La maldad se impone, y el estado, lejos de ser un freno a esta locura es su promotor.

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La denuncia de una progenitora con una hija con disforia de género de inicio rápido: “La secta trans tiene pedófilos" - Republica.com


La denuncia de una progenitora con una hija con disforia de género de inicio rápido: “La secta trans tiene pedófilos"

Esta mujer asegura que hacen grooming a las menores y que se anuncian en páginas prono y de BDSM con prácticas que son sinónimo de violencia sensual, además de contar con casas de acogida a las que invitan a huir a las chicas que se autoidentifican trans. NURIA CORONADO SOPEÑA 22 de diciembre 2022


Después de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo un whatsapp con una pregunta marcó un antes y un después en la vida de una progenitora que sabe lo que es la disforia de género de inicio rápido. “Mamá, ¿me vas a querer siempre?”, decía el mensaje. Su respuesta, como no podía ser de otra forma, fue un “¡claro que sí!”. Nada más contestar su hija, que “nunca había tenido ningún problema con su orientación sensual”, le respondió diciéndole que era un chico. “Soy trans, mamá”.

Desde entonces Sara Sánchez (nombre ficticio) lucha con todas sus fuerzas para recuperar a su hija y para que se conozca “cómo el movimiento transgenerista está destrozando las vidas de miles de jóvenes que no tienen la capacidad de saber las consecuencias en su salud física y mental de autodiagnosticarse trans y que usa técnicas sectarias para convencerlas de hormonarse y operarse. Las apartan de las familias diciendo que no las quieren e incluso cuentan con casas de acogida para que huyan a ellas y seguir lavándoles allí el cerebro”, denuncia. Pero esto no es lo peor que quiere contar en exclusiva esta mujer. “En los grupos hay pedófilos que hacen grooming a las menores y que se anuncian en páginas prono y de BDSM con prácticas que son sinónimo de violencia sensual”.

La pesadilla de Sara comienza en la pubertad. “Mi hija de solo 13 años y que cargaba con un cuadro de ansiedad y depresión no superada por el traumático divorcio vivido en casa de repente se auto diagnosticó trans. Ocurrió tras acudir en su nuevo instituto a una charla sobre diversidad sin que las familias fuéramos informadas y donde se les animaba, después de darles toda la información, a salir del armario y a hablar libremente sobre su orientación sensual. Allí conoció a una compañera que se autodefinía de género fluido y la captó tanto a ella como a varias compañeras más. Todas ellas se autodefinieron en un primer momento de género fluido, luego asexuales y finalmente trans. Ella jamás había mostrado disconformidad alguna ni con su sesso ni con su orientación sensual”, recalca recuerda al teléfono Sara Sánchez (nombre ficticio).

Así fue como Estela (nombre ficticio de su hija), que en el colegio “había sacado buenísimas notas, era muy buena estudiante y ordenada cambió para siempre. Nunca más volvió a ser ella”, subraya esta progenitora.


El rechazo a su cuerpo

Tal y como Sara Sánchez cuenta en exclusiva para República, “previo al divorcio ya venía necesitando ayuda psicológica pero mi ex marido se negaba a dársela aludiendo que lo que yo pretendía era poner a la niña en contra de él. Así que sin poder hacer nada, fue pasando el tiempo y creí que poco a poco superaría este hecho”. Nada más lejos de la realidad. “Al entrar al instituto, a primero de la ESO, ella iba feliz. Sin embargo, su depresión y ansiedad se acrecentaron al estar confinada por la el bichito”.

A ese cambio se sumó la menarquia. “Mi hija siempre ha sido muy sensible. A los doce años le vino la regla. Su cuerpo empezó a cambiar rápidamente. Era muy alta para su edad. Medía un metro setenta. Tenía cuerpo de mujer desde los 11 años. Así que empezó a sentirse mal con su nuevo cuerpo porque además sentía que no encajaba con la moda hipersexualizada de las compañeras de su edad. Ella vestía cómoda con camisetas y pantalones, igual que cuando estaba en el cole. Al volver al instituto tras el confinamiento se encontró sola”, recuerda.

