«No llama nadie para interesarse por mi piso». Las Provincias
«No llama nadie para interesarse por mi piso»
Ana Barella, propietaria de una vivienda en Burjassot, lleva dos años sin alquilarla pese a que la ha rebajado 100 euros
08.08.10 - 00:15 -
B. LLEDÓ | VALENCIA.
Amplia, en pleno centro de Burjassot y con mucho polvo. Todo el que se ha podido acumular en los dos años que lleva vacío. Ana Barella, una joven valenciana, ya no sabe cómo alquilar una vivienda que tiene en propiedad, utilizada desde hace más de una década como despacho. «Es que ni siquiera llama gente para interesarse. Está totalmente parado. Si por lo menos viniera alguien a visitarla...pero nada, ni una», lamenta.
La casa, ubicada en un segundo piso de una céntrica calle peatonal de la localidad, ha albergado desde un bufete de abogados hasta una asesoría fiscal. Sus tres espaciosos despachos aguardan ahora a que alguien los ocupe.
El precio es 100 euros inferior al que pensaba fijar su propietaria cuando se quedó deshabitado. «Hace dos años no lo hubiera alquilado por menos de 500. Si ahora me ofrecieran 400 aceptaría, e incluso 300 más gastos», reconoce Ana.
Y es que ya sólo las facturas de comunidad y de consumo de gas y agua le cuesta cerca de 50 euros. Así que cada mes que pasa le cuesta dinero tener el piso.
Ante la ausencia de visitas a través de una inmobiliaria, ha decidido buscar otras vías para dar a conocer el despacho. «Lo he puesto en Internet pero sigue sin haber movimiento», reconoce.
Un año de espera
Pero a Ana esta situación no le pilla de improvisto. En el mismo edificio, sólo que tres plantas más arriba, posee otro piso, que sí está alquilado. Aunque la sombra de la crisis económica también se ha cernido sobre este inmueble de Burjassot. «Tardé casi un año en arrendarlo», afirma.
Además, se vio obligada a rebajar su precio inicial. «Tiene 120 metros cuadrados, tres habitaciones, un gran comedor, balcón con vistas al patio de San Roque... Cuando se quedó vacío pensé en ponerlo en 600 euros», relata esta propietaria valenciana.
Primero lo gestionó por particular y luego optó por acudir a una inmobiliaria. La vivienda recibió muchas visitas y, tras casi un año desocupado, una pareja de uruguayos de mediana edad se decidió a quedárselo. Pagan 460 euros al mes, 140 menos de lo previsto en un principio.
Como a cualquier casero, a esta valenciana le invadió el temor de que los arrendatarios no pudieran pagarle cada mes. Sin embargo, Ana asegura estar muy contenta «porque me están abonando las cantidades que acordadamos puntualmente, tanto el importe de la casa como los gastos de escalera y comunidad», admite.
De momento, sus nuevos inquilinos han firmado un contrato de un año, aunque prorrogable a cinco. «Con lo complicado que está ahora todo me gustaría que siguieran en mi casa. Desde luego está muy bien de precio teniendo en cuenta de que está en pleno centro, en una calle tranquila y es muy grande», afirma.
«No llama nadie para interesarse por mi piso»
Ana Barella, propietaria de una vivienda en Burjassot, lleva dos años sin alquilarla pese a que la ha rebajado 100 euros
08.08.10 - 00:15 -
B. LLEDÓ | VALENCIA.
Amplia, en pleno centro de Burjassot y con mucho polvo. Todo el que se ha podido acumular en los dos años que lleva vacío. Ana Barella, una joven valenciana, ya no sabe cómo alquilar una vivienda que tiene en propiedad, utilizada desde hace más de una década como despacho. «Es que ni siquiera llama gente para interesarse. Está totalmente parado. Si por lo menos viniera alguien a visitarla...pero nada, ni una», lamenta.
La casa, ubicada en un segundo piso de una céntrica calle peatonal de la localidad, ha albergado desde un bufete de abogados hasta una asesoría fiscal. Sus tres espaciosos despachos aguardan ahora a que alguien los ocupe.
El precio es 100 euros inferior al que pensaba fijar su propietaria cuando se quedó deshabitado. «Hace dos años no lo hubiera alquilado por menos de 500. Si ahora me ofrecieran 400 aceptaría, e incluso 300 más gastos», reconoce Ana.
Y es que ya sólo las facturas de comunidad y de consumo de gas y agua le cuesta cerca de 50 euros. Así que cada mes que pasa le cuesta dinero tener el piso.
Ante la ausencia de visitas a través de una inmobiliaria, ha decidido buscar otras vías para dar a conocer el despacho. «Lo he puesto en Internet pero sigue sin haber movimiento», reconoce.
Un año de espera
Pero a Ana esta situación no le pilla de improvisto. En el mismo edificio, sólo que tres plantas más arriba, posee otro piso, que sí está alquilado. Aunque la sombra de la crisis económica también se ha cernido sobre este inmueble de Burjassot. «Tardé casi un año en arrendarlo», afirma.
Además, se vio obligada a rebajar su precio inicial. «Tiene 120 metros cuadrados, tres habitaciones, un gran comedor, balcón con vistas al patio de San Roque... Cuando se quedó vacío pensé en ponerlo en 600 euros», relata esta propietaria valenciana.
Primero lo gestionó por particular y luego optó por acudir a una inmobiliaria. La vivienda recibió muchas visitas y, tras casi un año desocupado, una pareja de uruguayos de mediana edad se decidió a quedárselo. Pagan 460 euros al mes, 140 menos de lo previsto en un principio.
Como a cualquier casero, a esta valenciana le invadió el temor de que los arrendatarios no pudieran pagarle cada mes. Sin embargo, Ana asegura estar muy contenta «porque me están abonando las cantidades que acordadamos puntualmente, tanto el importe de la casa como los gastos de escalera y comunidad», admite.
De momento, sus nuevos inquilinos han firmado un contrato de un año, aunque prorrogable a cinco. «Con lo complicado que está ahora todo me gustaría que siguieran en mi casa. Desde luego está muy bien de precio teniendo en cuenta de que está en pleno centro, en una calle tranquila y es muy grande», afirma.