Reztnem Zenemix
Himbersor
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Ocurrió ayer. Suelo pasarme a menudo a comprar productos frescos porque este cuerpo no se mantiene con doritos ni pan bimbo con nocilla. 180KG en press banca no los levanta cualquiera, y los pocos que pueden levantarlo no podrían sin disciplina y testosterona en jeringuillas.
El mendigo tocapelotas de siempre me saluda:
– Buenos días.
– Qué pasa, quieres un euro?
– Bueno, si me lo quiere dar usted
– Y un café? Que te parece si además te doy una galleta, iluso? No vuelvas a tocarme los narices o te reviento.
Y el guarro podemita agacha la cabeza porque no ha pisado TEMPLO ni se le espera. Total que entro y cojo mi cesta con mucha mala leche. En las columnas tienen espejos en los que me voy admirando conforme llego a la sección de carne. Pillo buen pavo cocido, buen pollo cocido, cordero, cuatro botes de claras de huevo sanas y una barra de salchichón para el cheat day. Paso por la sección de cosméticos y tiro un eyeliner a la cesta. Suelo ponerme la cantidad justa para que realce mi mirada sin que se note que llevo los ojos pintados.
El problema vino al pagar en la caja. La cajera me regateó un euro y me puse como un energúmeno. Me levanto 6000 pavos al mes cuando salgo a currar fuera de España, un euro no es importante, pero que te tomen por el pito del sereno SÍ LO ES. Sucedió tal que así:
– Hola.
– Hola.
– ¿Quiere bolsa?
– Sí
– ¿Ticket de parking?
– Sí. (BMW M3).
Le pago y me da el cambio. Cuento bien las monedas porque a mí no se me escapa ni media.
– ME HAS DADO UN EURO DE MENOS.
– ¿Seguro? Bueno, puede ser. Discúlpame. Pásate mañana que hoy hacemos recuento de caja.
– ¿CÓMO?
HOSTIÓN que le metí a la cinta registradora. QUÉ VENGA EL ENCARGADO, dije a gritos.
Todo el mundo mirando acojonado. Cuando monto estos numeritos me doy cuenta de que hasta la gente que no está en el ajo se asusta. Huelen el peligro, y no se equivocan. ¿Pero qué queréis que haga? Ella sabe que no voy a volver a por un mísero euro, y yo me conozco bien la jugada.
Total que viene el encargado y se me PONE simple. Me increpa que a cuento de qué doy ese golpe y esos gritos que se han oído en todo el local.
Al tratarme así no me dejó alternativa. Cogí del cuello a ese estulto y lo utilicé de bola de bolos, hice pleno en el monto de latas de tomate con su cabeza. Acto seguido se giró y empezó a menear los brazos como lo haría una niña con la intención de tocarme. Yo esquivé fácilmente hasta que tiré de amago on the left y directo en el mentón que lo dejó en el sitio.
Hoy he vuelto. Han mandado a la fruta calle al demorado ese y no me extraña. Para empezar si tuviese cerebro no estaría trabajando en un supermercado.
El mendigo tocapelotas de siempre me saluda:
– Buenos días.
– Qué pasa, quieres un euro?
– Bueno, si me lo quiere dar usted
– Y un café? Que te parece si además te doy una galleta, iluso? No vuelvas a tocarme los narices o te reviento.
Y el guarro podemita agacha la cabeza porque no ha pisado TEMPLO ni se le espera. Total que entro y cojo mi cesta con mucha mala leche. En las columnas tienen espejos en los que me voy admirando conforme llego a la sección de carne. Pillo buen pavo cocido, buen pollo cocido, cordero, cuatro botes de claras de huevo sanas y una barra de salchichón para el cheat day. Paso por la sección de cosméticos y tiro un eyeliner a la cesta. Suelo ponerme la cantidad justa para que realce mi mirada sin que se note que llevo los ojos pintados.
El problema vino al pagar en la caja. La cajera me regateó un euro y me puse como un energúmeno. Me levanto 6000 pavos al mes cuando salgo a currar fuera de España, un euro no es importante, pero que te tomen por el pito del sereno SÍ LO ES. Sucedió tal que así:
– Hola.
– Hola.
– ¿Quiere bolsa?
– Sí
– ¿Ticket de parking?
– Sí. (BMW M3).
Le pago y me da el cambio. Cuento bien las monedas porque a mí no se me escapa ni media.
– ME HAS DADO UN EURO DE MENOS.
– ¿Seguro? Bueno, puede ser. Discúlpame. Pásate mañana que hoy hacemos recuento de caja.
– ¿CÓMO?
HOSTIÓN que le metí a la cinta registradora. QUÉ VENGA EL ENCARGADO, dije a gritos.
Todo el mundo mirando acojonado. Cuando monto estos numeritos me doy cuenta de que hasta la gente que no está en el ajo se asusta. Huelen el peligro, y no se equivocan. ¿Pero qué queréis que haga? Ella sabe que no voy a volver a por un mísero euro, y yo me conozco bien la jugada.
Total que viene el encargado y se me PONE simple. Me increpa que a cuento de qué doy ese golpe y esos gritos que se han oído en todo el local.
Al tratarme así no me dejó alternativa. Cogí del cuello a ese estulto y lo utilicé de bola de bolos, hice pleno en el monto de latas de tomate con su cabeza. Acto seguido se giró y empezó a menear los brazos como lo haría una niña con la intención de tocarme. Yo esquivé fácilmente hasta que tiré de amago on the left y directo en el mentón que lo dejó en el sitio.
Hoy he vuelto. Han mandado a la fruta calle al demorado ese y no me extraña. Para empezar si tuviese cerebro no estaría trabajando en un supermercado.