Una soledad que aprovechó una niña nueva del instituto que al verla en el recreo sola en el patio le pidió ser su “amigo”. Esta chica “se autodefinía de género fluido tenía problemas psiquiátricos, así como anorexia, falta de autocontrol, se autolesionaba y se dedicó todo el curso 2021 a captar amistades para meterlas en el grupo- secta en el que ejercía de líder. La influencia sobre las chicas que captaba era tal que las enseñaba a autolesionarse y a perder peso. Les cambió totalmente la estética. Incluso llegó al punto de sugerirles leer mangas con contenido yoai, que es sesso duro no recomendado para adolescentes, donde las chicas son maltratadas. También era ella quien las bautizaba con nombres masculinos y las llamaba mis varones. En el caso de mi hija el nombre elegido fue Kylian”.


Descubrir la verdad

Las alertas de esta progenitora se hicieron aún más grandes por dos desmayos muy seguidos “provocados por no comer” y tras ver “cortes en los brazos” de quien más quería. “Me decía que se los había hecho nuestro perro así que solicité cita con el orientador del instituto. ¡Me dijo que las autolesiones eran algo común en estas edades de cambio y que muchos adolescentes lo hacían como vía de escape a la ansiedad!”.

Una respuesta que le hizo inquietarse a Sara aún más. “Me asusté muchísimo. Empecé a vigilar que comiese y a mirar su mochila. Encontré cuchillas de sacapuntas quitadas, un cuchillo, un cúter, muchos imperdibles y bastante sarama. Empezó a acumular sarama por todos los rincones de su cuarto y sobre todo en la mochila. Le regañaba por eso y le limpiaba el cuarto cada dos por tres”.

A dicho comportamiento se sumó el uso del móvil. “Yo se lo tenía prohibido pero el padre le compró un smartphone y no podía hacer nada cuando se iba con él. Las redes sociales son su nuevo mundo, sobre todo una en la que se habla de sexualidad y de maltrato a todos los niveles. Su nueva comunidad llamada Watpaad es muy dañina”.

Al triángulo de cambios se añade la irrupción de Liam. “Otra chica que dices ser chico pero que ni quiere hormonarse ni mutilarse el pecho, o sea, que no tiene disforia. Se convierte en el centro de todo para mi hija. Llega a decir en el instituto que es su pareja. La sigue ciegamente y comienzan las cartas de amor y sesso explícito, así como los insultos hacia mí o los portazos. No hace más que decir que la deje y que yo la repruebo. Suben también el nivel de fotos pronográficas, desnudos integrales, posturas lascivas que manda a mi hija...”.

La reacción de esta progenitora fue aceptar todo ello pese al dolor que le suponía ver que su hija solo le repetía que la odiaba y que “su nuevo amigo no hacía más que enviar mensajes llenos de repruebo hacía mi e insultaba a todos los compañeros de clase diciendo que era unos heteros de cosa muy básicos y que ser trans es lo más guay. Le daba permiso para insultar a quienes no eran trans. ¡Le cambió tanto el carácter! ¡Se pasa el día con el móvil, las redes sociales y el manga!”.


La transición social, la prueba de fuego

La sorpresa de esta progenitora su hace aún mayor cuando la llamaron del instituto para decirle “que Kylian había comunicado su cambio y había hecho la transición social” sin haberle informarme a ella de nada. “Así supe que el orientador había afirmado a ser trans a todas las chicas que lo habían pedido sin indagar en los problemas psicológicos, adaptativos, de anorexia, autolesiones o de bulling que sufrían. La llamada solo era encerrona. Fue para poner una demanda. Me encontré con cuatro personas afirmando a mi hija en su idea de ser chico y que me dan como única herramienta dos números de teléfono de asociaciones trans que son puras sectas. Me dicen que busque ya endocrino y que lo apoye ya que su salud mental es lo principal y que necesita mucho cariño. El orientador me dijo así: tu hija ha muerto, tienes un hijo. Acéptalo y acompáñalo”, recuerda.

Tras la reunión Sara no perdió ni un segundo y contactó telefónicamente con las asociaciones. “Yo lo que quería era que mi hija estuviese bien, que volviese a ser feliz y que dejase de autolesionarse. Quería recuperar a esa niña feliz que siempre fue. Al llamar por teléfono me contestó una progenitora feliz de contar con otra víctima más en el grupo. Al día siguiente organizaron una reunión con seis madres y sus respectivos hijos e hijas trans, todos mayores que mi hija. Me metieron en el grupo de whatsapp y vi como había siete chicas con el mismo problema que mi hija y que habían sido captadas por la misma líder. También había menores hormonados e incluso esperando operaciones, uno de ellos en Tailandia para una vaginoplastia. Para mí era todo muy evidente”.

