Solbes y Trichet: la crisis económica será peor de lo previsto

El_Presi

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Solbes y Trichet: la crisis económica será peor de lo previsto
(14:36 06-09-2007)

Creo que conozco un poco a Solbes. Tiene la misma sensibilidad ante la baja temperatura que un pez. Por tanto, si en tan sólo dos días ha modulado su opinión y ahora reconoce que la crisis financiera puede tener en España mayor impacto del previsto, que la economía se puede desacelerar un poco más intensamente de lo estimado y que incluso esto puede tener repercusiones notorias sobre el empleo, es que el problema es grave, que afrontamos riesgos muy serios. El último y caliente análisis del 'Economist Inteligent Unit', vinculado al venerado semanario británico The Economist, piensa que España es uno de los países con más posibilidades de un estallido de la burbuja inmobiliaria -como está ocurriendo en Estados Unidos- porque es uno de los países donde los precios de la vivienda han crecido más los últimos años. No soy yo, que tengo credibilidad mínima, quien lo dice. Es The Economist.


Las consecuencias de este escenario negativo sobre el sector de la construcción, que ha sido el motor del crecimiento, y sobre el empleo -alimentado por la construcción, que ocupa al 13% de la población laboral- pueden ser muy perniciosas, y esto es lo que explica el cambio de postura de Solbes.

En realidad, todos los datos sobre la coyuntura son malos. No es que sean aisladamente dramáticos. Lo pernicioso es la agregación, la suma de los mismos, el hecho evidente de que vayan todos en la misma dirección recesiva, y las consecuencias: un cambio de expectativas notable entre la población, una caída visible de la confianza y la retroalimentación más que previsible de la crisis.

La subida de los tipos de interés está complicando la vida de muchas familias hipotecadas y de pequeños negocios en exceso apalancados. Naturalmente, el efecto es que las familias consumirán bastante menos y que la demanda interna caerá. Algunos pequeños negocios cerrarán. Pero no es esto lo más importante de lo que está ocurriendo. Lo más grave del escenario es la imponente restricción del crédito. Me cuentan amigos solventes que, en estos momentos, sólo los grandes bancos como BBVA y Santander pueden disponer de liquidez en los mercados internacionales. Para la mayoría de las entidades financieras españolas, todo lo solventes que sean, el grifo se ha cerrado. Por completo.

Esto significa que no hay financiación posible, al menos a corto plazo, para sostener muchos de los proyectos de inversión en marcha, y desde luego que las posibilidades de crédito para nuevas propuestos de emprendimiento empresarial es cero.

Todo esto es lo que está ocurriendo, son hechos. Solbes, que aunque se parece más a un pez que a un toro no deja de tener algún arranque de fogosidad política, se quejó ayer de que hay muchos, citando a Rajoy y el Partido Popular -y luego generalizando la acusación-, que parecen encantados de que las cosas vayan mal. No es mi caso. Si la economía va mal, será malo para mí, malo para mi familia, malo para mis hijos, malo para el país. El señor Solbes, que se parece más a un pez que a cualquier otro animal, también a veces miente, como todos. Ayer por ejemplo dijo que aunque las cosas puedan empeorar España tiene un margen presupuestario suficiente para hacer frente a la crisis y ayudar y proteger a los eventualmente perjudicados por la misma.

Esto no es cierto, esto es falaz. El superávit público de poco más del 1% que tenemos es ridículo de cara a afrontar una crisis, si ésta adopta un el cariz más feo. Podemos pasar en poco tiempo de este superávit ridículo a un déficit clamoroso, como el que él tuvo que resolver cuando llegó por primera vez a ministro de Economía, sucediendo a Solchaga y destapando un desequilibrio fiscal ni más ni menos que del 7% del PIB. Los críticos con Solbes, como es mi caso, los que pensamos que se parece a un pez, lo somos no porque queramos que las cosas vayan mal sino porque creemos que él ha hecho muy poco para impedir que nos demos una sonora bofetada. No ha hecho realmente nada notable en el terreno económico, salvo parar, con una discreción irritante, las locas ocurrencias de Zapatero.

Pero Zapatero sigue, ahí está, diciendo sandeces, prometiendo medidas rotundas para arreglar el problema de la vivienda, asegurando la subida de las pensiones mínimas, comprometiéndose a un alza del salario mínimo, ofreciendo más gasto social. Zapatero es un tumor cancerígeno para la economía y Solbes ha sido estos cuatro años apenas un paliativo.

Hoy mismo, sin ir más lejos, va Zapatero de visita a la Ciudad Financiera del Santander, junto a Emilio Botín, y afirma que España está preparada para afontar los desafíos de la crisis financiera. ¡Claro!, dirán ustedes, ¿qué va a decir? Nunca ha dicho nada relevante, y, desde luego, jamás se espera de un líder político pesimismo en público. Pero su euforia, sobre ser completamente ingenua, es perversa, pues todas las medidas que está preparando para las próximas elecciones son justamente las contrarias de las que necesita un país serio, un país que quiere salir indemne de esta crisis y estar preparado de verdad para las futuras.

Lo dijo a principìos de semana el comisario Almunia, socialista por más señas: "Las promesas electoralistas pueden dar al traste con la economía". Y promesas electoralistas son todas las que hace Zapatero, las de Chaves sobre la vivienda, las de estos socialistas a la descamisada que gobiernan el país, que no saben si dos más son cuatro o cinco, los que piensan como ayer dijo Chaves: "Los ministros de Economía, y he conocido a muchos, cuando se trata de aumentar el gasto social se ponen un poco a la defensiva". ¡Será necio! Con razón dijo ayer Almunia, y mira que tampoco es que sienta predilección por él, siendo de lo mejorcito dentro de la miseria intelectual del partido: "Diré que no a Zapatero si me ofrece ser ministro de Economía".

¡Ya veremos!, pero lo único cierto es que la tormenta se abate sobre nuestas cabezas, nos está llegando, la estamos viendo, mientras unos la minimizan, otros la niegan, y nadie, ni unos ni otros, están dispuestos a hacer nada para impedirla. También es verdad que quizá ya es demasiado tarde.

BIEN, VAYAMOS A TRICHET. El Banco Central Europeo ha decidido mantener los tipos de interés en el 4 por ciento. Perfecto. Estoy convencido de ha valorado por completo la situación. El euribor ya ha subido hasta los niveles más altos de los últimos años, la curva de los tipos de interés se había disparado, luego el efecto de control de riesgos y las señales precisas para contener la inflación han aparecido en el mercado sin necesidad de que el BCE haya adoptado la decisión de subir los tipos, sólo sugiriendo hace un tiempo que lo haría, que es la mejor praxis que se puede pedir de un banco central.

Dicho esto, la decisión del equipo de Trichet de mantener los tipos de interés viene a confirmar lo mismo que he dicho cuando he hablado de Solbes: la crisis tiene peor cara de la inicialmente estimada. Ayer mismo, el propio Banco Central Europeo tuvo que inyectar más de 40.000 millones de euros de liquidez. El que tiene dinero no lo suelta ni a la de tres, no se fía de nadie, y esta la causa por la que el BCE se ve obligado a convertirse en una suerte de prestamista de última instancia para evitar males mayores. Esto quiere decir que la incertidumbre es muy elevada, que la desconfianza se ha generalizado, que estamos con una crisis de entidad en ciernes. Decirlo no es catastrofismo. Ocultarlo, como hace Zapatero, es de una completa irresponsabilidad
 
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