¿Qué música escuchan los carlistas del foro?

No me considero Carlista.

Lo que más he escuchado en mi vida:

Tonada y Canto Montañés
Tonada y Canto Asturiano
Géneros Mexicanos
Flamenco
Géneros Caribeños y "música latina"
Navarras

Músicas Irlandesas-Escocesas
Balcánico, kurdo, alpino, etc

Tardíamente le he ido cogiendo el gusto al barroco.

Lo que canturreo al hacer alguna labor... mayoritariamente Montañés, Asturiano y Mexicano, a veces conatos de flamencadas...

PD: ahora descojonaros... me resbala
 
Hay verbos y expresiones con los que uno debe ser muy cuidadoso en este terreno sembrado de minas. "Me gusta tó, me entra mejor, me llega más hondo, me pone, me eleva... serían expresiones adecuadas para hablar de música, pero sospecho que el radar de muchos deshojará el contexto hasta encontrar lo que buscan...

Me maravilla la capacidad que tiene la música para alterar los estados de ánimo. Partiendo de un estado neutro, por decirlo así, escuchar ciertas melodías le puede poner a uno melancólico, enérgico, alegre, embelesado, intimista, altruista, pesimista, violento, romántico, místico, excitado, deprimido, voluntarioso, explosivo, lánguido, minimalista o barroco... La música hispana es un canto a la vida aunque hable de fin. En el combate entre la alegría y la tristeza, siempre gana la esperanza. De los gringos me gusta el folk y las baladas aunque debo decir que incluso en su alegría percibo grandes dosis de melancolía y de pleitos por resolver. De Europa todo lo céltico aunque ya no me atrae como antes. De la clásica todo aunque debo decir que me ha costado y sigue costando mucho entrarla. Exige mucha concentración y como ruido de fondo me deja prácticamente indiferente. El jazz, la música "improvisada", la experimental, me dejan frío cuando no llega a molestarme. Los himnos nacionales me gustan también, particularmente el ruso, el alemán, el inglés y el nuestro. La marsellesa no está mal pero la encuentro un tanto forzada. Rechazo los himnos sinfónicos que pareciera pretenden dar un toque de distinción a sus países, como esos otros que tratan de expresar característica muy notables de sus pueblos. Respecto a las machar militares, casi lo mismo y sí me levantan de la cama. El rechazo de algunos a este género me vuelve a parecer forzado, como quien se viste de augusto sin tener fruta gracia.

Si tuviera que definir mi evolución personal al respecto, diría que he ido desde los sabores simples a los complejos, por ejemplo, desde las baladas dulces a los sabores flamencos. Reacio por tradición personal a este último género, lo voy asumiendo poco a poco con gran sorpresa. El oído hay que educarlo para que sepa "leer" entre líneas.

Por experiencia personal y ajena, debo decir y digo que hay un rechazo a "nuestra música" en proporción inversa a su parecido con la "música estándar". Ese querer ser más europeo y más modernos, forma parte de la leyenda negra trabajando a pleno rendimiento, de manera que todo parece necesitar que encaje, cuanto más mejor, en la "matrix" musical, o de cualquier otro tipo, de la cultura dominante. La tenemos tan incrustada que la consideramos nuestra al punto de que lo distinto, aunque sea propio, nos mueve al rechazo mucho antes que a la curiosidad.

El corazón español nunca morirá o antes provocará el enloquecimiento esquizofrénico de muchos españoles.

Para terminar, a ver si las autoridades religiosas acaban comprendiendo que la música es un vehículo del alma. Por desgracia, nuestra mala educación musical siempre supondrá un serio obstáculo.
 
Hay verbos y expresiones con los que uno debe ser muy cuidadoso en este terreno sembrado de minas. "Me gusta tó, me entra mejor, me llega más hondo, me pone, me eleva... serían expresiones adecuadas para hablar de música, pero sospecho que el radar de muchos deshojará el contexto hasta encontrar lo que buscan...

Me maravilla la capacidad que tiene la música para alterar los estados de ánimo. Partiendo de un estado neutro, por decirlo así, escuchar ciertas melodías le puede poner a uno melancólico, enérgico, alegre, embelesado, intimista, altruista, pesimista, violento, romántico, místico, excitado, deprimido, voluntarioso, explosivo, lánguido, minimalista o barroco... La música hispana es un canto a la vida aunque hable de fin. En el combate entre la alegría y la tristeza, siempre gana la esperanza. De los gringos me gusta el folk y las baladas aunque debo decir que incluso en su alegría percibo grandes dosis de melancolía y de pleitos por resolver. De Europa todo lo céltico aunque ya no me atrae como antes. De la clásica todo aunque debo decir que me ha costado y sigue costando mucho entrarla. Exige mucha concentración y como ruido de fondo me deja prácticamente indiferente. El jazz, la música "improvisada", la experimental, me dejan frío cuando no llega a molestarme. Los himnos nacionales me gustan también, particularmente el ruso, el alemán, el inglés y el nuestro. La marsellesa no está mal pero la encuentro un tanto forzada. Rechazo los himnos sinfónicos que pareciera pretenden dar un toque de distinción a sus países, como esos otros que tratan de expresar característica muy notables de sus pueblos. Respecto a las machar militares, casi lo mismo y sí me levantan de la cama. El rechazo de algunos a este género me vuelve a parecer forzado, como quien se viste de augusto sin tener fruta gracia.

