A LA INFLACIÓN, QUE LA DEN.—
La retórica bancocentralista ya no va a estar centrada en la inflación, sino en la actividad y el empleo.
A la fuerza ahorcan.
Llevamos
décadas sin apenas inflación —alza generalizada de los precios de los bienes y servicios—. La inflación es cosa de los nacidos antes de mediados de los 1950.
El Dinero (mayúscula y singular) no es solo el
dinero fiduciario emitido por los bancos centrales; además, están el
dinero bancario, emitido por las entidades de depósito— y el
dinero financiero —emitido por todo aquel que acepta que su deuda se incorpore a un título negociable, Estado incluido: bonos, obligaciones, letras de cambio, pagarés, vales, crédito de proveedores y a clientes—.
Además, se nos ha echado encima una
depresión económica, es decir, la cronificación de una recesión en sentido amplio.
Como todo en Contabilidad Nacional, el dato de inflación/deflación —valor del dinero en relación con todos los bienes y servicios comerciables— es una estimación.
El dato estadístico de inflación subestima sistemáticamente la deflación. Esta cuestión ya la hemos tratado técnicamente en este blog cuando vimos que el IPC es un
'índice de Laspeyres' —precios ponderados por cantidades finales—; aunque los estafadores intentan hacerte creer lo contrario, es decir, que hay más inflación de la que refleja el índice. Quienes viven de que tú decidas separarte de tu dinero lo tendrían muy difícil a partir de ahora si no fuera por que los bancos centrales, al dar un paso atrás en materia de inflación/deflación, ceden parte de su
control sobre el poder estadístico en favor de la autoridad fiscal. Y la autoridad fiscal depende de la
mayoría natural electoral, aunque no puede dar la inflación que le dé la gana porque en ningún sitio está escrito que, por ello, vaya a aumentar la recaudación tanto como se traslada el fuego al gasto público (servicio de la deuda, pensiones y subsidios, retribuciones de los funcionarios).
Habrá monedas que sufran y sus autoridades tendrán margen para dar inflación. Pero no será nada relevante. En cualquier caso,
al euro le toca ser fortísimo y a la Unión Europea, ir a más, sea cual sea el índice de precios al consumo que nos den los Gobiernos a partir de ahora.
Muchas personas van a tomar decisiones equivocadísimas creyendo que viene una gozosa y estimulante inflación; especialmente, aquellos que gustan de hacer caso a los
gafes que insultan a las autoridades monetarias, normalmente falsoliberales-neoliberales, pero también falsorrojos.
No confundamos la suelta de vuelo del próximo modelo, la Era Cero, con la
segunda y última fase de la Transición Estructural del modelo popularcapitalista. Ahora viene esta. Y lo hace con cierto lógico 'desorden' —inestabilidad—, dados los intereses creados, pero, también,
hasta que el dólar encuentre sus tipos de cambio de equilibrio 'eraceroístas'. Además, al final de los ciclos estructurales, siempre se buscan ríos revueltos para intentar uno salvarse a costa del vecino. Pero,
en cuanto el próximo modelo vuele en solitario a mediados de década de 2020, va a reinar una gran estabilidad. Y una gran paz en los corazones de quienes tengan dinero —por mucho que los mierdistas intenten hacernos creer que los bancos de depósitos son la hez que necesitan que sean, lo que, por cierto, está tipificado en el Código Penal—.
Toda Era tiene su orden. Si no, no lo sería. Y
el principio de toda Era es una fiesta. Lo que es desordenado es todo aprieto final, con todos huyendo en tropel. La Transición Estructural que vivimos ha tenido cierto orden en su primera fase, mientras el objetivo era
salvaguardar el sistema financiero. Ahora viene el 'sprint' final, encima, catalizado por la esa época en el 2020 de la que yo le hablo de cobi19.
El actual cambio de retórica bancocentralista forma parte de la inflexión en el proceso de Transición Estructural. Con dicho cambio, los gestores de dinero se ven obligados a cambiar su propia retórica trufándola de
conceptos nítidamente estructuraltransicionistas, aunque tiñéndola de incertidumbre para 'hacer callo' con sus clientes. No se dejen engañar y valoren cuánto están cambiando las cosas, con casi todos hablando ya, sin ambages, del advenimiento de una nueva era.
