deterioro de los activos. Pero en el caso de la caja cántabra no hay tantos halagos a su nivel de solvencia. Las ratios de capitalización de la caja, según Moody's, están "debilitándose persistentemente". Sí destaca en cambio que la entidad tiene una posición holgada de liquidez, y fuentes de financiación diversificadas.