La OCU es un garito a la medida de nuestras administraciones, cuatro listillos que se forran sacando brillo el trastero a los cerditos que son más iguales que los demás animales.
En una democracia las asociaciones de usuarios y consumidores (la OCU no lo es), disponen de la información y los recursos necesarios para evitar la tiranía de un aparato del Estado que esclaviza a los más débiles. Eso es lo que procuran evitar con su OCU.
En Vigo tienen un títere ridículo que pasea por las televisiones su tubo de desagüe, en vez de una botella de gas butano como el "rey de las obleas".
Un tubo que sirve para procesar toda clase de porquería, más allá de lo caciquil de la colocación de peones alegando ante los jueces una presunta impunidad por ser de la UGT y la PSOE, tenemos el desprecio de la vida de sus gobernados.
Ese ridículo personajillo, que tantas luces pretende tener, no se dio cuenta del grave riesgo que corrían los vigueses cuando su concejal autorizó la instalación del escenario de O Marisquiño en un muelle cuyo estado ruinoso era causa de disputa con el Puerto.
Fue un milagro que no muriese nadie.
La sentencia es una patochada en la que el Fiscal se pregunta porque no declaró ese concejal, pero el hecho de que veamos una administración de justicia arrastrada hasta la impunidad de los funcionarios carmelitas, no explica el voto de los vigueses a no ser que sean memos o les deslumbre la luz.
Volverán a darle la alcaldía a un vejete simple a lo Biden.
Dicta el sobreseimiento provisional y decide que las aseguradoras recuperen los fondos consignados en el juzgado
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