Pues yo no lo veo una mala táctica. Si se hubiera cerrado la TV de las Tres Mil Colinas, o si se hubiera aplicado el 155 tras el butifarrendum del 9-N, las acusaciones de fascismo y dictadura quizá sí que hubieran llegado a todas partes.
Así cuando piden demucrasié todo el mundo les mira entre compadecidos y asombrados: dan la sensación de vivir en una realidad paralela. En cambio, con el grifo cerrado se observa su lenta agonía por asfixia económica. Todo lo que hacen ahora son los últimos estertores. Unos cuantos pagarán por haberse saltado la ley, y otros dejarán de vivir a cuerpo de rey de la subvención. Además es gracioso saber que todos los que iban a poner sus vidas por delante para que el 155 no sea efectivo ni siquiera dimiten, al menos en TV3.