La presidenta de una de esas asociaciones le preguntó directamente por algo. “Me dijo si ya había menstruado. Al responderle que sí me dijo que íbamos tarde porque ya no le podían recetar los bloqueadores. Me quedé a cuadros porque no tenía ni idea de nada. Empezó a explicarme como una experta los pasos que tenía que dar para la transición social.

Sara también cuenta cómo recibió clases de cirugía plástica de otra progenitora del chat. “Empezó a explicarme que las dobles mastectomías quedan geniales. Yo me asusté muchísimo. Mi hija está sana y no quiero verla medicada ni mutilada”.


Información rápida para facilitar el tránsito

Sara también fue guiada sobre la forma de cambiar el nombre de Estela por el de Kylian en su tarjeta sanitaria. “En Andalucía a raíz de la Ley de 2014 basta rellenar un formulario que te descargas de internet. La asociación se encarga de enviar un email con un documento y sin tener que justificar nada (ni DNI, libro de familia o firma de la niña) ya está. Este documento “legal” con su nombre sentido es la felicidad suprema y lo comparten en la comunidad como el éxito. La transición social es la alfombra roja a la destrucción del cuerpo porque la mente ya la tienen abducida”, comenta.

Después de eso solicitó cita con un endocrino de la seguridad social de otra provincia que le habían recomendado. “Me la dieron pronto. Allí fuimos. Ella iba feliz creyendo que se convertiría en un chico como los que admira en los animes que lee. Sin ninguna explicación y en una consulta de menos de diez minutos con ella, me llamó para entrar y me encuentro con un documento para firmar y comenzar la hormonación. Le pregunté sobre los efectos secundarios y me dijo que me las leyera pero que mi hijo tenía las cosas muy claras. Sin hacerle una valoración psicológica, sin saber de qué le viene ese malestar, sin conocerla de nada la solución era comenzar cuanto antes con fármacos de los que desconocía sus efectos secundarios. Así que me negué y nos volvimos a casa”.

Ese viaje le sirvió a Sara para hacer otro nuevo clic. “Empecé a buscar información por internet, mi hija no era trans, lo tenía claro. Mi hija tenía problemas psicológicos graves. La diversidad solo busca captar adeptos a esta secta queer. Me fui a hablar con el orientador del instituto y me soltó una retahíla de que era normal, que las estadísticas dicen que es así, que hay que acompañarlos y apoyarlos, que si la familia no los acepta se suicidan, que van a seguir las autolesiones… todo para hacerme sentir la peor progenitora del mundo”.


Jugar con el delirio

Sin embargo, aún no era todo lo que esta progenitora iba a descubrir. “Logré quitarle el móvil que le había regalado su padre. Lo que nunca me podría haber imaginado es lo que me encontré allí. Me dio una paliza para intentar quitármelo. Se encerró en su cuarto, destrozó a patadas su armario y descolgó la puerta. Mi hija es un monstruo violento, me insulta, me agrede. Es un horror”.

Descubrió que su hija había sido metida además en otro grupo trans de WhatsApp sin su consentimiento. “Con 13 años era adoctrinada sobre la hormonación. Les dan nombres de los medicamentos que tienen que tomar, de las operaciones a realizarse. Les envían enlaces. Algunos más inocentes hablan de que se les cae el pelo. ¡Da una pena horrible! Les indican que con champú de cebolla les saldrá desde arriba y largo, todo un despropósito increíble. Juegan con el deliro. ¡Incluso les mienten diciendo que hay técnicas que modifican los cromosomas! Leer las conversaciones que tenían con mi hija por privado pone los pelos de punta. ¡Son una secta con todas las letras!”

Sara recalca además que las conversaciones de ese chat están llenas de insultos. “Menosprecian e insultan a quienes no estén de su parte. ¡Terfas!, dicen que somos”. Además, les cuentan que tienen dos pisos de acogida en la provincia por si quieren irse de casa y que ellos son su nueva familia y los únicos que les entienden. ¡Esto es un delito, por favor! ¡Me llevo las manos a la cabeza y ya no hay vuelta atrás! ¡Es una secta que capta a niños y niñas vulnerables para hacerlos de los suyos!”, recalca.

