Mirando la mesa del sargento
El caso es que Carlos salió de su casa el 31 de diciembre con el cuerpo con ganas de marcha violenta porque fuentes policiales han confirmado que antes de perpetrar supuestamente el homicidio “había agredido también a otra persona con arma blanca”. El Grupo de Homicidios ha desarrollado a contrarreloj, entre el 1 y el 3 de enero, una ardua investigación en la que ha revisado las grabaciones de las cámaras de video vigilancia de varios locales de copas y ha recabado diversos testimonios que le han permitido reconstruir paso a paso la Nochevieja del joven detenido.
Carlos, después de tomarse las uvas, se dirigió a la zona de ocio de Atalayas de la capital murciana donde hay varias discotecas de ambiente latino. Salió de fiesta con un arma blanca, con la que presuntamente profirió amenazas a clientes y acabó protagonizando un altercado en el que hirió a una persona que estaba celebrando la última noche del año. Posteriormente, pasadas las tres de la madrugada, se dirigió a la Discoteca Ibiza donde se encontraba su actual pareja sentimental junto a su hermana, Carla, sentadas en la mesa que ocupaban el mando militar y sus amigos Cristian, Ángel y Lizeth.
Carla llegó a nuestra mesa con su cuñada”, corrobora Cristian a este diario. “A Carlos los vimos sobre las tres y media de la madrugada”. El presunto agresor estaba en la barra bebiendo y no dejaba de dirigir su mirada hacia la mesa en la que estaba sentada su pareja, su hermana, Carla, y el sargento del Regimiento Acorazado Córdoba X. Ese chico de 31 años, bromista, con sonrisa profident, complexión atlética por su pasión por correr media maratón, que conducía un BMW de alta gama, y con el que no había hecho migas nunca a pesar de que era uno de los mejores amigos de su hermana.
Hubo un momento en el que la pareja de Carlos fue a la barra a hablar con él para decirle que dejase de mirar a nuestra mesa”. Cuando pasaban unos minutos de las siete de la mañana, Carlos se dirigió a la citada mesa, situada en medio de la pista de baile, y supuestamente apuñaló sin pestañear y de forma certera al mando militar.
Destrozada al funeral
Parecía que venía a saludar y cuando Gabriel estiró el brazo para darle la mano, él aprovechó para apuñalarle”, asegura Ángel, amigo del fallecido y testigo directo de la macabra agresión. “Nunca pensamos que fuera a hacer eso porque no hubo ningún problema: Gabriel vio a Carla en la discoteca y ella estuvo con nosotros en la mesa, bailando, riendo y bebiendo”. Sin embargo, los investigadores sostienen como principal hipótesis que Carlos atacó con el cuchillo al sargento del Ejército de Tierra porque no estaba conforme con la relación que mantenía con su hermana: ya fuera de amistad o de tipo sentimental. La puñalada que recibió la víctima justo debajo del pecho provocó que fuese intervenido de urgencia en el Hospital Reina Sofía y tras la operación falleció al entrar en parada cardiorrespiratoria.
“Carla fue al funeral de Gabriel y está destrozada, pero ella no tiene la culpa de nada”, sentencian Cristian y Ángel. Muchos miembros de la comunidad ecuatoriana que reside en la Región de Murcia se desplazaron este viernes al tanatorio de Atalayas para brindar un emotivo y cálido adiós a Gabriel Gonzalo Heredia, sargento, de 31 años, destinado en el Regimiento Acorazado Córdoba X. Esta unidad del Ejército de Tierra está encuadrada en la brigada orgánica polivalente ‘Guzmán el Bueno’ X de la base de Cerro Muriano en Córdoba.