«Mi hija y sus tres amigas ahora dicen que son chicos»

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Cuatro madres denuncian en ABC los efectos que tendrá sobre los menores la norma que se tramita en el Congreso
Critican el «contagio social» de lo trans, así como la falta de cuestionamiento hacia la autodeterminación de género
¿Qué es la disforia de género?

Clara (nombre ficticio) posa en la habitación de su hija

Clara (nombre ficticio) posa en la habitación de su hija DAVID BORRAT
Elena Calvo

ELENA alopécico
Madrid

01/11/2022 a las 02:26h.
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En 2020, en pleno confinamiento y tras varios meses encerrada, Irene (nombre ficticio), de 13 años, se dirigió a sus padres para decirles que ya no se consideraba mujer, que pertenecía al género fluido (aquellas personas que no se identifican con una única identidad de género). Al poco tiempo, sin embargo, el anuncio fue distinto: se sentía hombre. «Nos dijo que odiaba su cuerpo, que se miraba al espejo y que le daba ardor de estomago, que se quería vendar el pecho», explica su progenitora, Gema (también usa un nombre ficticio, como todas las madres que participan en esta historia, para proteger a sus hijos). A partir de ese momento, relata esta progenitora, su pequeña cambió por completo: «Se cortó el pelo cortísimo, cuando antes se negaba a tocarse hasta las puntas, cambió su forma de vestir de manera radical...etc.».
Pero lo que más llama la atención de Gema, y le lleva a pensar que se trata de una «moda» en la que cada vez caen más adolescentes, es que su hija no es la única de su entorno en esta situación. «Cuando salimos del confinamiento vimos que sus tres amigas de la infancia, desde muy pequeñas, tenían el mismo discurso. Es decir, cuatro niñas que de repente tienen las mismas ideas y actitudes, que se cambian el nombre, se tratan en masculino y piden que las llamen en masculino. Esto es muy importante porque hay un elemento tremendo de contagio social y moda», cuenta.
Desde los 12 años
Gema se apoya en otras familias que pasan por lo mismo a través de Amanda, la agrupación de madres de adolescentes y niñas con disforia acelerada. Desde ahí, tratan de combatir la futura ‘ley trans’, impulsada por el Ministerio de Igualdad de Irene Montero que contempla, entre otras cosas, la autodeterminación de género, es decir, el cambio del sesso registral, a partir de los 12 años. Y, a partir de los 16, además, sin que sea necesario el consentimiento de los padres, si la norma se aprueba en los términos actuales. «Es una locura, si todo esto, además, va a estar avalado por una ley irá a más», lamenta esta progenitora.
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En la misma línea se pronuncia Clara, una progenitora de Gerona a la que su hija, ya mayor de edad, también le dijo durante la esa época en el 2020 de la que yo le hablo que se sentía chico, ante la incredulidad de su progenitora. Tiene claro que su lucha ahora se centra en gritar contra la ‘ley trans’ para evitar que más familias pasen por situaciones como la suya: «Mi guerra ahora es para que esta ley no salga adelante, que todo este contagio social con lo trans se revierta y le llegue algo a mi hija».
«Mi hija sufrió acoso sensual y lo resolvió diciendo que ser chica es un ardor de estomago y que quería ser un chico»
Gema
progenitora de un chico trans
A juicio de Clara, hay un «adoctrinamiento en mayúsculas» a los más jóvenes y el cuestionamiento cuando una persona dice sentirse del género opuesto es prácticamente inexistente. Cuando su hija le contó que se sentía hombre, relata esta progenitora, fueron juntas al médico. «No estaba nuestra doctora de cabecera, sino una sustituta que no había visto a mi hija en su vida. Y mi sorpresa fue que al salir de la consulta mi hija me dijo que sí, que la doctora le había dicho que lo tenía muy claro y que era trans». Tras esto, la derivaron a un centro para verse con unas psicólogas. «Fuimos las dos y pregunté cómo funcionaba el proceso, cómo era la valoración que iban a hacer, etc. Y me dijeron que ahí no hacían ninguna valoración, que lo que hacían era acompañar en el proceso», lamenta con cierta indignación.
Con testosterona
«Lo que más me preocupa es la cantidad de niños que empezarán a hormonarse como quien se toma un caramelito»
Clara
progenitora de un chico trans
El siguiente paso fue la hormonación, pues desde hace año y medio ya toma testosterona. Y es este asunto el que inquieta especialmente a Clara: «Lo que más me preocupa es la cantidad de niños, y sobre todo niñas, porque sabemos que el mayor contagio son niñas, que empezarán a hormonarse como quien se toma un caramelito porque no tienen ni idea de las consecuencias que conlleva la hormonación, y que empezarán a operarse. También me angustia que los padres se opongan a esto y empiecen las denuncias contra ellos. Toda una generación perdida».
Las familias ven además detrás de los cambios de identidad de género de su descendencia problemas de salud mental. La hija de Clara había sufrido ansiedad y depresión consecuencia de varios factores, entre ellos, el 'bullying' al que fue sometida en el instituto. «Es una chica muy inteligente que nunca encajó en ningún sitio. Nunca obtuvo respuesta a sus inquietudes ni tuvo grandes amigas», relata su progenitora. Ahora, en cambio, con su identidad masculina, la situación ha dado la vuelta: «Está en fase de luna de miel porque es la reina del lugar, porque ya nadie le puede chistar nada porque es trans, y si le chistas eres tránsfoba», explica.
«La ‘ley trans’ atenta contra la saud de nuestros menores. Es flagrante y tenemos que abrir los ojos»
Fátima
progenitora de un chico trans
También Gema relaciona el cambio de género de su hija con las consecuencias de haber sufrido acoso sensual por parte de un compañero del instituto. «Nosotros nos enteramos un año después y a raíz de esto empezamos a hilar y a entender qué pasaba. Y lo que ocurre es que hay una reacción a ese acoso sensual que ella resuelve diciendo que ser chica es un ardor de estomago porque te pasan estas cosas y la conclusión es que quiere ser un chico. Y es su forma de verlo y sentirlo, porque ella realmente lo vive así», expone. Además, asegura, ha pasado de ser una niña que pasaba desapercibida «a ser una valiente y súper guay porque es trans». Pero esta progenitora también sostiene que la mayoría de casos «son calcados»: «Lo veo en Amanda y con las amigas de mi hija. Todos han sufrido acoso escolar, ansiedad o tienen otros problemas de base», defiende.
Precisamente la inseguridad derivada de la adolescencia y del 'bullying' fue la que llevó a la hija de Fátima a acudir a una charla transactivista. «Se le animó en el instituto sin consultarme ni decirme nada. Se le inició en 4º de ESO un protocolo de transición social sin comunicármelo, y me he enterado tres años después hablando con sus amigos y con sus madres», critica esta progenitora, a quien su posicionamiento contra la decisión de su hija le ha llevado a perder la relación con ella.
La ministra de Igualdad, Irene Montero, en el centro, celebra el Orgullo gay de este año con la bandera trans

