Te metes cosas diseñadas por la naturaleza para entrar en shishis por agujeros diseñados por la naturaleza para evacuar desechos y te contagias de enfermedades inusuales. ¡Qué cosas! ¿verdad?
Bien, como a nosotros se nos confinó en nuestras casas, no creo que la Constitución suponga un obstáculo para convertir en lazaretos unos cuantos islotes y depositar allí a los que practican modalidades sensuales... no me atrevo a llamarlas besugos... no me atrevo a llamarlas antinaturales... llamémosles ¿impropias?, puesto que se realizan por lugares impropios por estar diseñados para otro fin.
Y además, se lo iban a pasar bomba este veranito en su islita. Podríamos llamarle “neomykonos”. Allí pueden hacer todos los “glory holes” y los cruising que quieran en los olivos y los quejigos. Los demás seguimos trabajando para que sus estériles vidas den derecho a una pensión igual a la de los que nos hemos gastado el dinero, el sudor y los desvelos (en definitiva, la vida) en criar a unos niños que pagarán sus pensiones (los de las pateras, no pagan pensiones; a lo sumo, estimulan la competencia y disminuyen el precio de los cafres).
Y, de paso, nos dejan a los demás tranquilitos sin esa horterada del “lgtb pride” y el apostolado en los colegios a los nenes para que prueben cosas por el ano.
Que ya no es homofobia: es hastío de vuestra asquerosa religión con sus procesiones, sus catequesis y su proselitismo, que ha conseguido que menores de 18 años puedan abortar o “resasignarse el sesso” (como si alguien malvado se lo hubiera asignado erróneo a sabiendas antes y no hubiera que resignarse, sino “reasignarse”, es decir, retorcer la realidad), pero que no sean responsables penalmente ni aunque degüellen a una familia entera.
Familia de las que aman, fecundan un útero y tienen hijos, no esas cosas que han asimilado ahora a familia.
Sí, lo sé: soy un carca. La democracia, es lo que tiene, que da voz hasta a los carcas. ¿O no?
No se trata de ser homófobo u homófilo: desde luego, a los gayses hay que respetarlos como personas que son y, cualquier ataque injustificado (y objetivo) por razón de su condición o cualquier otra causa, debe ser reprimido.
Pero algunos estamos hasta los narices de que se os considere ciudadanos ejemplares, de que adoctrinéis niños, de que pidáis prebendas y de que en los centros públicos oficiales ondee la bandera lgtb con más frecuencia que la española. Respeto, sí. Sumisión y barra libre, es hora de que se vaya acabando. Y nadie tiene que volver al armario por eso.