Lectura obligatoria, por cortesía de 'Derby':
PPCC. PIsitófilos Creditófagos. Verano 2020
Deutsche Bank anuncia la llegada de un nuevo superciclo económico: así será la "Era del Desorden".
Why One Bank Thinks The World Is "On The Cusp Of A New Era Characterized By Disorder"
Estamos de acuerdo en lo siguiente:
—
Una era o ciclo estructural es un paquete de vaivenes o ciclos coyunturales: «La economía se mueve a través de ciclos... muchos de ellos están envueltos en un marco más amplio similar, lo que permite realizar una agrupación más gruesa en eras o súper-ciclos». ¡Cómo nos gusta que lo llamen era!
—
La etiología de la actual crisis no es sanitaria, sino 'de modelo', viene de atrás y la esa época en el 2020 de la que yo le hablo de cobi19 solo la ha catalizado: «Todo hace indicar que el mundo está entrando en una nueva etapa que venía gestándose tiempo atrás, pero cuya transición se ha acelerado con la irrupción del el bichito-19».
— El objeto en crisis es
un modelo que abarca cuatro décadas, de los 1980 a los 2020: «El súper-ciclo más reciente (1980-2020) se ha ido desgastando gradualmente en la última media década».
— Desde mediados del s. XIX, el capitalismo ha tenido
5 grandes ciclos estructurales (súper-ciclos), aunque nuestra formulación es ligeramente distinta —lo que hubo en la segunda mitad del s. XIX no fue una globalización económica, sino el mero triunfo del librecambismo—:
0) de
finales de s. XVIII a
mediados del s. XIX: revolución burguesa e industrial capitalista;
1) de
mediados de s. XIX a
mediados de los 1910: capitalismo triunfante, Estado liberal, monopolio estatal de emisión de moneda, surgimiento del movimiento obrero, revolución en Rusia y, en España, fracaso de la revolución industrial y triunfo del proteccionismo;
2) de
mediados de los 1910 a
mediados de los 1940: Guerras Mundiales, la Gran Depresión entre ellas y, en España, espiral intervencionismo-nacionalismo-autarquía;
3) de
mediados de los 1940 a
mediados de los 1970: la economía de posguerra ('Breton Woods'), la guerra fría, el imperialismo norteamericano, la revolución en China y, en España, crisis de la autarquía y 'take off' desarrollista;
4) de
mediados de los 1970 a
mediados de los 1980: crisis del petróleo, inflación con estancamiento y triunfo del antiinflacionismo; y
5) de
mediados de los 1980 a
mediados de los 2020, el popularcapitalismo y la globalización financiera y comercial.
Pero no estamos de acuerdo en que la Era que viene es 'de desorden'.
Solo va a haber desorden en la cabeza de los perdedores y apegados al modelo que muere conforme vayan sintiendo en sus carnes el rigor de la venganza del dinero. En cualquier caso, ¿a quién le interesa avisar de que 'va a haber desorden'?
Actualmente, hay cuatro tipos de discursos, en función de su proclamación o negación de la
Transición Estructural y el
iceberg deflacionario:
A) Sí hay Transición Estructural e iceberg deflacionario.
AB) Sí hay Transición Estructural, pero no iceberg deflacionario.
BA) No hay Transición Estructural, pero sí iceberg deflacionario.
B) Ni hay Transición Estructural ni iceberg deflacionario.
Ahora, la retórica bancocentralista se ha situado de forma expresa en A), aunque llevaba ahí 'de facto' desde hace mucho tiempo —y nosotros, con ella—.
Lo nuevo es que,
si vas por el mundo de negacionista B) o AB), estás proscrito. A lo sumo, se puede ir de negacionista BA), pero siempre que lo hagas cínicamente, estando comprometido con las autoridades en la estabilidad al sistema, por ejemplo, despojando de sus depósitos a los echados al monte a cambio de 'himbersiones' aún por desaguar.
P. S.:
Ratio precio-beneficio ajustada cíclicamente: 'alea jacta est', —nadie razonablemente puede defender ahora mismo un 'catch up' europeo y, por contra, un invierno gélido en la angloesfera es el escenario más probable—