Italia es la caña, si te digo lo que nos cobraron hace también cerca de 20 años por cenar en la isla parque natural de Puerto Venere, frente a la gruta de Lord Byron...y eso que iba con unos italianos que eran conocidos allí y nos hicieron descuento.Más atrás hablan de Venecia. Me ha recordado que en el 2001 pagué por dos cortados 2.000 ptas, el equivalente a 12 euros. (no recuerdo cuánto fue en liras). Y visto lo visto me pareció un regalazo.
Estábamos haciendo cola para subir al campanario (Il Campanile creo que se llama),la gracia estaba en que subías y podías ver una panorámica de Venecia desde lo alto.
Pasó un tipo por allí que me dijo : no pierdas el tiempo haciendo cola ,pasando calor y pagando la entrada . Vais al Hotel Danieli (cinco estrellas) que está aquí al lado y subes a la terraza y os tomáis un café. Además subís en ascensor y bajáis andando así podréis ver parte del hotel por dentro y contar que habéis estado en el hotel en el que Agatha Christie se refugiaba para escribir sus novelas.´
Y efectivamente así lo hicimos .Nos sentamos en primera fila de un pedazo de terraza con vistas a toda Venecia con dos camareros firmes que aún nos pusieron una bandejita con pastas de té incluidas en el precio.
Desde luego el tipo que nos indicó se las sabía todas.
Conclusión evidente: no pagas los cortados pagas el entorno , la comodidad ,la no aglomeración ,la compañía...
Si lo comparabas con ir a cenar a una sidrería pues era prohibitivo, pero si pensabas en el enclave, que te venían a buscar al puerto en su barca para llevarte a la isla...etc, etc, etc... Pues ya te parecía otra cosa. Lo bueno es que allí no había ni menú, ni precios, ni palos, bueno, sí, la que te daban al final; pero para pedir todo de boquita y los vinos los que recomendaban.
Sobra decir que la calidad era acojonante, y las cantidades en extremo generosas. Por cierto, cuando íbamos por mitad de la cena, nuestro anfitrión se fue a ver al dueño a pedirle que nos cambiara el camarero porque el que nos estaba sirviendo iba demasiado rápido y queríamos cenar tranquilos.
Buena fue también la última vez que cené en Italia, en el 2010, empezamos en una villa/fortaleza medieval en una montañita, y terminamos compartiendo sobremesa en una casa de campo con un grupo de masones de San Marino, entrados ya en años, que le pegaban al frasco como si no hubiera un mañana. Nunca se me olvidará.