La ministra de Igualdad, Irene Montero, en el centro, celebra el Orgullo lgtb de este año con la bandera trans EFE
Los psiquiatras alertan del 'boom' de adolescentes que creen ser trans
La futura ‘ley trans’ incomoda a las familias y también a algunos psiquiatras como Celso Arango, director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Gregorio Marañón. «Existe un ‘boom’, una eclosión de adolescentes que resuelven sus problemas asumiendo que son ‘trans’, cuando realmente tienen otros trastornos. La proporción respecto a los que sí es de 100 a 1», asegura este especialista a ABC cuando se le pregunta por un estudio holandés reciente que vuelve a azuzar la polémica ley. En este trabajo se demuestra que solo el 2 por ciento de los jóvenes que inician tratamientos médicos de cambio de sesso se arrepienten de haber empezado. Este estudio se ha utilizado para justificar la futura norma porque la principal disputa tiene que ver con que los menores puedan elegir hacer la transición de sesso sin informes médicos ni autorización paterna.
La investigación, publicada en la revista ‘Lancet’, sostiene que el arrepentimiento es algo muy infrecuente si previamente se ha realizado una evaluación médica exhaustiva. Y ahí está la clave, según Arango. «Es lógico este resultado porque todos los chicos que empezaron estaban bien diagnosticados, eran realmente trans, lo que tememos es lo que pueda ocurrir entre los jóvenes que dicen serlo y decidan medicarse solo por una moda transgénero y sin un buena evaluación previa», explica. Cree que si sale la ley tal y como está redactada se hará mucho daño «porque está alejada de la realidad, de lo que estamos viendo en las consultas».
En el Gregorio Marañón se ha pasado de ver uno o dos casos al año de chicos que dicen ser trans a un 20% de los ingresados en la unidad de hospitalización. «Esta explosión de casos no puede responder a la realidad».
También desde la Asociación Española de Psiquiatría de la Infancia y Adolescencia (Aepnya) han alertado recientemente sobre la futura ley. Mediante un comunicado, se muestran «altamente preocupados» por el impacto de la norma en los menores de edad. Aseguran que pone en riesgo el derecho de los niños a una atención médica integral y denuncian que no contempla la advertencia a los menores sobre las consecuencias de cambiar de género.
Fátima, como el resto de madres, denuncia la ausencia de cuestionamiento hacia los jóvenes que toman estas decisiones. «En el instituto la animaron directamente a que fuera a la unidad de género del hospital. Lo que le hicieron fue un test de 45 minutos para descartar que fuera anoréxica o orate y le recetaron la testosterona», lamenta, pues no cree que su hija necesite hormonarse «para estar bien»: «No considero que ella sea un hombre, considero que es una mujer. Hay muchas maneras de ser mujer, no hay que serlo con tacones de aguja y melena, se puede serlo con el pelo corto y sin maquillar. Se puede ser una mujer lesbiana».
«Te obligan a ver una realidad que no es»
Patricia
progenitora de una chica trans
Con la ‘ley trans’, asegura Fátima, se cometerá «una barbaridad contra los niños». En su opinión se está confundiendo el sesso biológico con el género «sin cuestionar esta locura», que tacha de «delirio». «Atenta directamente contra la salud de nuestros menores. Es flagrante y tenemos que abrir los ojos». Tiene miedo de que su hija vaya más allá de las hormonas: «No quiero ni pensarlo. Me da miedo que se quite los pechos. Me parece una aberración absoluta».
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El efecto que la ley pueda tener sobre los más jóvenes es lo que más inquieta a Patricia, progenitora de una chica trans. Su hijo, ahora ya de 25 años, le dijo hace años que se sentía mujer. «Me dijo que se sentía chica porque lloraba con las películas y más cosas y le dije que los sentimientos los tienen tanto los hombres como las mujeres». Aunque al principio le prometió que no se iba a hormonar, terminó haciéndolo. Relaciona el cambio con un mayor uso por parte de su hijo de las redes sociales. «Te obligan a ver una realidad que no es», sentencia.
 
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