No es ninguna trivialidad.
Obviamente las persianas son un obstáculo para la consecución del mundo sin privacidad que pretenden:
Reseña: ‘Nosotros’, de Evgueni Ivánovich Zamiátin, Libros de Babel
"Pero éste es el único muro, ya que las personas de esta sociedad viven felices en un
Estado Único que dicta que todos los edificios sean de
paredes transparentes y donde
la vigilancia y el control de cada acción y cada segundo de la existencia son extremos. Evidentemente, las
relaciones románticas son ilegales, y el control es tal que para las interacciones sensuales todo se basa en un sistema por el que unos ciudadanos piden a otros tenerlas usando unos tickets de color rosa que, claro está, controla el Estado; este último es el único caso en el que se permite bajar las persianas de las viviendas transparentes para tener un poco de intimidad: es
la muerte de la identidad y de cualquier atisbo del libre albedrío."