M. Priede
Será en Octubre
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Decía Platón que el primer síntoma que refleja la decadencia de una sociedad es la música. ¿Es música el regatón? ¿El tecno? ¿El hip-hop?
Nadie silba ni canta en las obras. ¿Cómo van a silbar, cantar o tararear si no hay melodía?
En los años 70 la canción protesta era ideológica, pero era música. Hoy, donde las ideologías sólo son sentimientos, cualquier cosa es música, como cualquier cosa es pintura o escultura o arquitectura.
La promoción del feísmo en las artes y del puterío en los hábitos por parte de los medios que dirigen las élites, se condensa en lo que hoy llaman música y no lo es.
Curiosamente los tenemos en el foro burlándose de la estética Paco, olvidándose de que en Casa Paco escuchabas a Paco de Lucía o a Camarón además de comer como Dios por cuatro duros, y que a nadie se le ocurría 'ejecutar' cocina deconstructiva, o servir en platos cuadrados una comida que imita a un lienzo de Miró o dejarte encima de la barra un pincho que consiste en una tortilla de patata, frambuesas, pepino, caramelo y una guinda arriba del todo para cerrar el invento. Efectivamente, Paco nunca serviría algo así porque sabía de sobra lo que iba a ocurrir: "eso lo va comer otro; yo no". Hoy se come y se presume, y se ríen de Paco. Peor para ellos. sencillainas.
Nadie silba ni canta en las obras. ¿Cómo van a silbar, cantar o tararear si no hay melodía?
En los años 70 la canción protesta era ideológica, pero era música. Hoy, donde las ideologías sólo son sentimientos, cualquier cosa es música, como cualquier cosa es pintura o escultura o arquitectura.
La promoción del feísmo en las artes y del puterío en los hábitos por parte de los medios que dirigen las élites, se condensa en lo que hoy llaman música y no lo es.
Curiosamente los tenemos en el foro burlándose de la estética Paco, olvidándose de que en Casa Paco escuchabas a Paco de Lucía o a Camarón además de comer como Dios por cuatro duros, y que a nadie se le ocurría 'ejecutar' cocina deconstructiva, o servir en platos cuadrados una comida que imita a un lienzo de Miró o dejarte encima de la barra un pincho que consiste en una tortilla de patata, frambuesas, pepino, caramelo y una guinda arriba del todo para cerrar el invento. Efectivamente, Paco nunca serviría algo así porque sabía de sobra lo que iba a ocurrir: "eso lo va comer otro; yo no". Hoy se come y se presume, y se ríen de Paco. Peor para ellos. sencillainas.
"Hoy es todo sociología de garrafón, una nueva jerarquización de los prejuicios que conduce a un círculo vicioso de determinismo social: si no te gusta determinado genero musical supuestamente minorizado es por clasismo y si aprecias otros que escapen al canon del año —el mejor ejemplo es el indie— es por elitismo. Todo parte de la falsa premisa de que el gusto personal no solo está indefectiblemente unido a nuestra identidad, sino que no hemos tenido ninguna capacidad de elección, porque esta completamente determinado por nuestro origen social".
"Hace algo más de una década, cuando me dedicaba a escribir sobre música, uno de los lamentos más habituales entre la crítica era que se estaba dando la espalda a toda argumentación sociológica y política. Las observaciones eran meramente formales: es decir, se analizaba si un disco sonaba bien y las canciones eran buenas, si los sentimientos del cantante eran suficientemente honestos, en definitiva, si se trataba de una digna contribución al género o una variación interesante. Hoy, la tortilla ha dado por completo la vuelta y ya nadie habla nunca de música. Solo nos interesa la música si sirve para confirmar nuestros prejucios sociales y refrendar nuestros vicios políticos"
"Otra paradoja más: vincular de forma tan directa música con clase social resulta muy útil a las clases altas y castiga a las bajas. El pijo puede escuchar trap de la periferia urbana y hablar de los terribles prejuicios de los hombres blancos de clase media (a los hombres blancos de clase media nos chifla ese concepto), mientras que el chaval de barrio al que le da por el metal, el blues, Stockhausen o el free-jazz de los 50 es despreciado tanto por su entorno inmediato como por el ajeno, para el que será un señor mayor.
¿Por qué? Porque no escucha la música que le corresponde por su clase social."
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