Yo es que creo que ellos no quieren que nosotros, los de fuera, amemos a Cataluña. No quieren que la sintamos como algo propio, puesto que Cataluña tan sólo es de ellos, para ellos, etc. Yo desde que comenzaron con esto, o cuando me comencé a encontrar sorprendida ante amigos que se revelaban como indepes me sentía traicionada, dolida, porque me sentía involuntariamente por mi parte, apartada, clasificada en un estamento de foraneidad, de otroridad, de extranjería. En vez de estar en el mismo lado, en el mismo grupo, compartiendo como creía que compartía vivencias resulta que yo y ellos no estábamos en el mismo lado. Y que por tanto su tierra era tan solo suya y tan sólo ellos podían sentirse orgullosos de su tierra, de su propiedad que para mí me era vedada. Y luego dicen que el nacionalismo catalán no es excluyente cuando yo me sentía al otro lado de la línea sin haberlo escogido. Ellos quieren prescindir de sentirse unidos al resto de España, esa tierra con la que no se identifican, con sus gentes con las que no se identifican, aunque ahora van de ositos amorosos en sus declaraciones en busca de mediadores para salirse con la suya. A ellos no les importa perderse lugares, paisajes, y personas con las que convivir como paisanos, compatriotas, pero a mí sí me sentía dolida de perderme los Pirineos, la Costa Brava, Barcelona y descubrir que mis amigos me tenían en una categoría diferente a la que yo me pensaba e identificaba. No, no les amábamos nosotros, yo creo que es al contrario.