Este descubrimiento lleva a un posible camino para determinar que los alimentos transgénicos podrían influir en la salud humana, si lo hicieron alimentos convencionales como el arroz, también lo podrían hacer los alimentos modificados genéticamente.
Cierto, si una planta natural puede ser venenosa, una planta transgénica también podría ser venenosa, pero esto es algo que ya sabíamos antes de este "descubrimiento"
Como también sabíamos que las plantas transgénicas pueden influir en la salud de quienes las comen, de hecho todas las plantas que una persona come y, en realidad, todos los alimentos que come una persona influyen en su salud. Sin ir más lejos, es muy probable que las coles transgénicas ayuden a prevenir el cáncer, como hacen el resto de las coles y también es muy probable que el fumar tabaco transgénico incremente el riesgo de cáncer, como ocurre con el tabaco natural.
El que las plantas puedan ser tóxicas, incluso mortales o cancerígenas, no es una idea nueva. De hecho, la mayoría de las toxinas que se conocen, como la mayoría de principios medicinales, proceden de plantas y se conocen decenas de miles de plantas venenosas.
El pretender que la cicuta transgénica dejaría de ser tóxica solo por ser transgénica es ridículo, lo mismo que es ridículo pretender que no deben utilizarse cultivos transgénicos porque existe la posibilidad de crear plantas transgénicas y tóxicas. Es como decir que no debería venderse leche en botellas de cristal porque hay ciertos matarratas que también se venden en botellas de cristal.
La tecnología de los cultivos transgénicos, como cualquier otra tecnología, entraña riesgos pero el argumento de que una nueva técnica deba ser desechada solo porque entraña riesgos es un argumento falaz que conduce a un debate deshonesto.
Si se acepta una técnica que entraña riesgos, y toda técnica entraña riesgos, es porque a cambio de esos riesgos produce algunos beneficios a la humanidad. El debate honesto debe ser un debate informado y tratar sobre la relación entre los riesgos y los beneficios de una nueva técnica y sobre la relación entre esos beneficios y esos riesgos con respecto a las otras técnicas alternativas.
El debate goebbelsiano de los transgénicos muestra a la opinión pública una realidad ficticia y oculta sistemáticamente la mitad de los argumentos, mostrando solo los potenciales riesgos pero no los demostrados beneficios para la salud de los transgénicos.
Se presenta a la opinión una realidad falseada en la que la alternativa son los cultivos transgénicos o los cultivos naturales pero esa alternativa no existe en el mundo real porque no es posible dar de comer al mundo con cultivos artesanales naturales. La única alternativa que existe en el mundo real, si se descarta la fin por hambre de miles de millones de personas, es la alternativa entre cultivos transgénicos o cultivos basados en pesticidas y fitosanitarios sintéticos.
Los riesgos para la salud o el medio ambiente que deben compararse son los del uso de transgénicos y los del uso alternativo de productos químicos de síntesis, todos ellos muy tóxicos y con efectos perniciosos para la salud y el medio ambiente bien establecidos.
Tampoco es honesto presentar solo los riesgos potenciales de los transgénicos sin mencionar los motivos que podrían hacer, quizás, aceptables esos riesgos. Por ejemplo, el arroz transgénico permite, y es la única forma realista de conseguirlo, que poblaciones de miles de millones de personas puedan acceder a ciertas vitaminas y micronutrientes en su dieta si esas vitaminas y micronutrientes son expresadas en el arroz que forma la base de la dieta de esas personas. Esta herramienta, que como todas incluye riesgos, puede reducir drásticamente un problema crónico de desnutrición en esas poblaciones. Debe valorarse el beneficio demostrado que esa reducción de la desnutrición con los riesgos potenciales y no analizar esos riesgos potenciales en el vacío como si existiese una alternativa sin riesgos.
En cuanto al dominio que pueda tener Monsanto no es un factor fundamental en este debate y se incluye sistemáticamente por parte de los goebbelsianos para añadir el componente de repruebo visceral y emotividad que nuble el juicio crítico y racional. Monsanto, y el agrobussines americano, tienen el dominio en este campo, simplemente porque las autoridades europeas prohibieron el uso, la investigación y el desarrollo de los transgénicos en Europa, lo que eliminó a las compañías europeas de esta carrera tecnológica y comercial.
No hay nada que conduzca necesariamente a un monopolio en este campo salvo en intervencionismo de las sectarias autoridades europeas. Monsanto no obliga a ningún agricultor a usar sus plantas transgénicas y si los agricultores del mundo usan cultivos transgénicos es o porque producen unos cosechas de mayor valor nutricional o porque permiten un fuerte ahorro de pesticidas y fitosanitarios de síntesis. Tampoco es cierta la tontería de que Mosanto pueda, con unos precios muy bajos al principio, hacer "adictos" a los cultivos transgénicos a los agricultores como un camello hace adicto a un junkie: un agricultor siempre puede volver a los cultivos híbridos más tradicionales si el precio de los transgénicos deja de resultarle atractivo.
Yo no sé si el uso de transgénicos es beneficioso o perjudicial para la humanidad, ni hasta qué punto deben limitarse los riesgos antes de que sean aceptables pero la aparición masiva de los Goebbels, sus grotescas distorsiones de la realidad, la manipulación emocional y sentimentaloide, y el censurado masivo de hechos son un sólido indicio de que los transgénicos son beneficiosos y su utilidad no puede ser refutada en un debate basado en el juego limpio.