Los 90s los viví con 18 años en el 1993 y era todo una basura. A principios de los 90s empezó una crisis de las de llegar a un 25% de desempleo, el PP llega al gobierno y termina de arreglar el asunto. Por todos lados cerrando empresas, los langostas que llevaban décadas currando de un día para el otro se veían en la fruta calle gracias a las reformas laborales del PP y PSOE que les dejó literalmente con el trastero al aire y por supuesto los jóvenes también se encontraron con un mercado laboral lleno de ETTs, donde ya lo de ser fijo en la empresa, ya no suponía la posibilidad de casarse, porque básicamente fijo no significaba ni hoy significa nada en un contrato, salvo que te den cuatro perras más que al eventual.
La televisión era basura peor que la TV Peruana, lleno de destapes bochornosos de la Mama Chichos, productos basura 100% italianos que vinieron de la mano de Telecinco.
No había Internet, bueno sí, lo tenían cuatro gatos y se conectaban con un modem de 56Kb/s, algo así como una conexón ADSL 178 veces más lenta y no lo digo de coña.
El prono se extendió a la TV, principalmente a las TVs locales que emitían prono casi que a cualquier hora y ni que decir tiene, que muchas de esas emisoras era piratas, dedicadas a programas de videncia, con sus estafas telefónicas de tarificación especial donde te hacían esperar minutos y minutos pensando que ibas a salir al aire para que la pitonisa te resolviese la cuestión que le querías plantear, aunque en realidad, el programa estaba grabado y lo único que ocurría es que alguien descolgaba el teléfono y dejaba que pasasen los minutros hasta que el pardillo colgaba, llegando al mes siguiente unas facturas telefónicas to guapas, que en muchos casos terminaba de darle la puntilla a familias con serios problemas económicos, si no es que la cosa terminaba en un homicidio de esos de género.
Pero vamos, que estafas las había por todos lados, los partilines, los politonos para teléfonos, sectas chungas, las empresas de telefonía estafando abiertamente a sus usuarios o dando de alta a usuarios de forma fraudulenta excusados en que las estafas las hacían los comerciales que robaban datos de los buzones para dar de alta a clientes en una operadora y que se yo, todo bien deprimente y cutre a más no poder, sin contar con el riesgo que suponía salir los fines de semanas con la cantidad de empastillados que no era raro que les diesen psicosis anfetamínicas y terminasen apuñalando a alguien en base a una pura paranoia.
Después todo tenía una pátina pos franquista ochentera que tiraba para atrás, mezclada con modelnidad de garrafón con música maquinera, colores chillones e italianas enseñando las berzas operadas mientras hacían una coreografía de cabaret de 3ª regional.