Son sus hombres que son demasiado impulsivos.
Tú coge a un niño, desde muy pequeño, y empieza a adoctrinarlo y a crearle una jovenlandesal.
Dile cosas como que no debe mentir... a los de su propia religión, pero a los otros sí, e incluso debe mentir sistemáticamente si es en beneficio de su religión.
Dile que no debe hacer amistad con los otros, y que si su hermano o su padre hacen amistad con "infieles", reniegues de ellos.
Dile que los otros deben convertirse o pagar un impuesto especial.
Dile que lo más grande que pueden hacer es morir en la guerra santa, matando infieles, y que así irán directos al paraíso donde le espera un chalet con 72 pilinguillas, etérnamente vírgenes.
Ponles como modelo a seguir a un señor que era un caudillo militar implacable.
A ver qué ser humano sale de ahí, a ver qué empatía tiene con el prójimo.
Nuestro error, que pagaremos caro, es ver a esta gente desde nuestro punto de vista y pensar que estas gentes pueden convivir con nosotros, que pueden ser "enderezadas" en nuestra cultura y respetar nuestros valores, cuando los suyos son absolutamente opuestos e incompatiles y no están dispuestos a renunciar a ellos porque están por encima de todo, de nosotros y de nuestra jovenlandesal y leyes.
(A las mujeres les enseñan lo mismo, salvo lo de las 72 pilinguillas, supongo).