Grooming y BDSM

Pero aun había más por descubrir. “En ese mismo chat había tíos de 50 años que dicen ser mujeres. Todos sin hormarse ni operarse y con una cara de pedófilos que no pueden con ellas. Se visten de mujeres. Pura autoginefilia. ¡Cualquiera que los vea por la calle se asustaría y no querría que sus hijas o hijos estuviesen a su lado!”, destaca.

La hija de Sara tenía en ese chat conversaciones con una tal Silvia. “Se trata de un hombre autoidentificado como mujer. Al ver la foto de la tal Silvia y las conversaciones de grooming me dio por meter su número de teléfono en internet. Su número de móvil te lleva directamente a un anuncio de BDSM en el que se autodefine así: Soy una fruta, una cortesana masoquista. Estoy buscando ama. Me gusta vestirme de nena que me viole, me mee, bdsm. Me gustaría ser su sissy. Mido 1'68-cm, peso 57kg. Tengo 43 años, pero aparento menos”.

Ojiplática lo siguiente que hizo Sara fue buscar qué era ser “sissy”. Encontró en otra página sobre bdsm lo que era. “Decía que es la feminización de un sumiso por parte de una domina. Ser sissy es querer sentirse mujer, una criada sexy y atractiva para su ama, para sentirse usada, vejada, pero sobre todo atractiva a sus ojos y a los de su ama. Vivir el bdsm siendo hombre desde la perspectiva de una mujer, de una criada a los deseos de su ama”.

Por eso esta progenitora ha querido dar este paso y denunciar “todo el infierno que está viviendo ella, pero sobre todo su hija. Estoy segura que como con mi hija están manteniendo contacto con más menores y destrozándoles la vida. ¡Yo quiero que mi hija reciba ayuda, que dejen de tener contacto con estos abusadores! ¡Que no los vean como la familia alternativa! ¡Son un peligro!”.

Las otras partes del puzzle

Sara también quiere recalcar el peligro que son algunos orientadores de instituto en el contagio social de la disforia de género rápido. “Son una banda criminal, una secta muy organizada, cada uno con un papel. Comienza en colegios e institutos, docentes y orientadores ponen en contacto a las familias perdidas como yo estaba con esta ralea y ya empiezan a adoctrinarte para hacerse con tu hijo o tu hija”.

Y es que según Sara los orientadores de los institutos también forman parte del entramado. “Están compinchados con las asociaciones trans que tanto poder y dinero tienen en Andalucía. Los contenidos de igualdad y diversidad que imparten solo son panfletos protrans. Obvian otras realidades y problemas. Sólo se centran en convencer a adolescentes, niños y niñas vulnerables que ven en esto una salida a no encajar a no seguir roles sexistas ni querer ser mujeres en esta sociedad violenta y misógina, como una vía de escape a sus verdaderos problemas y a la realidad biológica. Estas asociaciones reciben un reguero de subvenciones millonarias y de premios y reconocimientos sociales cuando lo que están haciendo es destrozar vidas y causar un dolor infinito”.

Por eso, con el apoyo de la Asociación Amanda -con la que dio por Internet buscando información- y aun sintiéndose “hundida y desesperada”, solo pide “que la sociedad abra los ojos a la verdad y a las consecuencias de la Ley Trans. Mi hija necesita volver a quererse. Verse como lo que es: una chica adolescente sin experiencia y que ha caído aquí. ¡Mi hija puede ser lesbiana, bisexual, heterosexual, lo que ella quiera, pero no es trans! Debe ser tratada por profesionales que le hagan ver que cada persona es diversa, diferente pero que no hay nada malo en su cuerpo sano y que todo esto no es real”, finaliza.
 
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Yo lo que veo es que cada vez es mas urgente que me haga streamer y pueda asi salvar a toda la chavaleria hezpañorda antes de que los suciatas hijos de fruta les amen el cerebro, desafortunadamente el puñetero chino de cosa de nvidia no quiere bajar las graficas, asin que hezpaña sera destruida si o si. Yo lo siento mucho por la chavalada pero no es culpa mia, os habria salvado a todos, pero el puñetero chino de nvidia me lo impide y elon musk no quiere donarme una 3060ti

:(

dark times, bruh




por cierto, todo el texto de la progenitora esa puede resumirse con el mitico video de 4chan de hace años
"the dick, it does not make it cuter, it makes it gayer!!!!....... traps are lgtb!!!!!!"

 
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