seguimos blanqueando: «Estuve nadando horas para cruzar la frontera de jovenlandia a España»

chousa

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«Estuve nadando horas para cruzar la frontera de jovenlandia a España»


El joven jovenlandés Abdesamad se libró de la deportación siendo menor de edad; ahora vive en Vigo


Abdesamad El Chenouf era menor cuando la Guardia Civil le llevó a la frontera para expulsarlo a jovenlandia. El Tribunal Supremo ha sentenciado que aquello fue ilegal. Tenía 16 años cuando, con cuatro amigos más, decidió cruzar la frontera e introducirse en España. «jovenlandia había abierto el paso por tierra. Había mucha fila para pasar andando porque la abrieron solo unas horas y yo me dije: ‘Voy a ir nadando y así no me pillan’. Podía ponerme en la cola para pasar, pero no quería que me cortasen la entrada justo cuando fuese a pasar. Nos tiramos al agua y estuvimos nadando mar adentro durante horas para luego volver a entrar por la playa del Tarajal cuando nadie nos viera. Tienes que ir a lo largo para que no te pillen y te devuelvan a jovenlandia», relata. Era el 11 de mayo del 2021. Hoy puede contarlo desde un restaurante de Vigo en el que trabaja.

Abdesamad proviene de Castillejos, un pueblo jovenlandés situado cerca de Ceuta. Es el segundo de cinco hermanos e hijo de un albañil con un salario modesto para una familia numerosa. Flaco pero fibroso, está en forma porque juega al fútbol en el Chapela. Y la natación se le da bien, como demostró cuando consiguió introducirse en territorio español con sus amigos. Al llegar a tierra en Ceuta «estuvimos diez días en la calle», recuerda. Se convirtió así en uno de los que algunos políticos llaman menas, menores no acompañados, un término que él no conoce, por lo que no le atribuye un matiz peyorativo. «A los tres meses me cogieron y me querían devolver. Luego nos llevaron a unas naves de Tarajal y nos metieron en un campo de fútbol. Estuvimos tres meses aguantando. Nos atendía el Samu», explica. Un día de agosto, a instancias del Ministerio de Interior, la Guardia Civil condujo a los menores hacia la frontera con jovenlandia para devolverles a su país. «Devolvieron a 50. Tenían listas y solo quedamos 20 en el campo de menores. Yo paré a la Guardia Civil camino de la frontera y les dije que no quería volver a mi país. Quería cambiar mi vida. Cuando me llevaron a la frontera, escribí un papel y pedí ayuda a un abogado. Luego me llevaron a la Fiscalía y estuve hablando. Una abogada de la Fundación Raíces me defendió, y gracias a eso estoy aquí». La fundación evitó que se llevase a cabo la deportación en agosto del 2021, que sí se produjo en el caso de decenas de compañeros. «A mi amigo Hakim le devolvieron a jovenlandia y luego volvió nadando. Yo no tenía problemas en jovenlandia pero quería cambiar mi vida, ver como era este país».

Dice que habla con su familia y que saben que está bien en Vigo: «Al principio no me dejaban venir, por eso no se lo dije. Allá no vas a conseguir nada. Yo no quería trabajar de albañil con mi padre». Trabajó en Los Tres Monos de Samil en verano. Ahora está en el Restaurante Mijo. «Me gusta cocinar. Lo que me sale mejor son las pastas», asegura. Nunca ha hecho un tallín jovenlandés.

Vive en un piso con otros chicos del programa Igaxes, con educadores «muy majos». Lo que más me gusta de Vigo es la playa y el fútbol.

John Mota es el buen samaritano que ahora enseña cocina de fusión al chico
Tiene nombre de boxeador de película en blanco y neցro, pero nada más lejos de la realidad. John Mota, dueño del Mijo Minibar, es uno de esos buenos samaritanos que da la cara con los necesitados y que acoge y forma a migrantes para darles un futuro. En su cocina trabaja Absesamad El Chenouf, que llegó a Vigo el año pasado, cuando era menor, y se libró de la deportación. John relata que el chico jovenlandés llegó a su restaurante hace tres meses y le acaba de renovar el contrato por nueve meses más. «Formar a alguien es caro porque tienes que repetir veinticinco veces lo mismo para que las cosas salgan como tienen que salir, pero yo he apostado por una cocina mestiza porque soy venezolano de origen y ha vivido en varios países. John, que se llama en realidad Jonathan, ha contratado al joven que se está forjando un porvenir en Vigo gracias a la coordinadora de barrios y la Fundación Raíces. «Todos los años tengo pasantes de corta estancia que hacen prácticas con Cruz Roja», comenta el hostelero.

En los fogones, Abdesemad está feliz y ha iniciado su nueva vida. Ahora tienes 18 años. Los cumplió el día 15 de abril del 2023. El joven tuvo que pasar antes por el centro de menores La Esperanza. .«Me acabó el contrato 25 de enero y me lo acaban de renovar hasta final de año. He aprendido mucho con Jonathan. Me está enseñando un montón, como cortar muy bien, como cocinar, como hacer las cosas muy bien», afirma agradecido con la oportunidad.
 
Esto le canta el mentor Jonathan a su pupìlo Abdesamad recordando su epica batalla con el mar.

 
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