Burt Lancaster
Himbersor
- Desde
- 4 May 2020
- Mensajes
- 4.104
- Reputación
- 2.214
Para la derecha española, la ausencia de libertades del franquismo nunca ha sido un problema político ni, por supuesto, ético. Por eso sintió desde el primer momento como un agravio íntimo la aprobación de la Ley de Memoria Democrática. ¿Estigmatizar el franquismo? ¿Borrar de calles y plazas el nombre de los vencedores en buena lid de una guerra legítima, justa y necesaria? ¿Estamos locos o qué?
La retirada esta semana de la placa en honor del exministro republicano y dirigente ugetista Francisco Largo Caballero ha sido posible gracias a una iniciativa de Vox que el PP nunca atrevió a impulsar, pero no por falta de ganas sino simplemente por conveniencia electoral. Vox ha venido a hacerles el trabajo sucio que ellos no tuvieron el coraje de emprender. Los ultras han dado cumplida respuesta política al resentimiento acumulado durante años por las derechas españolas.
En cuanto a Cs, que también apoyó la propuesta de Vox, es difícil saber a qué atenerse, pues antes de emitir un juicio hay que preguntarse sobre cuál de los varios Cs que existen se emite dicho juicio: cuando ellos mismos acaben de saber quiénes son, podremos saberlo los demás.
Ganar o ganar
El PP es un partido que o bien gana por las buenas o bien pierde por las malas. Sabe ganar mucho mejor de lo que saber perder. Cuando gana, gobierna en clave conservadora pero sin quebrar las reglas del juego; cuando pierde, siempre tiene la tentación de darle una patada al tablero de juego, para que aprenda el maldito a tablero quién debe mandar y quién no.
El PP jugó sucio en los 90 en plena batalla contra ETA. Jugó sucio contra Zapatero por haberle ganado en 2004 unas elecciones que perdió por sus mentiras. Repitió la jugada cuando el país estaba al borde de la quiebra en 2010 y fue obligado a recortar brutalmente gasto público y salarios. Lo hizo de nuevo cuando Rubalcaba negoció el final del terrorismo. Y lo viene haciendo desde la ilegítima moción de censura de 2018, pese a haber perdido dos elecciones desde entonces.
Y si durante la crisis catalana de 2017 hubiera estado en la oposición, habría jugado sucio contra el Gobierno, poniendo las cosas mucho más difíciles de lo que ya estaban. Cuando llegue la próxima arremetida de la rauxa catalana, mejor que estén en el poder.
La retirada esta semana de la placa en honor del exministro republicano y dirigente ugetista Francisco Largo Caballero ha sido posible gracias a una iniciativa de Vox que el PP nunca atrevió a impulsar, pero no por falta de ganas sino simplemente por conveniencia electoral. Vox ha venido a hacerles el trabajo sucio que ellos no tuvieron el coraje de emprender. Los ultras han dado cumplida respuesta política al resentimiento acumulado durante años por las derechas españolas.
En cuanto a Cs, que también apoyó la propuesta de Vox, es difícil saber a qué atenerse, pues antes de emitir un juicio hay que preguntarse sobre cuál de los varios Cs que existen se emite dicho juicio: cuando ellos mismos acaben de saber quiénes son, podremos saberlo los demás.
Ganar o ganar
El PP es un partido que o bien gana por las buenas o bien pierde por las malas. Sabe ganar mucho mejor de lo que saber perder. Cuando gana, gobierna en clave conservadora pero sin quebrar las reglas del juego; cuando pierde, siempre tiene la tentación de darle una patada al tablero de juego, para que aprenda el maldito a tablero quién debe mandar y quién no.
El PP jugó sucio en los 90 en plena batalla contra ETA. Jugó sucio contra Zapatero por haberle ganado en 2004 unas elecciones que perdió por sus mentiras. Repitió la jugada cuando el país estaba al borde de la quiebra en 2010 y fue obligado a recortar brutalmente gasto público y salarios. Lo hizo de nuevo cuando Rubalcaba negoció el final del terrorismo. Y lo viene haciendo desde la ilegítima moción de censura de 2018, pese a haber perdido dos elecciones desde entonces.
Y si durante la crisis catalana de 2017 hubiera estado en la oposición, habría jugado sucio contra el Gobierno, poniendo las cosas mucho más difíciles de lo que ya estaban. Cuando llegue la próxima arremetida de la rauxa catalana, mejor que estén en el poder.