Lo que había que hacer era dar de baja de la suscripción de la vida a todos los emasculados y ooforectomizadas de menos de cuarenta y cinco años que aceptan salarios de hez por su trabajo.
Si tuviesen lo que hay que tener, y exigiesen salarios de más de 3000 euros mensuales por los trabajos productivos que llevan a cabo, se terminarían todos estos problemas. Ellos ganarían el doble que los jubilados, pagarían cotizaciones que permitirían pagar las pensiones y podrían comprarse o alquilar pisos dignos a precios dignos, en vez de zulos a precios limosneros.
Sin embargo, les resulta mucho más cómodo no esforzarse en nada, y ladrar contra los viejos.