Si tuviera que definir mi evolución personal al respecto, diría que he ido desde los sabores simples a los complejos, por ejemplo, desde las baladas dulces a los sabores flamencos. Reacio por tradición personal a este último género, lo voy asumiendo poco a poco con gran sorpresa. El oído hay que educarlo para que sepa "leer" entre líneas.

Por experiencia personal y ajena, debo decir y digo que hay un rechazo a "nuestra música" en proporción inversa a su parecido con la "música estándar". Ese querer ser más europeo y más modernos, forma parte de la leyenda negra trabajando a pleno rendimiento, de manera que todo parece necesitar que encaje, cuanto más mejor, en la "matrix" musical, o de cualquier otro tipo, de la cultura dominante. La tenemos tan incrustada que la consideramos nuestra al punto de que lo distinto, aunque sea propio, nos mueve al rechazo mucho antes que a la curiosidad.

El corazón español nunca morirá o antes provocará el enloquecimiento esquizofrénico de muchos españoles.

Para terminar, a ver si las autoridades religiosas acaban comprendiendo que la música es un vehículo del alma. Por desgracia, nuestra mala educación musical siempre supondrá un serio obstáculo.

Para ayudar a tu conciliación con el Flamenco, al menos en su parte explicativa, te recomiendo encarecidamente que escuches a Faustino Núñez, un Gallego que no solo desentraña sino que explica muy bien el constructo maravilloso que montaron en nuestros puertos de Indias con una amalgama impresionante de músicas hechas arte en esa confluencia hispanica que fueron los centros donde se asentó la Casa de Contratación, Sevilla y Cádi (gora ER Cádi manque pierda).
 
  • Zanx
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Hay verbos y expresiones con los que uno debe ser muy cuidadoso en este terreno sembrado de minas. "Me gusta tó, me entra mejor, me llega más hondo, me pone, me eleva... serían expresiones adecuadas para hablar de música, pero sospecho que el radar de muchos deshojará el contexto hasta encontrar lo que buscan...

Me maravilla la capacidad que tiene la música para alterar los estados de ánimo. Partiendo de un estado neutro, por decirlo así, escuchar ciertas melodías le puede poner a uno melancólico, enérgico, alegre, embelesado, intimista, altruista, pesimista, violento, romántico, místico, excitado, deprimido, voluntarioso, explosivo, lánguido, minimalista o barroco... La música hispana es un canto a la vida aunque hable de fin. En el combate entre la alegría y la tristeza, siempre gana la esperanza. De los gringos me gusta el folk y las baladas aunque debo decir que incluso en su alegría percibo grandes dosis de melancolía y de pleitos por resolver. De Europa todo lo céltico aunque ya no me atrae como antes. De la clásica todo aunque debo decir que me ha costado y sigue costando mucho entrarla. Exige mucha concentración y como ruido de fondo me deja prácticamente indiferente. El jazz, la música "improvisada", la experimental, me dejan frío cuando no llega a molestarme. Los himnos nacionales me gustan también, particularmente el ruso, el alemán, el inglés y el nuestro. La marsellesa no está mal pero la encuentro un tanto forzada. Rechazo los himnos sinfónicos que pareciera pretenden dar un toque de distinción a sus países, como esos otros que tratan de expresar característica muy notables de sus pueblos. Respecto a las machar militares, casi lo mismo y sí me levantan de la cama. El rechazo de algunos a este género me vuelve a parecer forzado, como quien se viste de augusto sin tener fruta gracia.

Si tuviera que definir mi evolución personal al respecto, diría que he ido desde los sabores simples a los complejos, por ejemplo, desde las baladas dulces a los sabores flamencos. Reacio por tradición personal a este último género, lo voy asumiendo poco a poco con gran sorpresa. El oído hay que educarlo para que sepa "leer" entre líneas.

Por experiencia personal y ajena, debo decir y digo que hay un rechazo a "nuestra música" en proporción inversa a su parecido con la "música estándar". Ese querer ser más europeo y más modernos, forma parte de la leyenda negra trabajando a pleno rendimiento, de manera que todo parece necesitar que encaje, cuanto más mejor, en la "matrix" musical, o de cualquier otro tipo, de la cultura dominante. La tenemos tan incrustada que la consideramos nuestra al punto de que lo distinto, aunque sea propio, nos mueve al rechazo mucho antes que a la curiosidad.

El corazón español nunca morirá o antes provocará el enloquecimiento esquizofrénico de muchos españoles.

Para terminar, a ver si las autoridades religiosas acaban comprendiendo que la música es un vehículo del alma. Por desgracia, nuestra mala educación musical siempre supondrá un serio obstáculo.
¿Te has puesto con la música sacra, Palestrina, de Victoria?

Te recomiendo Arvo Pärt , una música que invita a la calma y a sosegar el espíritu
 
  • Zanx
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