Álvaro F., alias
Yumba, conocía a
Diego y
Keta, la pareja que inició el linchamiento de
Samuel Luiz, del mismo bar de la zona de Orzán en La Coruña donde se juntaban para fumar marihuana. Pero poco más. Su
origen social, cultural y económico es totalmente diferente y ninguno considera al otro amigo suyo, de hecho culpan uno al otro delante de la juez. Tampoco ninguno conocía de nada a la víctima.
Yumba tiene 20 años y es la tercera generación de una familia de ricos y conocidos empresarios coruñeses del barrio de O Castrillón dedicados a la fabricación y venta de muebles desde hace tres generaciones. La empresa de su padre, heredada en 2007, pero en funcionamiento desde 1996, perdió dinero en el ejercicio de 2019, en concreto 148.816 euros según el registro, pero es una excepción, ya que la empresa, dedicada al «comercio al por menor de muebles, aparatos de iluminación y otros artículos de uso doméstico en establecimientos especializados» gana dinero habitualmente.
Su padre, su madre y Álvaro, nacido en el año 2001, formaron una familia normal, de las reconocidas como de las familias «bien» coruñesas, hasta que la madre de
Yumba falleció de un infarto al corazón en un parque coruñés en presencia del menor. Aquel episodio lo marcó de por vida.
Su padre
Víctor intentó rehacer su vida y se casó de nuevo y
Yumba tiene una hermana pequeña que nació de esa relación. Pero unos años después esta segunda esposa rompió la relación con el empresario, llevándose a la niña consigo, y aquello le costó un serio quebranto sentimental y económico al padre. Además, su hijo mayor
nunca terminó de congeniar con la esposa de su padre y comenzó a fumar hachís y a coquetear con otras
drojas desde muy joven en señal de rebeldía.
Su padre
Víctor, que ahora tiene 54 años, lo matriculó en el Liceo La Paz, uno de los institutos privados más reconocidos de la ciudad gallega. Allí Álvaro logró completar un ciclo de Formación Profesional en Electromecánica. Pero sus problemas con las drojas continuaron e incluso su padre lo internó en una clínica de desintoxicación en dos ocasiones. Mientras tanto, el padre iba detrás del hijo pagando siempre los desperfectos que causaba en los bares donde se peleaba con frecuencia o debía dinero.
“La familia ha tenido muchísimos problemas con él desde que era niño, el padre lo intentó todo hasta que dio por imposible y se fue a vivir con los abuelos y al abuelo le ha sacado todo el dinero que ha podido durante años”, cuenta un conocido de la familia, que por su amistad con el fundador de la saga, el abuelo
Adolfo, prefiere mantenerse en el anonimato.
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